Él es Paolo González, tiene como compatriota más ilustre y envidiable a García Márquez. Nació en la ciudad de Manizales hace 28 años y desde su primer día de vida aprendió a ver el mundo desde adentro, desde aquellas profundidades sin luz solar, en donde se perciben las grandes cosas y ciertamente es su corazón el que ve más nítidamente por él.
Hace un par de años que vive en el Perú, aquel país lejano y noble que iba alimentando sus fantasías de niño cuando gozaba a plenitud con programas peruanos que le llegaban hasta el otro lado entre cafetales y cumbias, como “Nubeluz” “Risas y Salsas” y “Karina y Timoteo”, productos peruanos que le advertían sobremanera tanto el entusiasmo como lo festivo de nuestra gente.
En Colombia Paolo ganó el 2013 el Concurso televisivo “Colombia tiene Talento” y se hizo conocido derrochando destreza para el canto y tocando el piano mismo Ray Charles. Cosas van, cosas vienen, y se decide volver a empezar, pero ahora fuera, cruzando muchos ríos del olvido y logra desembarcar en ese país con el cual hizo volar a su imaginación toda su vida.
No fue nada fácil desprenderse así por así de su tierra caribeña, pero ni bien llegó a nuestro país, el corazón enorme de una linda peruana, de la Provincia de Abancay coincidió con el suyo, en tiempo y espacio, en juventud y en amor sin fronteras, con quien ahora tiene un par de mellicitas de un año de edad y las que se han convertido en la única luz para iluminar sus noches sin cielo abierto.
Su novia habla bien el quechua y Paolo ya está empezando a soltar frases completas que prontamente harán la magia de poder sorprender a su público con un temita a lo Silvia Falcón o a lo Magaly Solier en la lengua de los Incas.
Empezando éste año los contratos bajaron y con cierta incertidumbre tuvo que salir a las calles del centro de Lima, y en el Jirón de la Unión encontró a su público fiel, casual y muy alentador, quienes en poco tiempo le han brindado su respeto y su admiración.
Paolo y Mario Navarro.
Paolo es un verdadero guerrero, un showman que canta y baila reguetón hasta el suelo, la salsa es lo que más placer le hace y cómo no, le entra con todo al feeling cortavenas de la música criolla, pero son sus bachatas y vallenatos con las que se mete al bolsillo a más de uno.
Paolo es un parcero como pocos, y su don de gente hace que se le quiera, que se le escuche, se le aplauda y se le colabore con unas monedas tan justas y tan necesarias para él. Nuestro cantante ya ancló feliz en nuestro país, y el amor por su familia es gigantesco, ahora solo quiere más contratos y vivir en Lima, entre nosotros, con nuestra idiosincrasia a lo Laura Bozo, pero poco le importa, eso con tal de estar cerca de sus tres lindas peruanas. Además, ya lo decía el Principito y tranquilamente Paolo también podría suscribir la frase cual dice que “lo esencial es invisible a los ojos”. Y aunque su polo pintado no pueda verlo nunca, ese será el mejor pretexto para seguir encontrándonos en el silencio o en la fiesta que es la vida en amistad.