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PIERO BUSTOS “EL MUNDO MARCHA INEXORABLE HACIA UN GRAN MESTIZAJE CULTURAL”

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ENTREVISTA ALBERTO MEGO

“Del pueblo del barrio”, la conocida banda de música popular, realizó recientemente una exitosa gira por ciudades de Europa. A propósito de ésta conversamos con uno de sus más destacados representantes, Piero Bustos.

-Piero, es muy grato saber que este grupo proveniente de un barrio popular, con temas que atañen al espíritu de nuestra colectividad, adquiere un reconocimiento ya no solo nacional sino también en el plano internacional. ¿Cómo fue esta última gira por Europa?

Es el resultado de nuestras propias fuerzas, del cariño de los amigos repartidos en el mundo, porque a lo largo de los años tuvimos músicos de diferentes generaciones que después se establecieron allá. Porque la banda no es Piero Bustos, Ricardo Silva o el negro Acosta. La misión de hacer música peruana contemporánea dio a muchos músicos una gran apertura creativa. La música barrio, como la llamamos, tiene en Ginebra una cabecera de playa, allí está el charanguista Arturo Valdez, que como muchos se han insertado a la vida allá. Nosotros no somos un grupo festivalero, con un manager que garantice una gira, tenemos a este amigo que tiene una asociación cultural que nos invitó a presentar el documental “Posesiva de mi” de Andrés Mego, y también nuestra música. Ellos hicieron algunas actividades, otras hicimos nosotros acá, y algunos amigos que tenemos allá comenzaron a ponerse las pilas para concretar esta gira, con la solidaridad y algunos préstamos, para poder ir con nuestro propio calendario. A pesar del interés de amigos en Milán, Bélgica y Holanda donde no pudimos ir, logramos estar en Ginebra, Berlín, Zúrich, donde hubo mucha asistencia en los conciertos. De allí fuimos a Francia, estuvimos primero en Nantes, luego Rennes. Después de un viaje un poco largo en bus, tocamos en Burdeos donde no habíamos tocado en 2012, la primera vez que estuvimos. De allí fuimos a Alemania, tocamos en Friburgo, de allí como diez horas en bus, llegamos a Berlín, tocamos, y al día siguiente teníamos que tocar en Hamburgo, y luego a Colonia. Ha sido una maratón. Nuestros compañeros son jóvenes, están fresquitos, pero los “tíos” que estábamos al mando de la gira, ya tenemos más de cincuenta. De Colonia fuimos en avión a Dinamarca. De allí de vuelta a Francia, en París. De allí, el último concierto, en Suiza. Fueron once ciudades, once conciertos, en veintipico días.

-Sin duda, una experiencia muy intensa. ¿Y cómo era el público que los ha acompañado?

Los que más asisten a este tipo de conciertos son los residentes latinos, muchos hace tiempo afincados allá, con hijos europeos, que a mi modo de ver están en una burbuja social, por comodidad, renunciando a su propia vanguardia. ¿Dónde está esa gran canción que cuente la decisión de trasladar sus vidas latinoamericanas a Europa? En el público también había europeos, amigos de los latinos, pero ellos más bien asisten a los festivales, hay una oferta enorme de jazz, de rock, allí si va el público europeo masivamente. Pero en nuestras tocadas están nuestros compañeros, que queremos mucho porque han hecho su propio destino allá. Además, la sociedad europea se está encerrando en otra burbuja, la que alienta la reacción y la derecha, frente al drama de los refugiados. Los migrantes allá son un problema para grandes sectores de la sociedad europea, ese divorcio es evidente. Y los beneficios sociales se están recortando. Muchos están regresando a Sudamérica, algunos están en muy mala situación.  Otros tienen un activismo político, aunque limitado.

-Muy interesante. Y en su condición de artistas peruanos, tanto tiempo dedicados a la música, ¿cómo los ha retribuido esta gira?

Nos sentimos muy halagados que nuestra música comunique a esos peruanos, los contacte. “Posesiva de mi” fue absolutamente bailado, me refiero a la película. En Berlín, este documental le dio nuevos bríos a la banda: ver, sentir, que este no es un grupo errático, vernos en el documental con una historia, con un legado, es una responsabilidad. Allí aparecen muchos que viven ahora en Europa. Fue una experiencia totalmente positiva. En el aspecto económico, logramos pagar nuestros pasajes y nos quedó un pequeño plus. Además, en mi caso por ejemplo, recibí el apoyo entusiasta de los sitios donde acá trabajo, eso me obligaba a cumplir, y nos ha dado un éxito económico pero también espiritual. Ahora vemos un poco mejor cómo se mueve el mundo. Porque haga lo que haga la reacción, así tenga mucha presencia la derecha, en los parlamentos por ejemplo, el mundo marcha inexorablemente hacia un gran mestizaje cultural. Los migrantes son el futuro de todos, siempre ha sido así. Aunque quieran ocultarlo, los pueblos tienen una tradición, siempre hay una juventud consciente y rebelde, una vanguardia.

-¿Cómo se ve la discriminación hacia los migrantes?

Muchos evitan comunicarse con ellos, hay un temor. Puede que haya lumpenes también, como en el 80 cuando aquí estuvieron los refugiados cubanos. Y hay indigencia, en una calle de París puede haber una carpa de sirios y rumanos, o sin carpa ves familias durmiendo en los metros, son de piel oscura, como nosotros, los parias del mundo. Pero una juventud de colectivos anarquistas hace festivales, reciben refugiados como consigna de puertas abiertas. Las ciudades pertenecen a los migrantes, como aquí en Lima, aquí ya no hay limeños de abolengo. Igual, Paris es muy colorido con sus barrios de musulmanes o asiáticos. Y muchos peruanos, gracias al internet, están al tanto de los programas peruanos, están enterados de los chismes, cantan sus valses, se reúnen en 28 de julio y en octubre hacen su procesión, también se recrea el Perú alineado.

-Curiosa semblanza. Ser peruano es irremediable, decía Ribeyro. Quizá ser francés también. Finalmente, ¿qué opinas del Nobel para Bob Dylan?

Hay que ver qué intereses hay detrás de estos premios, el Oscar, Cannes, los Grammy, ¿son sólo por méritos artísticos? Esos premios sirven también para distraer, para ocultar los bombardeos o genocidios que pueden estar pasando. Por otra parte, Bob Dylan proviene de un colectivo contracultural, donde incluso había comunistas. Además, ese Bob Dylan no es el de hoy. En esta última etapa de su vida está desligado de sus orígenes contestatarios, ahora hasta hace comerciales. Particularmente, creo que una canción no es un poema. El poema tiene su propia musicalidad, el cantautor reviste sus palabras con música. Yo no me siento reivindicado cuando se dice que se les ha dado rango de poetas a los cantautores. Los poetas son mis amigos. Y yo soy un músico amigo de los poetas.

-Enhorabuena. ¿Y qué balance, en relación a tu trabajo como músico, puedes hacer después de esta gira?

Tenemos la tarea de volver mínimo en dos años en una forma más organizada, manejando mejor los contactos, llegar a la vanguardia, a los festivales contra la xenofobia y el fascismo. Nuestra misión es encontrarnos con otros locos del mundo, hay posibilidades, el terreno es firme. En esta nueva etapa de nuestra banda, nos sentimos revitalizados. Ya estábamos entrando en una peligrosa curva de decadencia, haciendo conciertos de aniversario, participando de nuestras movidas. El año que viene debe salir un nuevo disco nuestro. Y un libro “Escalera al infierno” de Ricardo Silva y yo, editado por Alfredo Vanini. Un disco, un libro, una gira, son nuestras metas a mediano plazo. Personalmente, si hubiera tenido menos años, tal vez me quedaba allá para construir los puentes culturales que se necesitan. Acá mi labor fundamental es con la educación, estoy muy contento de trabajar con niños en un colegio y en la Casa de la Literatura, con jóvenes en una academia y con obreros de construcción civil en un taller sindical. Al margen de cualquier viaje, eso es lo importante, porque ellos nos van a reemplazar. Si de alguna manera podemos direccionar sus talentos creativos, yo estoy muy satisfecho.

 

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