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Odebrecht es el nuevo Vladimiro Montesinos de la corrupción

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En estos momentos nuestra coyuntura nacional atraviesa por uno de los más graves escándalos en materia de corrupción, en el que se ha vislumbrado un crimen organizado de magnitud internacional, y que además se hayan involucrados presidentes de Estado, ministros, empresarios, y hasta periodistas.

La era Odebrecht marca en Latinoamérica y en nuestro país, otra década de continuismo en negociaciones oscuras, donde la coima se erige como el verdadero acto de fe entre operadores y autoridades; y que en lugar de cautelar la institucionalidad  como proceso rector de un ordenamiento legal que se precie de democrático, se zurran en la transparencia de licitar correctamente por el bien del tesoro fiscal.

Impunidad es la variable de moda que en las últimas décadas ha venido bendiciendo y protegiendo a más de un personaje de la escena política; pese a que ahí está el buen “precedente”; tenemos a un presidente purgando cárcel por delitos de corrupción y de lesa humanidad; aún quedan otros libres de polvo y paja: “…El castigo déjaselo para los esclavos…” recuerdo que leía en un párrafo de una novela de época en el que resaltaban los valores de la pompa europea;

“La pita se rompe por el lado más débil” dijo hace unos días Edwin Luyo Barrientos, el exfuncionario del gobierno de Alan García (hoy encarcelado) que recibió un soborno de Odebrecht para favorecerlo en la construcción de la Línea 1 del Metro de Lima; no obstante, dicen que pronto retornará al país, y se pondrá a derecho el también implicado exviceministro de Comunicaciones del régimen de Alan García (hoy blindado por su Secretario General de Partido), Jorge Cuba; y apenas pise suelo peruano será trasladado a Requisitorias en calidad de detenido para que inicie su proceso penal.

El Ministerio Público hasta el día de hoy viene operando sin contundencia, lo que invita a ser suspicaz para pensar que es parcial frente a las probables “presiones”, y a los evidentes indicios de subvenciones en los gobiernos de Alejandro Toledo, Alan García, y Ollanta Humala, ¿cómo es posible que hasta el día de hoy los expresidentes no tengan orden de impedimento de salida del país?

Esta situación genera un sinsabor en la opinión pública que una vez más no se siente identificada con sus autoridades. El Fiscal Pablo Sánchez merece tener un rol más responsable donde demuestre dar indicios de celeridad y transparencia, con la debida información del caso a una población que cada vez cae en zozobra, y que desea ver presos a los verdaderos culpables, y no, a funcionarios ni testaferros menores que siempre se inmolan por sus amos.

Los peruanos ya estamos cansados de Comunicores, de Ecotevas y de Narcoindultos; y para colmo, el hoy tristemente célebre Odebrecht.

Por otro lado, una herramienta que será relevante para obtener mayor información de implicados claves en este caso, sería que los eventuales involucrados deberían acogerse a la culminación anticipada de la pena, y así convertirse en colaboradores eficaces, lo que ayudaría a sus beneficios penales, y a la obtención de condenas efectivas de los peces gordos

¿Al Cuarto Poder le arrastra cola de Junco?                   

Desde un punto de vista doctrinario la omisión es un delito; y el silencio es el mayor aliado de las conspiraciones en todos los niveles; en ese sentido la prensa ha cumplido un rol más que silente y adormecido en esta coyuntura odebrechtiana, la pregunta es ¿por qué?

Para mala suerte de algunos dizques líderes de opinión que se han venido ufanando como los paladines de la imparcialidad; recientemente salieron a la luz sus nombres. Ocho son los periodistas conocidos por sus tribunas televisivas, radiales, y escritas, que figuran entre los personajes que habían colaborado para la empresa brasileña, entre ellos Ricardo Uceda, Juan Carlos Valdivia, Mario Saldaña, Pedro Tenorio, Augusto Álvarez Rodrich, Alfonso Baella, Enrique Castillo y el inmortal Raúl Vargas; no obstante, la posición de Álvarez Rodrich en una misiva anterior, buscó la justificación injustificable de acusar a la política de querer intentar propinarle golpes; empero, el periodista Gustavo Gorriti (que no está en la lista en mención) se anticipó y escribió hace poco en un artículo: el por qué él tomó distancia de Ipys en su momento, porque ya había observado “cosas” extrañas.

Si algo debe quedar muy en claro, son las dos labores fundamentales del periodismo: informar la noticia y la realidad de los hechos, con imparcialidad; y fiscalizar alguna extraña práctica política y social que se produzca de parte de los agentes que integran una sociedad.

 

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