Por Edwin A. Vegas Gallo
Impotencia e indignación produce el desastre pluvial, que afecta a la Región Piura, en crónica
de un desastre anunciado, con muchos damnificados y refugiados climáticos. Nada se aprendió de lo sucedido el 1982-1983 o 1997-1998 o el 2017, para no referirnos hacia más atrás, en que sucedían otros episodios de lluvias más o menos fuertes.
Piura es una Región abandonada a su suerte, habida cuenta la casi nula respuesta del Ejecutivo, ante un nivel de alerta 5 o alerta roja, que requiere incluso cooperación internacional.
Recién ayer la Presidenta Boluarte y sus felipillos ministros, aparecieron para ofrecer ayuda de emergencia de 500 millones de soles, amén de que su felipillo Chávez Cresta, ofreció pronta ayuda humanitaria proveniente por el mar.
Por cierto la presidenta Boluarte, sigue pregonando que todo esto se debe a la presencia del
ciclón Yakú. Ello es muestra del divorcio que existe entre las instituciones científicas y los
tomadores de decisiones políticas, que no tienen la mínima idea para generar políticas
publicas de prevención ante los riesgos de desastres.
Para ello existe una oficina adscrita al ministerio de Defensa, llamada CENEPRED, Centro
Nacional de Estimación, Prevención y Reducción del Riesgo de Desastres, jefaturada por
Ernesto Fuentes Cole, que como “consultor aporta soluciones innovadoras frente a situaciones
de riesgo, gestionando temas sobre conciliación y arbitraje”. (https://www.gob.pe/cenepred)
El desastre del norte peruano, es una muestra que este CENEPRED, no ha funcionado, habida
cuenta la clamorosa falta de ideas innovadoras, para manejar y minimizar una gestión de
riesgo de desastres desde la ciudad de Lima, sin las capacidades técnicas y sin prever que
estamos en una real emergencia climática que vulnera nuestros derechos humanos.
Ya habrá el tiempo para que el Ministerio Público, investigue a los responsables políticos de
esta calamidad piurana y la justicia en Piura asuma su rol, para que situaciones como la actual se trabajen con criterio técnico y no nos vuelvan a engañar los políticos mediocres, que se
aprovechan del voto noble de sus electores, para llevar agua para su propio molino.
