Fue en 1967 cuando ocurrió todo. Ese año, Adam Walker, un estudiante de Literatura en la Universidad de Columbia, un poeta sombrío que admira los versos de Dante y traduce poemas provenzales, conoce en una fiesta a un hombre. Se llama Rudolf Born y el encuentro con él y su novia, ambos de aires misteriosos, cambiará el curso de su vida. Born entablará una rápida relación con él que le abrirá enseguida la posibilidad de una carrera literaria y de una tórrida aventura sexual. 40 años después, Walker intenta poner por escrito lo que entonces pasó, que se supone marcó el resto de su vida.
Así, con ese estilo, Paul Auster de una prolífica periodicidad, que en los últimos cinco años se ha convertido en anual, Paul Auster (Newark, Nueva Jersey, 1947) escribe “Invisible” (Anagrama), su novela con los ingredientes de siempre: un estilo incisivo, eléctrico, como de thriller de acción; una peripecia fuera de lo común; un gusto por lo metaliterario; la experimentación narrativa típica de los talleres de escritura creativa.
Lo cierto es que “Invisible” vuelve a estar poblada por escritores y jóvenes poetas -personajes familiares en el trabajo de Auster- que son víctimas del azar, el amor y la violencia. En este caso es un incesto lo que hace palpitar la trama. Cuenta el escritor que cuando su esposa (la también novelista Siri Husvedt) leyó este pasaje le dijo que parecía estar escribiendo sobre ellos. “Llevamos casados 30 años y hemos construido una amistad muy íntima, un vínculo emocional, intelectual y físico muy fuerte. Creo que tiene razón, de alguna manera eso estaba ahí cuando escribí”.
Confiesa que las escenas íntimas han sido lo que más le ha costado: “Lo más difícil es escribir sobre sexo y en este libro hay mucho”. “Invisible” es el décimo octavo libro y la novela número 13 de Auster. La escribió en aproximadamente seis meses en 2008. Desde entonces ha estado trabajando en la siguiente, que ya ha acabado y saldrá dentro de un año.
Ya se han escuchado algunas voces que dicen que es de sus mejores novelas, como la brillante crítica que ha recibido el libro en The New York Times, pero también otra funesta, a cargo de James Wood en The New Yorker.
Lo que es innegable es que Paul Auster es actualmente uno de los escritores que cuentan con mayor número de seguidores por todo el mundo por títulos como Trilogía de Nueva York, El libro de las ilusiones, La noche del oráculo, Brooklyn Follies o El país de las últimas cosas (por citar sólo algunos) y siguen creciendo a diario.
– ¿Feliz con el resultado de invisible? – ¿Feliz? Nunca. – ¿Por qué no? – No sentirse feliz forma parte de la naturaleza de este trabajo. Experimento un minuto de satisfacción cuando acabo un libro o cuando pienso que ha sido un buen día de trabajo. Después, me gana el desasosiego, pienso que he de leer más libros para hacerlo mejor en la próxima ocasión. – La crítica que publicó recientemente el “Book Review” del “New York Times” concluía que ésta es su mejor novela… – Lo sé. Sólo es la opinión de una persona. Y cada una tiene una opinión diferente. – Como James Wood, que arremete contra usted en “The New Yorker”. – No he leído la reseña. No leo ninguna desde hace cuatro o cinco años, aunque también la conozco. Sé que me ataca. No tengo nada personal con él, pero siempre es así. Muchos amigos me preguntan cuál es el problema. Es un reaccionario. No quiero preocuparme. Siri, mi mujer, me llamó para contármelo. Dijo que era como si vas por la calle y un desconocido te suelta un puñetazo en la cara.
– En “Invisible”, lo que sí se ve es su valentía para narrar un incesto. – Es lo más apasionante del libro. – Los críticos han puesto el acento en su erotismo… – Nunca había ido tan lejos. Resulta difícil de escribir, es duro. He intentado hacerlo con el máximo de honestidad, sin usar metáforas, describiendo lo que sucede con un lenguaje directo. – ¿Es la intimidad lo más importante en literatura? – Depende de lo que quieras hacer. A veces uno busca objetividad y distancia. – Una de sus frases: “Miedo es lo que hace que nos atrevamos a tomar riesgos”. – Lo digo a la hora de escribir, en el sentido de que es difícil explicar una relación incestuosa y lograr ser convincente. – Otra sentencia: “La guerra es una de las más puras expresiones del alma humana”. – Yo no lo creo. Es lo que piensa Born, uno de los personajes. Pero es innegable que es una cuestión de debate. A pesar de los años de civilización, seguimos matándonos los unos a los otros. Cada día alguien mata a alguien. Es un pensamiento horrible, en cuanto nos sentimos agredidos lo asociamos a matar al que nos agrede. – ¿Qué le ha llevado escribir esta novela? – He trabajado seis o siete meses, cada día. Sin embargo, durante años pensé una de mis novelas, Brooklyn Follies. Cuando la escribí, al acabarla, me quedé vacío, no sabía qué hacer, absolutamente vacío. No tenía ideas. – ¿Y ahora? – Ya tengo otro libro acabado. Lo terminé hace dos meses y saldrá el próximo año. – ¿De qué va? – Ya se verá.
Paul Auster nació en 1947 en Nueva Jersey. Tras un breve periodo como marino en un petrolero, vivió tres años en Francia, donde trabajó como traductor, “negro” literario y cuidador de una finca. Desde 1974 reside en Nueva York.
Paul Auster es autor de las siguientes obras, todas ellas publicadas por Anagrama: Trilogía de Nueva York (Ciudad de cristal, Fantasmas y La habitación cerrada), El país de las últimas cosas, La invención de la soledad, El Palacio de la Luna, La música del azar, Leviatán, El cuaderno rojo, El libro de las ilusiones, La noche del oráculo, Brooklyn Follies, Viajes por el Scriptorium y Un hombre en la oscuridad.
Además, ha escrito los guiones de Smoke & Blue in the face, Lulu on the Bridge y La vida de Martin Frost. Auster se ha convertido en uno de los autores con mayor prestigio internacional y a la vez con un creciente número de lectores en Hispanoamérica.
“Experimento un minuto de satisfacción cuando acabo un libro o cuando pienso que ha sido un buen día de trabajo”