Cultura

OPINIÓN: ¿APOCALIPSIS CULTURAL, O RENACIMIENTO CULTURAL?

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Cuando miramos el horizonte global de nuestra existencia a la aurora del siglo XXI, vemos el amanecer del resplandor más nefasto de un virus llamado por la Organización Mundial de la Salud: COVID-19, que desestabilizó los cimientos de la tecnología y de la ciencia como los grandes garantes del futuro de la vida de la humanidad. Es así que sentimos, en nuestras vidas cotidianas, el temor de la transgresión insostenible de un revés económico y de convivencia socio-cultural. Es evidente que estamos cruzando un apocalipsis del umbral de la edad oscura contemporánea del siglo XXI.

En tiempos de la pandemia respiramos sistemáticamente una parálisis de anticultura humanista, con falsos líderes integrados por hombres que ejecutan anatemas contra la pobreza y el dolor más profundo del prójimo. Huellas que marcan el recuerdo de la historia medieval del siglo V hasta el siglo XV, en donde el desarrollo espiritual, cultural y humanista fue arrinconado y prohibido en su progreso del bienestar de las sociedades pasadas.

Tal es así, que debemos reflexionar escudriñando lo sublime de la cultura en tiempos de cuarentena, como columna vertebral de un bálsamo de luz y de equilibrio del conocimiento en el hombre y de las sociedades del futuro. Necesitamos mirar los orígenes del pasado como fuente de inspiración de aquellos grandes líderes profundamente educados e íntegros, con una convicción espiritual y humanista; como lo fueron: el legado de hombres universales, el gran referente del cristianismo, llamado el maestro Jesús de la historia de la humanidad; el gran humanista Marco Aurelio de la Roma filosófica y los grandes pensadores del conocimiento universal de la Grecia de Platón y Aristóteles; etc.

En el caos de la angustia del dolor, nos someten a una inequidad materialista de un sistema tecnológico que nos obnubila ante las barbaridades de “hombres y líderes”, que son como sepulcros blanqueados que se esfuerzan como hienas en quebrantar la esencia de la identidad cultural del hombre. Con el apoyo de la tecnología y de los medios de comunicación, pagados por el “Estado” y los poderes sombríos, manipulan demagógicamente el sendero de las mentes humanas, por un precipicio sin rumbo. Siendo la educación cultural, pilar del futuro de las sociedades del mañana, relegándole a un camino de supervivencia.

En la congoja del dolor de muchos de nuestros compatriotas y de la humanidad, reflexionemos en un amanecer de un principio de esperanza de un nuevo renacimiento a la luz del siglo XXI. Como lo fue el esplendor del renacimiento del humanismo intelectual del siglo XV, en donde el hombre fue el centro de la reforma interna del antropocentrismo. Es por ello que necesitamos propagar, retomar como columna vertebral la educación cultural y espiritual como base del conocimiento de los niños, desarrollando una sensibilidad de análisis crítico-humanista y no de una mentalidad materialista, consumista, y de un triunfalismo vacío.

Hace más de 120 años atrás, una gran escritora americana llamada Elena G. White escribió:

«La mayor necesidad del mundo es la de hombres que no se vendan ni se compren; hombres que sean sinceros y honrados en lo más íntimos de sus almas; hombres que no teman dar al pecado el nombre que le corresponde; hombres cuya conciencia sea tan leal al deber como la brújula al polo; hombres que se mantengan de parte de la justicia, aunque se desplome los cielos.»

La educación, p. 57

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