Por: Jorge Paredes Terry
Una de las estrategias más urgentes es reducir la dependencia del mercado estadounidense. El Perú cuenta con una red de tratados de libre comercio (TLC) que pueden servir como salvavidas. La Unión Europea, China y los países de la Alianza del Pacífico (México, Colombia y Chile) son mercados con los que ya existen acuerdos preferenciales. Incrementar las exportaciones de productos como espárragos, uvas o prendas de alpaca hacia estas regiones podría compensar las pérdidas. Además, es clave explorar mercados emergentes, como India y los países del Sudeste Asiático, donde la demanda de alimentos peruanos va en aumento.
Pero diversificar no basta. Necesitamos volvernos más competitivos. La falta de infraestructura logística y los trámites burocráticos encarecen las exportaciones. Avanzar con la modernización del puerto del como Callao y modernizar definitivamente Paita, así como agilizar los procesos aduaneros, son pasos esenciales. Además, es fundamental que nuestro país deje de depender tanto de la exportación de materias primas y avancemos hacia productos con mayor valor agregado. En lugar de vender algodón sin procesar, por ejemplo, podríamos exportar telas o prendas confeccionadas. Las pymes, que son el corazón de muchos sectores afectados, requieren apoyo estatal con créditos blandos y capacitación en estándares internacionales.
La diplomacia económica también juega un papel crucial. El TLC con EE.UU. incluye mecanismos de solución de controversias que el Perú podría activar para negociar excepciones o cuotas libres de aranceles. Además, una estrategia coordinada con otros países latinoamericanos afectados, como México o Brasil, podría darles más fuerza a las negociaciones. Si los aranceles violan las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC), incluso se podría presentar una demanda.
Mientras tanto, es urgente fortalecer nuestro mercado interno. Programas de compras estatales a productores locales, como el algodón para uniformes escolares, y campañas para promover el consumo de nuestros productos ayudarían a mantener activos los sectores vulnerables. Atraer inversión extranjera para establecer plantas de producción en zonas francas, como Tacna o Ilo, también podría generar empleo y reducir la dependencia de importaciones.
Los aranceles de EE.UU. son un desafío, pero no una condena. Con una estrategia clara, el Perú puede convertir esta amenaza en una oportunidad para modernizar nuestra economía, explorar nuevos mercados y reducir vulnerabilidades. La clave está en la acción rápida y coordinada entre el gobierno, el sector privado y la diplomacia. El momento de actuar es ahora.