A inicios de la década pasada los problemas biológico-sociales como la mala nutrición infantil tuvieron como tendencia el permanecer prácticamente inamovibles en sus prevalencias, razón por la cual los programas sociales de apoyo alimentario se incrementaron significativamente en cuanto a presupuesto, pero las organizaciones sociales de base se vieron debilitadas por el permanente antagonismo político de los adversarios habituales.
Las intervenciones educativo-comunicacionales tuvieron poco protagonismo en el accionar de los programas nutricionales de los gobiernos de turno. Los medios de comunicación social prácticamente ni se ocuparon del tema, sólo algunas voces aisladas y contradictorias de algunos profesionales de la salud se hicieron escuchar respecto al tema específico de cómo mejorar las prácticas familiares adecuadas en cuanto a la alimentación infantil.
Algunas experiencias nos dan indicios de que sólo la intervención de nutricionistas en el desarrollo de una estrategia educativa tenía sus limitaciones por lo que considero importante desarrollar una propuesta teniendo en cuenta el campo sociológico del problema y convocar la presencia y/o asesoría de comunicadores, ya que históricamente siempre se reportaron miles de madres capacitadas en el tema de la nutrición infantil (Minsa, Pronaa, Caritas, Adra Ofasa, etcétera).
Y ponían como evidencia las listas de asistencia de las madres en las innumerables “capacitaciones”. Sin embargo los que trabajamos en el campo sociológico sabemos que para mejorar los conocimientos, actitudes y prácticas de una persona tenemos que diseñar intervenciones con una información objetiva, corta, gráfica y amena, una comunicación que respete y rescate los saberes previos de las madres para mejorar las prácticas de alimentación infantil dentro del hogar. Y contar con la participación de los entes involucrados directamente en el problema para tener mayor impacto en la población y que resulte realmente efectiva.
Es urgente una estrategia educativa comunicacional de corto tiempo, eminentemente práctica y predominantemente demostrativa y que tenga como punto central la preparación y degustación y difusión de preparaciones consistentes donde se incluyan insumos nativos del Perú como papa, quihuicha, quinua, oca, cañihua, etcétera.
En el contexto actual de la pandemia, debemos considerar que el acceso a un derecho ciudadano como es la educación y a la par una alimentación saludable es una tarea prioritaria. Así lo reconoce el Programa Nacional de Alimentación Escolar Qali Warma, que debe garantizar el servicio alimentario escolar desde el primer día de clases de este año para más de 4 millones de estudiantes.
En el marco del Día Internacional de la Educación, instaurado el 24 de enero por la Asamblea General de las Naciones Unidas y que este año se celebró el pasado lunes 25 de enero, el programa estatal pretende destacar el papel que cumplen los maestros, no sólo por su dedicación para asegurar una educación de calidad, que será la base para mejorar la vida de niñas, niños y adolescentes, sino también por su participación en los Comités de Alimentación Escolar (CAE).
Actualmente 84,123 docentes del ámbito nacional forman parte de estas instancias de representación y participación desde la comunidad. Quien preside cada comité es el director de la escuela, y lo integran docentes o personal administrativo de la institución educativa pública, así como los padres de familia. Los integrantes de los comités se encargan de ejecutar y vigilar la prestación del servicio alimentario y las condiciones en las que son almacenados los alimentos.
En el contexto de la emergencia sanitaria y durante las clases no presenciales del año pasado, los Comités de Alimentación Escolar se organizaron y entregaron los alimentos de manera directa a las madres y padres de familia para que estos los preparen en sus hogares y sean consumidos por los escolares a manera de acompañamiento de sus más recientes estrategias socioeducativas. Esperemos que estas habilidades rindan frutos en favor del Perú actual.
(*) Escritor, poeta, editor y sociólogo. Presidente del Instituto Peruano de la Juventud (IPJ) y director de Editorial Río Negro.