Este incendio infernal en “Las Malvinas” solo está develando que somos una monstruosa e indignante sociedad esclavista. A la mierda tanta «democracia», tanta «civilización», tanta «cultura», tanto esforzarnos por parecer que ya estamos en el «segundo mundo». Y en realidad somos un país del África subsahariana, un país bananero, un país bajo la conquista de los bárbaros.
Mandamos a menores de edad, a trabajar encadenados en containers y les metemos fuego. Qué quieren que digamos de esto donde nadie puede hacerse responsable, donde todos están pensando que el culpable es un empresario o su representante legal o Pepito los palotes, cuando aquí el responsable directo es el ESTADO, es el SISTEMA, cuyas «leyes» y cuyo «orden» permite que esto ocurra en nuestras narices, aquí en el centro de Lima, a unas cuadras de todos los “poderes constitucionales” y a unas cuadras de Palacio de Gobierno donde un gringo calienta el sillón del conquistador Pizarro, otro explotador y mataindios.
Honor y gloria, Luis Guzmán Taipe, adolescente de 15 años, tú también eres un obrero que muere en su trabajo solo para que algunos disfruten de esto que llaman «vida» o «sociedad del confort» y a quien la «modernidad» solo le sirvió para hacer una desesperada llamada telefónica y decir: “Papá, estoy encerrado en el contendedor, los dueños me han encerrado, hay un incendio”.
Honor y gloria a todos los, desaparecidos, Hovy Herrera, de 21 años, Luis Huamán Villa y los otros sin edad, sin rostro ni nombre, de los que seguro solo quedarán cenizas y nadie se hará responsable y solo serán los NNs que mueren todos los días y que solo son las estadísticas, el daño colateral, los inmolados por este brutal molino de carne llamado “economía de mercado”.
Finalmente, un incendio código 5, equivalente a ocho o diez incendios, 400 bomberos y casi un centenar de unidades que durante todo un día no logran apagar el fuego, nos entregan este triste y vergonzoso panorama. El Perú es candela y lava derretida. Y ya es hora de asumir nuestras responsabilidades porque el fuego que destruye también ilumina.