El Perú comienza a hacerse con las primeras planas de los diarios del mundo pero de la peor manera. Un bus que cae al abismo en el corazón de la capital del país; una leche que se dice Pura Vida pero que en Panamá desenmascaran como bamba; una pareja presidencial enviada a prisión para estupor del planeta y un ex presidente violador de DD.HH. a punto de salir. Esta mala publicidad no nos convierte en el país del realismo mágico, sino más bien el epicentro del realismo gótico.
Hasta hace un par de meses de Perú no se decía nada en las grandes cadenas de TV internacionales ni en los grandes diarios globales. Pero la muerte de dos jovencitos en el centro de Lima por un incendio (del cual vimos impotentes el video que enviaron por WhatsApp a sus familiares mientras pateaban desesperados la puerta de hierro forjado) y el titular que dio vuelta al mundo (denunciado por la página oficial de la OIT) que nos pintaba como un país donde existe la esclavitud, fue a nivel de imagen internacional fatal. Y solo fue el comienzo.
Sorprende en el extranjero que a los peruanos nos hayan vendido por años una leche que no era tal, y solo abrimos los ojos cuando otro país, Panamá, denunció la verdad de dicho pseudolácteo. Por otra parte la muerte de 10 personas al caer un bus desde el cerro San Cristóbal, muy cerca del Centro Histórico de la capital peruana, se internacionalizó no por el lamentable fallecimiento de tres turistas chilenos sino por las deplorables imágenes de vecinos de la zona del siniestro saqueando las pertenencias de las víctimas, muchas muriendo a vista de los carroñeros.
Es una imagen que describe la enfermedad de una nación al borde de la bancarrota moral, con casi todos los expresidentes acusados e investigados en temas de corrupción del caso Lava Jato, con un presidente prófugo y quizá lo que todavía no deja de sorprender a todo el planeta, y que no tiene precedente histórico (salvo quizá la detención y muerte por la guillotina de Luis XVI y María Antonieta), el rápido y casi inmediato encarcelamiento de un ex presidente y su esposa.
Esto último ha causado revuelo, en especial en otros países de la región también afectados por el caso Odebrecht y en donde el poder judicial peruano ha ganado fama de draconiano por sus órdenes de captura. Toda esta panorámica del Perú dibuja un país rumbo a la deriva autoritaria, y el próximo indulto a Alberto Fujimori — ¿hay alguien que todavía lo dude? — solo confirmaría un hecho, que en el Perú ha muerto la democracia. Y el Perú es la misma patria en que dejan morir quemados vivos a los esclavos modernos, los vecinos saquean a los muertos de un bus y donde se premia la violación de DD.HH. con el indulto y hasta con la presidencia de la República.
