Escribe: Umberto Jara
No entiendo. De veras me esfuerzo por entender a las gentes que aplauden a Vizcarra. Trato de entender por qué cuando uno lo cuestiona hay quienes protestan, se indignan, insultan. ¿Realmente no se dan cuenta? ¿Les encanta el circo que les dan y les parece suficiente? ¿No tienen hijos cuyo futuro deben proteger? ¿No perciben el riesgo que estamos viviendo con este gobernante? ¿No lo han visto mentir diciendo que si cerraba el Congreso iba a trabajar y no ha hecho nada y se la pasa viajando a provincias a inaugurar una vereda o un caño?
Ese hombre mediocre de pies a cabeza que finge ser gobernante y que, en un exceso de sinceridad, ha llegado a decir en público que no sabe si es gobernante o jefe de Estado. Ese patético personaje salió esta mañana acompañado de cuatro ministros, decretó la suspensión de las clases escolares y terminó diciendo que “la responsabilidad es de cada ciudadano”. La mesa de esta mañana mostró a cuatro personajes y su jefe diciendo lugares comunes sin efectos prácticos. Nadie sabe de dónde salieron pero armaron una escenografía suficiente para generar temor en lugar de actuar con obligatoria prudencia y tratar de generar tranquilidad. Algún tonto le habrá dicho que de ese modo subirá en las encuestas, esa adicción inútil que exhibe sin pudor.
El efecto de la sobreactuación presidencial se percibió a lo largo de la tarde y noche cuando la estupidez limeña se exhibió en todo su esplendor vaciando ciertos supermercados como si un mortal ataque se avecinara. Patético espectáculo de gente ignorante incapaz de un mínimo de raciocinio.
Existen 15 personas infectadas en un país con 32 millones de habitantes. Es decir, el 0.000004 por ciento. Y en el planeta hay 124 mil infectados y 5,150 fallecidos en una población de ¡7 mil millones¡.
No estoy sosteniendo que no pasa nada. Sostengo que el tema del Corona virus exige calma, manejo racional de la situación y mucha prudencia para controlar la tendencia al pánico. Pero si el hombre mediocre sale a dar un mensaje a la Nación por UNA persona infectada y días después sale con cuatro ministros porque el 0.000004 por ciento de la población está afectada, es inevitable que va a activar temores y eso es peligroso.
De paso, digamos que la prensa, ay la prensa, tampoco ayuda. En un noticiero estelar le dieron apenas 32 segundos al Dr. Eduardo Gotuzzo, el peruano reconocido internacionalmente como un gran experto en infectología, y no destacaron su opinión serena: “Una pandemia significa que se extiende a distintos lugares pero no tiene nada que ver con la mortalidad; además la mortalidad del Corona virus es baja”. Esa opinión no va a los titulares porque difundir el miedo es una forma de hacer el periodismo chillón de hoy.
Tristes tiempos vivimos. El domingo leía en un artículo de Arturo Pérez-Reverte estas líneas: “La mayoría recibe información a través de redes sociales o no la recibe en absoluto. Y tal vez está ahí la clave: no existe inquietud por entender. Ni lecturas ni análisis. El mundo se simplifica de modo equivocado y peligroso”. Y cuán peligrosa es una legión de imbéciles que a estas horas estarán contemplando en sus casas los kilos y kilos de menestras y fideos que se llevaron, las decenas de latas de lo que sea que se arrancharon con desesperación, los centenares de rollos de papel higiénico que cargaban. ¿Dormirán abrazados a su cargamento? ¿Creen que así se vacunarán contra el Corona virus? ¿Qué otra cosa harán para incrementar el pánico que puede hacer más daño que un virus?
Disculpen el mal humor.
