Con una marcha multitudinaria convocada por la familia Maldonado y organismos de Derechos Humanos el pasado 1° de septiembre, el reclamo por la desaparición de Santiago se ha hecho sentir, al menos, tibiamente, en el seno del gobierno de Mauricio Macri en la Argentina. Tal como hemos considerado en columnas anteriores, la parte más compleja de la cuestión tiene que ver, entre muchas cosas, con la Gendarmería Nacional considerada como principal responsable y la Ministra Patricia Bullrich como cara visible de una defensa (no desprovista de cierto cinismo) del accionar de las fuerzas de seguridad.
¿Cuáles son esos tímidos ecos del reclamo? El análisis por parte del Presidente, junto con Bullrich y el Ministro de Justicia, Germán Garavano, de los videos que registraron la represión a la comunidad mapuche ubicada en Chubut el pasado 1° de agosto y el envío de dos funcionarios a esta provincia con el objetivo de proveer asesoramiento a la Justicia provincial. Esos funcionarios son Claudio Avruj (secretario de Derechos Humanos) y Daniel Barberis (Director de Seguimiento de Causas de Violencia Institucional).
Sin embargo, entre el viernes pasado, día de la Marcha por Santiago Maldonado, y el lunes, otros hechos preocupantes han sido registrados, hechos que muestran a las claras la política represiva y de control de la sociedad civil llevada adelante por el gobierno. El viernes por la noche, 31 personas fueron detenidas por disturbios menores y derivadas a tres comisarías por parte de policías y servicios de seguridad camuflados como manifestantes. Afortunadamente, la presión de entidades como la Correpi (Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional) permitió que se adelantaran las declaraciones de los detenidos en los tribunales de Comodoro Py al día domingo, para asegurar su pronta liberación. Esas personas fueron detenidas después de finalizada la marcha, a las 21 horas del viernes, cuando la principal desconcentración tuvo lugar a las 19:30 horas.
Parece necesario aclarar que la marcha se dio de manera pacífica, porque, simultáneamente a un encuentro que no presentó mayores novedades en términos de circulación de personas y hechos de violencia, el canal TN y la versión digital del diario Clarín empezaron a publicar noticias que mostraban manifestantes contra la policía o que insistían en el carácter bárbaro y salvaje del reclamo. Hasta el propio Jefe de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, abrió una convocatoria de voluntarios para pintar las paredes “manchadas” por los graffitis de los manifestantes luego de terminado el encuentro.
La estrategia es clara. Mantener una posición de defensa del accionar represivo directo, establecer la idea de que cualquier tipo de manifestación tiene intereses violentos y concentrarse en aspectos que pueden influir en la “buena consciencia” de la ciudadanía. A más de un mes de la desaparición de Maldonado, no hay respuestas concretas, sólo paredes pintadas nuevamente de blanco. Y, aquí, dicen, no ha pasado nada.