Libertad bajo Palabra / Percy Vilchez Salvatierra

Ochenta años de Juan Ojeda

Elogio del máximo poeta peruano del último medio siglo.

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Juan Ojeda, leyenda de la poesía peruana, que hace medio siglo ofrendó su existencia carnal en el altar de su propio delirio sobre el asfalto de la cuadra 23 de la Avenida Arequipa, hoy cumpliría ochenta años.

Poeta de grandes ambiciones y profundas intuiciones conjugó una erudición real (no impostada al modo de los seguidores de Pound) con la turbulencia de un ánima sacudida por el estruendo de lo extraordinario y lo infernal.

Su poesía es el testimonio de alguien que quiso ver el paraíso en medio de las ruinas de su propio ser y terminó arrancándose los ojos, aunque atisbó los predios celestiales puestos al fin sobre la tierra al alcance de cualquiera (como nos indica su poema «Elogio de la infancia») aunque no dejó, ni por un instante, su posición muy bien anclada en medio de las riberas de la muerte y el olvido.

Quienes dicen que este escritor genera ciertas resistencias no calibran o no se atreven a exponer con claridad la incapacidad del literato promedio para profundizar en el vasto imaginario ojediano. Tal es así que basta una conversación con cualquiera que algo sepa sobre la poesía hecha en Perú para que se evidencie una total admiración por el aeda porteño y un entendimiento ecuménico respecto de su determinación como el mayor poeta peruano del último medio siglo.

Sin embargo, hay mucho de mala suerte en el devenir de Ojeda. Tres veces le preparamos sendos homenajes junto a Rafo León y siempre pasó algo que evitó su realización (lo que nunca pasó con ningún otro autor en el curso de los 245 episodios de la última proyección de Libertad Bajo Palabra).

Luego, debe haber cierto cálculo político de mucha gente en el soslayamiento de este intrincado autor, pues si se le posiciona, ipso facto, la mayoría de los poetas del sesenta y setenta desaparecerían de sus puestos actuales excepto Hinostroza.

Quizás, el regionalismo en boga haya resultado contraproducente puesto que en Chimbote hay una suerte de apropiación del aeda (hasta una suerte de celo) que dificulta las relaciones públicas en torno al ensalzamiento del vate.

Tal vez, incluso, los marcos tan limitados de la crítica académica en boga mucho más afincada en los estudios culturales que en la propia literatura tenga algo que ver y ni se diga de la crítica a secas que prácticamente no existe.

En fin, bienaventurados sean todos aquellos que entiendan.

(Columna publicada en Diario UNO)

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