Opinión

Nuevo mapa político del Congreso (parte 2)

En la primera parte hemos podido describir las ideologías y las agendas de las 13 bancadas del Congreso. Ahora vamos a llevarlo a la práctica, para poder aprender a realizar una proyección de votos.

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Por Edison Mamani

Un ministro pregunta a su coordinador parlamentario: ¿Se aprobará la moción de interpelación en mi contra? ¿Y con cuántos votos aproximadamente? ¿Con qué congresistas tenemos que hablar para evitarlo?

Un parlamentario pregunta a su asesor principal: ¿Se aprobará mi proyecto de ley? ¿Y con cuántos votos aproximadamente? ¿Con qué bancadas tenemos que hablar para promoverlo, primero en la comisión y luego en el pleno?

Un empresario pregunta a su “asesor legislativo”: ¿Se aprobará el proyecto de ley que afecta al régimen económico? ¿Y con cuántos votos aproximadamente? ¿Con qué bancadas tenemos que hablar para evitarlo?

Al momento de realizar una proyección de votos de un proyecto de ley o de una moción, si lo que buscas es un buen pronóstico, pues debes tener un buen diagnóstico, si lo que buscas es acercarte lo más posible al resultado anhelado, pues debes conocer bien la correlación de fuerzas dentro de este Congreso, a veces amado y a veces odiado; y si lo que buscas es conocer la realidad política pues debes dejar que tu corazón no nuble tu cerebro.

Pueden existir muchos criterios y todos pueden ser válidos teóricamente, desde la ideología que se le mire, pero mi labor es netamente práctica, empírica y utilitaria: si la proyección de votos no acierta, pues no sirve, y si acierta con un margen de error aceptable, pues es útil. Lo importante es la tendencia. La realidad política del Congreso no es tan impredecible como nos han contado aquellos que o bien no conocen o bien conociendo no quieren que conozcamos. Los resultados en mis proyecciones de votos en el Congreso respaldan mi trabajo, como por ejemplo en la última elección de la mesa directiva.

Primero, se debe leer el mapa político del Congreso para diferenciar entre derecha, izquierda, centro y progresistas (de derecha e izquierda). Por ejemplo, Fuerza Popular, Perú Libre, Somos Perú y el Bloque Democrático, respectivamente. Aclarando siempre que este es un ejercicio referencial porque dentro de cada bancada hay universos que ni se hablan.

Segundo, se debe leer el cuadro de perfiles de los 130 congresistas, para distinguir los temas de interés de cada parlamentario, identificando su agenda política o tema bandera. Puede incluso bastar una frase que distinga al congresista del resto de los demás. Por ejemplo, Alfredo Azurín, su tema bandera es la seguridad ciudadana. Una forma rápida de saberlo es revisar en que comisiones son miembros titulares, en todas las legislaturas, y también sus proyectos de ley. Para un trabajo más especializado las entrevistas son la forma indicada. Sus intervenciones en las comisiones y el pleno también, pero en la mayoría de las veces los parlamentarios solo leen lo que sus asesores escriben.

Tercero, se debe diferenciar entre votos oficialistas y de oposición. El circuito en la derecha es el siguiente: Alianza para el Progreso (principal bancada oficialista), Fuerza Popular, Avanza País y Somos Perú, que tendrían una coalición tácita. En el segundo peldaño, a regañadientes, porque no forman parte de los beneficios de estar en el bloque anterior, pero apoyan a Dina Boluarte por ser un “mal menor”, Honor y Democracia y Renovación Popular. En el último peldaño, Acción Popular, parcialmente, que ahora sí puede tener una postura en bloque porque el partido manda. Podemos Perú, que tiene congresistas de izquierda, centro, progresistas y derecha, actualmente, es mayoritariamente oficialista y minoritariamente de oposición, y eso también puede cambiar constantemente, porque nunca tienen una postura en bloque. En la izquierda y el sector progresista: en el primer peldaño están Perú Libre, Bloque Democrático y la Bancada Socialista. En el segundo peldaño, Juntos por el Perú, donde algunos han tenido vinculaciones por el Gobierno, aunque en temas puntuales y excepcionales. En el tercer peldaño está el Bloque Magisterial, porque muchas veces no solo no apoyan las interpelaciones, sino que incluso algunos defienden abiertamente a un ministro en el debate.

Cuarto, se debe diferenciar los votos duros de los votos flexibles. El camino de un voto duro hacia uno flexible en la derecha es el siguiente: comenzamos con Renovación Popular (llamada por sus críticos como la “derecha radical”), Honor y Democracia, Fuerza Popular y Avanza País. En el segundo peldaño están Alianza para el Progreso, luego con Somos Perú, y terminamos en Acción Popular. Podemos Perú, que tiene de izquierda, centro, derecha y progresistas, pues es la “bancada de la inestabilidad del voto”, por excelencia. En la izquierda y el sector progresista, comenzamos con Perú Libre (llamada por sus detractores como la bancada “comunista” o “extremista”), continuamos con el Bloque Democrático (o bancada “caviar”, según sus opositores), seguimos con la Bancada Socialista, luego Juntos por el Perú (donde comienza la inestabilidad del voto), y finalmente el Bloque Magisterial. Podemos Perú y el Bloque Magisterial podrían recibir el título de ser las “bancadas semáforo”, porque muchas veces han votado en verde, rojo, amarillo, e incluso no han asistido al pleno (que en la práctica sería amarillo): es decir, cuatro posturas dentro de una misma bancada, al mismo tiempo. Eso también ha sucedido en otras tiendas políticas, pero en menor medida. El sector progresista se autodenomina de centro, pero llegado el momento no ceden ni un milímetro, en sus votaciones, por ejemplo, sobre la agenda de género, lo que evidencia que no son de centro, por lo menos no en el Perú. La distinción de un voto duro de uno flexible es muy importante, sobre todo en un tema polémico donde la presión mediática normalmente tiene más éxito en cambiar el voto de las cuatro bancadas de centro del Congreso: Alianza para el Progreso, Somos Perú, Acción Popular y Podemos Perú.

Quinto, se debe revisar los antecedentes de votaciones, ya sea del pleno o en las comisiones, analizando los gestos en la misma votación. Si son varias se podría tener una tendencia y centrarse en las más recientes, si son pocas o es una sola votación se tiene que revisar el debate completo de la sesión para conocer la coyuntura exacta. Se debe verificar si fue un voto en bloque de la bancada, mayoritariamente, o solo individual, si las demás bancadas que tienen una postura similar apoyaron o no, si fue por tablero electrónico o de forma oral, si realizó una intervención, leyendo un papel o de forma espontánea, antes de votar, o si cambió de voto en la misma sesión. La inasistencia es un signo de votar en abstención.

Sexto, se debe jugar con los números formales y materiales de las bancadas y los números formales y materiales de las votaciones requeridas para cada tema, planteando escenarios. En los medios de comunicación se comete frecuentemente el error al realizar proyecciones de contar numéricamente las cantidades formales de cada bancada, incluso para justificar su proyección señalan que ya hubo acuerdo de bancada, pero no tienen en cuenta todas las recomendaciones que he mencionado. Por ejemplo, en una interpelación se requiere de 20 firmas para presentarla, y 40 a 44, aproximadamente, para aprobarla. En una censura se requiere 33 firmas para presentarla, y 66 para aprobarla. Ahora imaginemos que la izquierda y el sector progresista, tienen las mismas agendas y los mismos intereses. Si se unieran tendrían 37, con lo cual podrían presentar dichas mociones, sin ningún problema, pero no lo hacen porque no quieren y porque no pueden, lo que demuestra que en su núcleo duro no tienen las mismas agendas ni los mismos intereses, sino más bien son opuestos, muchas veces. Eso significa que los votos duros no son 37 sino mucho menos. En la época de Pedro Castillo y de Vladimir Cerrón, se llegaba a 44 votos duros, aproximadamente, ahora solo tenemos 16 votos duros aproximadamente, que tal vez pueda crecer a 28 aproximadamente, como techo. Todo esto explica porque se sufre para presentar una simple moción de interpelación, a pesar que matemáticamente son 37. Debido a la “derechización” y/o “caviarización”, procesos que tampoco son estables ni conscientes, hay congresistas que los lunes son de izquierda, los martes de derecha, los miércoles del sector progresista, los jueves de centro, y los viernes descansan. Por otro lado, la derecha generalmente llega a los 50 votos duros, aproximadamente, tomando como referencia (aunque no necesariamente a todos sus integrantes) a Fuerza Popular, Renovación Popular, Honor y Democracia, Avanza País, Alianza para el Progreso y Somos Perú. Esto podría crecer a los 65, aproximadamente, si Alianza para el Progreso y Somos Perú (que son votos que defienden lo mismo que la derecha, pero con una posición más “institucionalista”, pensando en la “gobernabilidad” o en ser “moderados”), se comportaran más de derecha que de centro. Luego podríamos agregar a Acción Popular, incluso a una parte de Podemos Perú, pero con la misma lógica que APP y Somos Perú (no contando a todos), y llegar fácilmente a los 70 votos, aproximadamente. Podemos Perú, al ser la “bancada de la inestabilidad del voto”, genera desconfianza en la derecha y en la izquierda.

Séptimo, al momento de elaborar una proyección se debe buscar más que una aproximación matemática una tendencia del voto, porque hay factores materiales que siempre ocurren. Por ejemplo, en la mayoría de bancadas, por cuestiones del azar, siempre hay por lo menos uno que no asiste, es decir, no son 130 los que votan, sino de 110 a 120, aproximadamente, y esto se complica cuando la sesión es obligatoriamente presencial. Esto le ocurre incluso a la bancada más disciplinada que es Fuerza Popular, aunque en menor medida.

Octavo, se debe revisar los pronunciamientos de las bancadas en bloque, primero, y luego los individuales, analizando más que la literalidad los gestos políticos de los protagonistas, distinguiendo entre voceros y congresistas que no ejercen ningún cargo. El vocero tiene más peso, pero solo en una bancada disciplinada.

Noveno, se debe revisar las entrevistas y las declaraciones de los protagonistas, distinguiendo entre lo accesorio y lo principal. Tener en cuenta que muchas veces los congresistas hacen una declaración en un sentido, pero algunas veces, legítimamente o no, para inducir a error. Lo mismo sucede con las llamadas “fuentes del Congreso”. Por ejemplo, en la última elección de la mesa directiva del Congreso, medios de comunicación aparentemente “serios”, publicaban que José Elías sería el candidato de consenso entre Alianza para el Progreso y Fuerza Popular, y que tenían más de 66 votos asegurados, cuando todo era una cortina de humo para ocultar a los verdaderos candidatos y evitar que puedan ser cuestionados antes de tiempo.

Décimo, se debe revisar las noticias sobre este tema, en el transcurso de la semana anterior. Si no hay alertas del Congreso significa que los votos no se han movido. La presión mediática es otro factor que toma relevancia en un Congreso sin formación ni experiencia política: un titular puede cambiar un voto, 10 titulares pueden suspender a un congresista de algún cargo, 100 titulares pueden cambiar, incluso, a un presidente del Congreso.

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