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OLIVIA SE FUE A LOS CIELOS

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I

Hubo una mujer que danzaba bajo la lluvia tibia de Ucayali. Con sus manos grandes dibujaba figuras geométricas y vuelos del wayronco o abejorro que sus ancestros le habían enseñado. Y, por las noches, cuando la Yacumama dormía, les cantaba a los hombres de la Tierra para sanar sus heridas y mostrarles el camino. Nunca aprendió a leer ni sabía diferenciar un simple papel de un papel moneda. Para qué, si siempre la naturaleza le entregó todo lo que necesitó. Su mirada se extendía por encima de los árboles y las nubes. Así permaneció por más de 80 años con sus pies descalzos, sus trajes de colores psicodélicos y su cerquillo de niña traviesa. Ella fue la guardiana del bosque, pero la asesinaron de cinco disparos.

II

Dicen que cuando nació la maestra Olivia, todos los pájaros silvestres del Amazonas cantaron al unísono y unos monos titis se acercaron a su cuna y le ofrecieron  frutas. Curiosos ronsocos, sachavacas, guacamayos, maquisapas, charapas y hasta temibles shushupes llegaron enroscadas y arrastrándose a dar la buena nueva. El pueblo entero apareció, en procesión, para ser testigos del nacimiento de la sabia del pueblo: Panshi Beka (en idioma shipibo de la familia pano). Y este designio la marcaría desde muy pequeña cuando podía descifrar los sueños o, solo mirando a las personas, podía establecer de qué padecían y cuáles eran sus sufrimientos. Fue así que, antes de los quince años, su tío se encargaría de entregarle el conocimiento ancestral guardado bajo siete llaves.

La maestra Olivia no tardaría mucho tiempo en destacar como gran conocedora de la ayahuasca y como cantora autóctona de sonidos que provenían del alma o de algún intersticio del mundo interior o de la pituitaria como apuntan los new ages. Luego, en su rápida ascensión o iluminación, como chamana y como maestra de luz, conocería a un maestro chaikuni quien, por inmanencia, le otorgaría los otros secretos de los yerbateros milenarios, las hojas sagradas y las pócimas para sanar enfermedades incurables e intratables por la medicina occidental.

La maestra Olivia aplicó toda su sabiduría en ayudar a su comunidad y a los cientos de personas que venían desde los parajes más lejanos. Incluso, su fama llegó a Europa, Estados Unidos y Asia, de donde venían enfermos en camillas o en sillas de ruedas y, también, locos furiosos atados de manos y pies o poseídos por algún “tunche” o espíritu descarriado.  Y la maestra Olivia los curó a todos, los encaminó y les salvó la vida. Y pese a su poder espiritual su humildad siempre fue su sino: “Cada ceremonia de sanación es una nueva oportunidad para aprender más y fortalecer mi conocimiento para poder ayudar a las personas. Soy feliz cuando la gente se despide de mí sintiéndose mejor”.

III

Fue Richard Torres, nuestro amigo dramaturgo, uno de los primeros en avisar que habían asesinado a la lideresa, maestra y compañera Ana Olivia Arévalo Lomas, la que, alguna vez, con sus susurros nos ayudó a dormir y guardar serenidad cuando las cosas se ponían mal. La que nos decía que el ayahuasca es la puerta hacia nuestros antepasados y que se debe perdonar a los que nos hacen daño.

Quizás por eso, cuando Richard Torres le pidió a este escriba que lo casara con un árbol, todo se hizo de forma inmediata y de forma televisada mundo et orbis vía la CNN, la CBS, RT, etc. Matrimoniarse con la naturaleza no resulta exótico ni pertenece al mundo de la farándula, pero ese era el mensaje que la maestra Olivia nos había enseñado, aprovechar los medios posibles e ir contra la corriente cueste lo que cueste, así se obtuviera como respuesta  a la estigmatización, el insulto o la pérdida de la propia vida.

Muchos empresarios madereros ya habían pedido su cabeza, muchos traficantes de tierra ya se la tenían jurada, muchos explotadores y manipuladores de plantas oriundas ya la tenían entre ceja y ceja. Nuestra maestra Olivia,  nunca levantó su mano a nadie sino era para acariciar el rostro o para dar un abrazo, fue acribillada solo por soñar que los árboles son hombres y que los animales son nuestros hermanos menores a los que debemos proteger.

Foto: REUTERS/ Hugo Enrique Alejos

Todos sabían a lo que Olivia Arévalo se enfrentaba pero el Estado no hizo nada por defenderla, ni por protegerla, ni por ayudarla en su lucha. Simplemente la dejaron morir, tal y como hicieron con el líder ambientalista ashaninka Edwin Chota que, en 2014, fue asesinado por un grupo de madereros ilegales o los seis agricultores acribillados en Nueva Requena, presuntamente por tráfico de tierras.

Olivia nos cantaba al oído,  tocaba su vieja armónica para espantar al mal, nos enseñaba las coloraturas perfectas que proyectaban sus collares. Cuando la asesinaron, algo de nosotros murió con ella.

IV

La maestra Olivia amaba las plantas, los ríos y hasta el mismo aire denso que aparece después de cada chubasco. Con unas piedras y el humo azulado del mapacho avizoraba los tiempos cambiantes en la Selva. Nada de lo que saliera de sus manos podría estar teñido de negatividad o siquiera algún mal humor. Ni el canadiense Sebastián Paul Woodroffe, cuando la apuntaba con un revólver,  el 19 de abril último, pudo sacar algo malo de ella, y, más bien la maestra Olivia, para calmarlo, le cantó unos Ícaros o canciones para limpiar el alma (recién declarados Patrimonio Cultural en 2016); pero hay espíritus que no cambiarán nunca y las balas acabaron con una de las madres protectoras de la vida. Y conste aquí que Woodroffe fue detenido tres veces por violencia y fue tres veces dejado en libertad por las autoridades peruanas.

Los 32 mil shipibo-konibos que habitan en las regiones de Ucayali, Madre de Dios, Loreto y Huánuco en el oriente peruano están de duelo. Ellos creen que el demonio está suelto y ronda por sus calles. Por eso, han abandonado sus casas y nadie quiere hablar; pero alguien tiene que hacerlo.

V

Más de 50 defensores medioambientales han muerto en el Perú desde el año 2002, según la organización internacional Global Witness. Por el número de víctimas, somos el cuarto país más peligroso del mundo para ser un defensor del medioambiente, detrás de Brasil, Honduras y Filipinas.

VI

Dicen que Woodroffe cobró venganza porque le había entregado mil dólares y una laptop a un hijo de la maestra Olivia a cambio de que le entregara un niño o una niña de la comunidad. Tráfico de menores que le llaman.

VII

Cientos de organizaciones ambientalistas y ecologistas han levantado su voz de protesta por el vil asesinato de  Olivia Arévalo y exigen que se resguarde y proteja a los demás líderes de la Amazonía que no solo protegen sus territorios sino que, además, preservan su cultura.

VIII

La maestra Olivia era considerada una biblioteca andante. Todos los problemas de la comunidad se le consultaban y mucha gente venía desde muy lejos para solucionar sus problemas o curar sus males.

IX

Sebastián Paul Woodroffe fue ahorcado por una turba al modo de Fuenteovejuna y enterrado a menos de un kilómetro de donde ocurrió el asesinato de la maestra Olivia. El pueblo shipibo-conibo es pacífico por naturaleza, pero se mueve bajo sus propias normas y desconfía de la ley y la policía.

X

El día que fue ultimada, la maestra Olivia no traía puesto su chitonti o falda tradicional del pueblo shipibo con orlas vistosas de kené  (o parte gráfica de los Ícaros) que, con sus hermosos diseños, brindan protección a quienes la usan, pues es la viva representación de la serpiente Ronin, la que guía los sueños de ayahuasca y que, como sus trazos  indican, es sinónimo del infinito.

XI

La comunidad Shipiba de Lima-Cantagallo rechazó este crimen ignominioso y organizó una vigilia de resistencia en la Plaza Francia donde se cantaron Ícaros y se hizo un duelo amazónico en honor a su Panshi Beka.

XII

El actor y director, Richard Torres, ha prometido una protesta a nivel internacional que se realizará desde México y abarcará varios países de América.

XIII

Descansa en paz, maestra Olivia, ahora tú guías nuestros pasos desde el lomo de la serpiente Ronin. Que la tierra te sea leve y que el mito del Ayaymama o la madre muerta no se cumpla. Tus hijos te vamos a extrañar.

(Texto publicado en la revista impresa Lima Gris 14)

 

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