Opinión

Otro mundo es posible

Lee la columna de Fernando Casanova Garcés.

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Por Fernando Casanova Garcés

Proverbios 28:8
El que aumenta sus riquezas con USURA y crecido interés ¿vivirá éste? No vivirá. De cierto morirá, su sangre será sobre él.

El fragor de la protesta se vio interrumpido por un acontecimiento inesperado que marcó un antes y un después en lo que dimos en llamar la lucha contra la usura bancaria en el Perú. En medio de una marcha enérgica y briosa, un hombre se desplomó tras enfrentarse con la fuerza policial. Protegía con su cuerpo una pancarta que clamaba «Abajo la Banca Terrorista», reflejando con ello el sentir de muchos que se congregaban para denunciar las llamadas amenazantes del BCP en plena pandemia, la estafa de las AFP y el monopolio farmacéutico del INTERBANK.

Rápidamente, un grupo solidario de mujeres con vestimentas andinas rodeó al caído, ofreciéndole agua y asistencia para limpiar la sangre que brotaba de su nariz. Mientras tanto, las consignas resonaban en el aire por las calles cercanas a la plaza de armas de Arequipa, alimentadas por la indignación de una sociedad cansada de los engaños y acosos del sistema financiero justo cuando el país alcanzaba un lúgubre record mundial de muertes por Covid19 y el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables informaba de un octavo suicidio en la ciudad de Juliaca por causa directa del sistema financiero y sus métodos abusivos de cobranza. 

Lejos de amilanarse, el caído instó a sus compañeros a continuar la marcha, pidiendo que al final nos reunamos todos en el viejo local anarquista cercano al Convento de Santa Catalina, un refugio para los disidentes que aún subsiste justamente debido a un mundo dominado por el poder de las grandes corporaciones y diseñado a medida del capital ensangrentado que, para nosotros, gobierna el Perú. Así creamos la Coordinadora de Familias por una Banca Solidaria – COFABS, donde ese hombre agredido, Tino Santander, nos unió en su idea tentadoramente irrebatible: luchar contra la usura es seguir a Cristo.

Ese combativo 17 de enero del 2021 no solo fue el día en que nos encontramos físicamente, fue un despertar espiritual por justicia y libertad lo que terminó por conectarnos. Reconocimos en cada mirada y gesto una profunda afinidad de ideales y que allí parecía haber llegado a su gran ensamblaje. Decidimos unir fuerzas y comprometernos a combatir contra lo que, de natural consenso, representaba para todos el real problema de nuestros pueblos: la usura bancaria. Y declaramos ese día, hombres y mujeres con niños en brazos, el inicio de una batalla nacional contra el abuso del sistema financiero y su consabido dominio en la sombra del poder nacional.

La semilla plantada comenzó a dar frutos. Con tenacidad y convicción, en Tacna, en Madre de Dios, en Jaén, en Huánuco, en Trujillo, Cuzco, Piura y Lima salimos a marchar otra vez contra el terror que para nosotros representaba el sistema financiero y sus amenazas en pleno estado de emergencia, y con la ayuda de diferentes líderes sociales y sindicales logramos persuadir en las calles a varios congresistas y sus bancadas para que apoyaran los más de diez proyectos de ley  destinados a frenar los abusos bancarios que por años han masacrado como mafias el bolsillo de todos los peruanos.

La tasa de interés, convertida en una espada de Damocles sobre las cabezas de los ciudadanos, alcanzó niveles inmorales como el récord mundial del 176% impuesto por el banco azteca para el retiro de efectivo con tarjeta de crédito, dinero que sacamos para intentar pagar las facturas de las clínicas buitre donde ingresaban nuestros familiares ya sin aire, y que hasta la fecha siguen impunes pues sabemos bien que sus dueños, junto a hospitales y laboratorios, controlan los medios de comunicación y manejan la agenda periodística que dicta esa madriguera oligarca que es la CONFIEP, entretenida hoy en conseguir Rolex bamba como salvavidas de su sipanica Boluarte.

El 18 de marzo del año 2021 para nosotros quedó marcado en la historia como el día en que se promulgó la Ley Nº 31143, conocida como «Ley que Protege de la Usura a los Consumidores de los Servicios Financieros». Sin embargo, nuestra victoria fue efímera. El Poder Ejecutivo y un extrañamente preocupado Colegio de Abogados de Ica, impugnaron la ley, frustrando su aplicación efectiva al evitar la emisión del necesario reglamento. Pero como la luz de la justicia nunca se apaga por completo, el 26 de marzo último, la periodista Cecilia García avisaba que el Tribunal Constitucional expidió la Sentencia Nº 95/2024, con la que desestiman las demandas de inconstitucionalidad contra la Ley Antiusura y se exhorta al Congreso a reglamentarla y difundirla para proteger a los ciudadanos de los excesos del mercado y las manos invisibles de los barones de la banca.

Aunque ello representa un avance simbólico de nuestra causa nacional, la realidad es desafiante. La tasa de interés sigue siendo un arma sujeta a los topes impuestos por el BCR, allí donde todo es capitaneado por los CEOs bancarios y al propio organismo regulador SBS lo dirige la señora Heysen del BBVA, amén de que cada banco tiene un sequito de congresistas a sueldo y para todo uso. Justamente por ello nuestra determinación es inquebrantable, conscientes de que la verdadera justicia financiera se alcanzará con unidad, perseverancia y un genuino apostolado revolucionario. Somos el eco de una voz que clama por una vida sin el terror de esa esclavitud moderna cuya cadena es el crédito impagable y deuda sin fin… Hay, hermanos, muchísimo que hacer.

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