Opinión

Óbito para Mario Vargas Llosa

Lee la columna de Hans Alejandro Herrera.

Published

on

Vargas Llosa en la tumba de Gauguin.

Es sabido desde hace muchos años que las redacciones de las revistas y periódicos en sus secciones de cultura alistan y entrenan a sus nuevos redactores subcontratados (o peor aún colaboradores) redactando obituarios de nuestro premio Nobel. De manera que como hienas o gallinazos desde jirón Santa Rosa 300 hasta jirón Camaná 320, revolotean las plumas aspirando a ser el primero en publicar su obituario. Seguro Jaime Bedoya, Juan Manuel Robles entre otros ya tienen listas empolvándose desde hace tiempo sus óbitos, listos para salir primero el día en que Mario, la última águila del Boom latinoamericano, se nos vaya más allá de la Avenida Tacna que Zavalita miraba con desamor.

Como no me voy a quedar atrás comparto esta esquela a la memoria de alguien a quien todos en Perú conocemos, lo queramos o no.

Mario Vargas Llosa es el Perú, el hijo que conoció a su padre ya de niño grande después de una feliz infancia en Bolivia pensando que su papá había muerto. Mario es el gran parricida y el gran amigo del Boom, prologó y escribió sobre García Márquez como nadie lo hizo, y a pesar del puñetazo célebre (cosas de escritores) fue uno de los grandes engranajes del reconocimiento de la pluma latinoamericana en Europa. Fuera de lo miope políticamente que pudiera ser (hasta hace poco teníamos claro que su coherencia política partía de un antifujimorismo total, hasta que llegó el 2021), Mario es un gran escritor.

Es deporte entre los escritores hispanos la envidia, es frecuente oír que Arguedas o Ribeyro son mejores que Mario, no sabemos si tales opiniones están sustentadas exclusivamente en la literatura o en el cambio de religión política de Mario, que pasó de socialista a liberal en los 70s. Más allá de su ego, su aporte a la literatura si que es digna de envidia. Si el Boom se redujo a flores amarillas acompañadas de guacamayos y fondos tropicales (tan encantadores para el público europeo), la propuesta de Mario era todo lo contrario: moderna y urbana. Conversación en la Catedral puede considerarse como la mejor novela de Mario y la más sólida del Boom. Aborda el problema de la desigualdad, la injusticia social y la cultura de la corrupción. El mismo padre de Zavalita es un corrupto, Bola de Oro es un gran nombre y el giro al final de la novela hasta ahora impacta casi con la misma frescura y horror que en los años 60s. El desmontaje de la figura paterna nunca fue tan perfecto como en esa novela.

Pero Mario era más. La guerra del fin del mundo es una exploración de la historia del Brasil, una herejía en la historia de la literatura, pues era habitual que autores de la metrópoli como el inglés Greene tuviesen las ínfulas de escribir sobre los episodios de otras naciones, en cambio Mario se la hizo en una, sin pedir permiso ni creerse menos. Eso que Mario hizo en 1981, en Perú recién se volvió a hacer a un nivel de alta literatura con Francisco Angeles en el año 2019 con Adiós a la revolución que lo único malo que tiene es su portada.

En el año 2000 Mario volvería con La fiesta del chivo otra intromisión en la historia ajena escrita con maestría. Lo que siguió después no estuvo a esa altura hasta Tiempos recios de 2019. Pero uno es un humano y hasta Dickens tenía bajones, al final no todos pueden ser Dostoievski.

A Mario solo cabe recordarlo como escritor. En lo político hay que apreciarlo no con la sucia seriedad política de los partidismos, sino como fue, una extensión de la literatura pero en la vida pública. Recuerdo que mi mamá tenía en casa una foto de El Comercio, cuando El Comercio era un periódico físicamente grande, dónde aparecía Mario y Fujimori dándose la mano después del debate. Una foto en blanco y negro, una foto hermosa, todo él alto y canoso, todo un zorro plateado, y con una sonrisa de ganador aunque al final haya perdido. Pues como dice Greene quien pierde, gana. Mario tuvo el coraje de cumplir su palabra y a la semana de su derrota electoral asistió a la entrevista prometida en París de Apostrophes, a hablar de literatura y aceptar su derrota con una sonrisa. Porque qué sería de la vida sin problemas, sin retos y malos momentos. Mario, no lo olvidemos, también fue durante esa campaña el protocaviar, antes que Cifuentes o Verónica o Sigrid o Villarán, Mario fue antes. La percepción popular que se tenía de él en las caricaturas era muy cierta, la de un señor blanco y miraflorino que venía a hablarles de democracia, derechos y liberalismo a los peruanos más pobres en la época más pobre. Ese fue su desacierto que hasta ahora muchos políticos de izquierda pop no logran despercudirse, o acaso toman a conciencia como modelo político.

Por otra parte está el desarraigo de Mario. Nacido en Arequipa, infancia boliviana, preadolescencia piurana, primera juventud cuartelaria y adultez entre Barcelona, Londres y París. Lo suyo fueron las mujeres y los libros. La tía Julia fue la inspiración que lo lanzó a una buhardilla en París pasando hambre vallejiana mientras escribía, Patricia fue la estabilidad y la responsabilidad de mantener un hogar con hijos mientras escribía. Y la Presley es, con todo lo que se pueda decir, esa última aventura crepuscular de un artista… mientras escribía. Era precisamente esa relación escandalosa el toque perfecto de mancha que una vida tan limpia como la de Mario no podía no tener. Un artista es un escándalo. Antes madre de víboras le dijo su madre a Baudelaire cuando lo supo poeta. Pues bien, pasar de dar ese discurso dedicado a Patricia en el colmo de la gloria de un escritor en Suecia (y en dónde lloró. Mario llorando, esa intimidad jamás la compartió hasta ese día), a separarse y al poco tiempo casarse con la socialité más importante de España, fue una mancha que no se podía no permitir. Además recordar la maldición del Nobel con las esposas de los ganadores. Tanto Octavio Paz, Cela y Saramago recibieron su Nobel estando casados de años y al poco tiempo acabaron separándose para terminar con nueva y más joven esposa. Eso es tradición como la envidia. Porque tú Mario para lo único bueno que eres es para escribir.

De izquierda a derecha Gabriel García Márquez, Jorge Edwards, Mario Vargas Llosa, José Donoso y Ricardo Muñoz Suay en 1974.

Como decía García Márquez, tenemos una vida pública, una vida privada….y una vida secreta. Esa última queda a Merced de los historiadores de la literatura. Porque hay una tragedia que no se cuenta el día en que Mario muera. Ese día oficialmente morirá lo mejor y lo último que quedaba de nuestra Literatura, porque sin Mario, ¿Qué Autor queda? Se fue Ribeyro, se fue Oswaldo, se fue Arguedas muy temprano. Y esto tampoco mejora a nivel latinoamericano. Se fue Bolaño, Fuentes, Paz, y ¿qué queda? Quedan las Schwblin y Enriquez que todavía están en proceso, las Ojeda que aparecen con fuerza pero sin profundidad. En toda Latinoamérica no queda ni un solo autor el día que Mario parta. Eso sí preocupa y me deja pensando. Señores, la literatura en español se nos muere. Quizá mañana aparezca, Dios quiera, o ya esté apareciendo esa voz que releve a los grandes genios de nuestra narrativa. Habrá que buscarla entre los nuevos escritores todavía no corrompidos por las editoriales ni la crítica especializada. Habrá que buscarla en una buhardilla, pero no en París sino en Lima o en La Paz. En alguna parte está apareciendo nuestro nuevo Mario Vargas Llosa o acaso nuestro nuevo César Vallejo. Mientras tanto esperemos como en unos años transitamos por la Avenida Mario Vargas Llosa ex Avenida Arequipa, o peor aún aparezca la universidad Vargas Llosa. De Perú lo espero todo, incluso otro Mario Vargas Llosa.

*Se que Mario está internado de Covid el día que escribo este óbito apresurado, pero se que es fuerte y terco y aún una novela le falta por escribir. Por otra parte: El periodismo es llegar primero, antes que nadie, con el cadáver fresco. En mi caso lo hago con el cuerpo caliente y casi sano, y quizás con uno o diez años de anticipo. A Dios lo que es de Dios, y a Mario lo que es de Mario, porque Mario vale un puñetazo, sino pregúntenle a Gabo.

Comentarios
Click to comment

Trending

Exit mobile version