Peruano, tú que hablas hasta por los codos y dices que te interesa la democracia en Venezuela; tú que lloras a moco tendido todas las noches frente a los noticieros chatarra del grupo El Comercio y demás bribones a los que solo les interesa llenarte la cabeza de pura mierda; tú que reniegas de los que no piensan como tú o no levantan la voz como tú, tan “informado” y tan “políticamente correcto”, como dices o aparentas ser, pues, ya déjate de estupideces, deja de mirar la paja en el ojo ajeno, y simplemente, no seas imbécil.
Acaso aquí 20 000 niños no mueren anualmente por cuestiones sociales fácilmente predecibles, violencia estructural que le llaman, y conste que hasta hace poco estábamos dentro de los cinco países en el mundo con mayor mortalidad infantil: un triste y vergonzoso récord. Súmenle, ahora, el medio millón de niños afectados por desnutrición crónica y el millón de niños con anemia (datos ENDES-Perú 2012-2013).
Acaso los conflictos sociales no producen cientos de muertos por los que nadie da ni siquiera un bostezo: solo el año 2012 murieron 24 personas (abaleadas por nuestra “gloriosa” Policía Nacional) durante protestas en las calles, y la cifra sigue aumentando peligrosamente, tanto así que el Perú se encuentra actualmente entre los 46 países con alto riesgo de sufrir conflictos sociales –según el último dato de la revista The Economist–.
Acaso la seguridad ciudadana no es uno de los problemas más graves de nuestra sociedad y solo de 2010 a 2012 se pasó de 194 a 254 denuncias por robo, asalto, asesinato o violación por cada 100 000 habitantes, y la cifra sigue en crecida geométrica.
Acaso, no por eso, más del 20% de presos en este país lo están por violación, o sea, 12 000 de 60 000 reos convictos y confesos
Acaso la justicia ha hecho algo por esas 300 000 mujeres y esos 22 000 hombres esterilizados contra su voluntad durante el gobierno del reptil Fujimori. Acaso la clase política y los burócratas no se zurraron en el horror de un pueblo acostumbrado a callar. Y observen lo que es el Poder Judicial: un nido asqueroso de ratas, cucarachas y lampreas.
Acaso el Perú no ocupa el penúltimo lugar en comprensión de lectura, sin contar la prueba PISA, en la que ocupamos el puesto 65 de 65 países evaluados; y el Estado solo invierte una limosna del 3% del PBI en educación.
Acaso el sueldo mínimo de un peruano no ocupa también el penúltimo lugar en todo Sudamérica (US$267 mensuales), solo encima de Bolivia (con US$206), mientras que Venezuela está en US$ 472.
Acaso los accidentes de tránsito no producen también cientos de muertos, cerca de 5000 por año. Y, curiosamente, somos los poseedores de los conductores más salvajes y sanguinarios del mundo. Asesino y psicópatas a los que les hemos entregado licencia –léase “brevete”– para cometer crímenes con impunidad.
Acaso, también, más de 600 peruanos no se suicidan cada año –casi dos muertos por día–, porque su situación socioeconómica u otros les parece insoportable.
Acaso la clase política no se burla de sus votantes, y la corrupción (sí, ese mismo mal crónico por el cual un presidente liberó a narcotraficantes sin que nadie hiciera algo para evitarlo) es pan de cada día aquí, donde los comeoros, los robacables, los lavapiés y tantos otros engendros burócratas siguen parasitando del Estado, dándose una vida de lujos y prebendas a costa de la miseria de millones de ciudadanos.
Venezuela es un país vecino y hermano, y, por supuesto, que nos importa su situación real, no las mentiras o engañifas que propalan los medios proimperialistas y/o plutocráticos, que defienden la verdad de los empresarios y transnacionales, las mismas que intentan sabotear un orden con el fin de imponer las condiciones de una invasión; así se movieron las realizadas a Irak, Irán, Kuwait, Líbano, Egipto, etc., y otras, que, con el cuco del “terrorismo”, han derivado en naciones sometidas y expoliadas, y ese mismo modelo se sigue manteniendo a costa de sangre, fuego y cerco mediático. Y cierto, la verdad de Venezuela no solo es lo que sale en Telesur, Aporrea o Rebelión, pero tampoco, y mucho menos, es la que sale en CNN o Fox News. Y, por supuesto, que este gran país llanero necesita ordenarse y que veedores internacionales, sin ataduras ideológicas o intereses particulares, sigan de cerca su proceso y que nadie ose quitarle la vida a nadie, mucho menos si este piensa diferente; pero, peruano, entiende, tu país necesita que mires hacia adentro, necesita que te toques las heridas.
Acaso no son importantes ese 34 % de niños peruanos que se ven obligados a trabajar (cifra idéntica a Nepal) o ese millón 350 mil familias que carecen de agua (solamente, en Lima hay un millón y medio de ciudadanos que carecen del líquido elemento). Cómo, pues, intentas socorrer al necesitado si te faltan las piernas, o cómo crees que le puedes dar la mano a alguien si ya no tienes mano. Y cómo vas a hacer para que tu voz llegue a otro país si ni siquiera se escucha en Conga, en el Cusco o frente al Ministerio de Trabajo, en la avenida Salaverry, de Lima.