Penal de Lurigancho: Historia de una fuga en medio del hacinamiento
El sistema penitenciario en el país es fallido, insuficiente y corrupto. Prácticamente, se ha convertido en un ecosistema que mantiene e impulsa ‘resorts de confort’, como una especie de ‘escuelas del crimen’ que subsisten gracias a las coimas y a la negligencia reinante, que hace oídos sordos ante la recurrente “desactivación de los protocolos de seguridad”.
Este lunes 21 de abril de 2025, en horas de la noche, el recluso venezolano John Kennedy Javier Sebastián se fugó como ‘Pedro en su casa’ del penal de Lurigancho, tras escalar el alto muro de la fachada del reclusorio, burlando al personal del Instituto Nacional Penitenciario (INPE) y de la Policía Nacional del Perú, mientras los vecinos sanjuanluriganchinos grababan asustados con sus celulares la insólita escena.
John Kennedy Javier Sebastián fugó el lunes del penal San Pedro en SJL.
Los que hemos visto algunas películas de temática carcelaria, entre ellas, Fuga de Alcatraz, El Gran Escape, Papillon, Fuga de Absolom, La Roca, entre otras, pudimos vislumbrar que las cárceles no son cien por ciento seguras y que los antihéroes se convierten en héroes. Sin embargo, la realidad siempre superará a la ficción y es más cruda de lo que podemos imaginarnos. No obstante, en Estados Unidos, en algún momento clausuraban las cárceles que habían sufrido fugas importantes. Como es el caso de Alcatraz en 1963, la prisión de West Virginia en 1995, y el Mecklenburg Correctional Center, también en Virginia, en 2012.
Así las cosas, en Perú, parece que cuando un centro penitenciario es protagonista de una escandalosa fuga, más bien adquiere mayor prestigio y se incentiva su funcionamiento. ¿Acaso cerraron el penal Miguel Castro Castro luego de la fuga de 48 terroristas del MRTA? Aquel 9 de julio de 1990, Víctor Polay (camarada Rolando) y sus secuaces escaparon por un túnel de 250 metros y como decía Martínez Morisini: —Aquí no pasa nada—una prueba de ello, es la vigencia de este centro penitenciario que aún continúa funcionando en Canto Grande; pese a que, en mayo del 2023, el condenado Romario Robin Correa Sarria, durante el relevo de turno también se escapó de este penal, supuestamente de “máxima seguridad”.
Terrorista Víctor Polay se fugó del penal Castro Castro por un túnel en 1990.
Lo mismo sucedió un mes antes en el Penal de Puerto Maldonado en Madre de Dios, en el cual tres reclusos que fueron sentenciados por violación sexual a menores de edad se escaparon por un torreón sin vigilancia policial. Y así sucesivamente, otro violador sexual Roberto Ancco Checa, en febrero del año pasado en el Penal de Socabaya en Arequipa, casi escapa, al intentar llegar al muro exterior; sin embargo, felizmente quedó atrapado en la concertina (alambre de púas). Asimismo, apenas hace 4 meses en el Penal de Piura, otro sentenciado a 20 años de cárcel por robo agravado se valió del habitual relevo de policías y saltó por el pabellón en pleno cambio de turno.
“El INPE parece nuevo”
Como es habitual, luego de producirse una escandalosa fuga, el Instituto Nacional Penitenciario (INPE), se ‘pone las pilas’, se vuelve diligente y anuncia medidas disciplinarias. Esta vez rodó la cabeza del director del penal de Lurigancho y acaba de ser destituido, como para ‘calmar las aguas’. Incluso, se ha relevado al personal de custodia que fue testigo del grave incidente; es decir, se los habría reasignado a otra cárcel-coladera. También se han suspendido las visitas familiares, se viene coordinando con la Policía Nacional la recaptura del prófugo, y quizá se le incluya en el Programa de Recompensas del Ministerio del Interior. Y como ‘cereza del pastel’, que pretende ‘taparle la boca’ a la opinión pública, ya iniciaron una exhaustiva investigación para determinar las probables complicidades producidas internamente.
La crisis penitenciaria en nuestro país se ha convertido en un cáncer, y en especial el penal de Lurigancho, por cierto, el más grande del país con más de 20 pabellones y que alberga a casi 10 mil internos, pese a que fue inaugurado hace 51 años, para una capacidad original de 3,200 convictos. En otros términos, “Luri” tiene una superpoblación de 190%, algo indecible que solo ocurre en Perú.
Asimismo, este establecimiento ya debería ser clausurado y trasladado a otro lugar, no solo por el tremendo hacinamiento que enfrenta; sino, porque la urbe colindante, prácticamente ya se ‘comió’ el terreno del penal. Por ejemplo, urbanizaciones como Villa Huanta, albergan a numerosas familias que han convertido ese rincón en una creciente zona residencial.
En suma, el sistema penitenciario en el país, es fallido, insuficiente y corrupto. Prácticamente, se ha convertido en un ecosistema que mantiene e impulsa ‘resorts de confort’, como una especie de ‘escuelas del crimen’ que subsisten gracias a las coimas y a la negligencia reinante, que hace oídos sordos ante la recurrente “desactivación de los protocolos de seguridad”.
¿Qué daño ha cometido el Perú que tiene gobernantes indolentes? ¿Acaso es imposible que en nuestro país se construya un CECOT como en El Salvador?
Varios gobiernos desde hace décadas prometieron construir nuevos penales con mejores infraestructuras y con sustanciales reformas carcelarias; sin embargo, hasta el día de hoy se quedaron en promesas y “quienes ganan son los preciosos, que con toda su batería emprenden una pichanga, mientras se ven chalequeados por la propia PNP”.