Cultura

Nuevas voces en el reino de lo inútil

Una mirada a quienes sin sabérselo se propusieron entrar al terreno de la poesía.

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Allá por fines de 1992 cuando volvía a Perú, mi madre me llevó a pasear por el centro de Lima. En la avenida Abancay además de buses viejos sobraban edificios de oficinas feas. Desde las ventanas vi como llovía una extraña tradición de confeti de papeles. Eran los papeles de balance de año, papeles importantes hasta ese último día que se mandaban a la trituradora y acababan tirándose a las calles a modo de despedida del año viejo. De todos los trabajos en papel son los poemas los más inútiles de todos, pero aquellas hojas de balance, informes de contaduría, aquellos papeles importantes se arrojaban por las ventanas como si fuesen menos que nada.

Hay poemas que sobreviven al tiempo, se saltan los siglos y que sin ser nada son más importantes que los monumentos hechos de bronce. Testimonio pueden dar los panegíricos griegos, los salterios medievales en loor de la Virgen y el poema de Gilgamesh. A veces, los papeles del reino de lo inútil perduran más que los mismos muros de Roma.

Un comienzo es un comienzo. A continuación, una breve relación de quienes sin sabérselo se propusieron entrar al terreno de la poesía.

Thais (Lima 1996), es una psicóloga holística quien este año incursionó con su primer poemario “Nadie debería leer esto”, a través del sello Gato Viejo editores. Su poesía es una exploración de las ansiedades, angustias y vacíos de su generación. Afronta la búsqueda del amor, el desamor, la muerte y la cada vez más permanente presencia de la farmacodependencia y la psiquiatría como un escape generacional a los monstruos de la vida adulta.

Aquí unos breves ejemplos,

Hicimos todo mal

Y

Aún podemos hacerlo todo bien.

O como el siguiente verso, en un tono más aforístico y prosaico, y por eso no menos contundente,

Yo creo que me quieres hasta sin quererme

O el siguiente,

Odio cuando no me abrazas

Mientras dormimos

Porque me haces extrañarla

O casos más próximos a lo clínico,

Dormir,

Para que no duela nada.

Dormir,

Y olvidarte del mundo hasta mañana.

O este otro titulado ¿Qué es la salud mental?

Que no lo veas no significa que no exista. Existe.

La poesía de Thais es un espejo tortuoso de un ahora distópico.

Francisco Alarcón Solís (1974), es fiscal y durante sus años de estudiante se inclinó por escribir poemas, cosa que aún mantuvo durante sus años como abogado y agente del Ministerio Público. El siguiente libro De parábolas y el abismo sacado a través de Gato Viejo editores es una colección de relatos en verso que explora las vicisitudes de la incertidumbre, la vocación poética y retoma el género de parábola para reflexionar sobre la profundidad de la vida y sus desaciertos desde un tono pausado y casi oriental.

Aquí unos extractos

Pero luego escuché hablar a otra pareja.

-Te amo- dijo la mujer al hombre.

-Yo también.

-¡No es justo!- replicó indignada.

-¿Por qué?

-Tu deberías amarme más.

O este otro sobre las dos caras de la paciencia, una parábola,

-Admiro a la hormiga- dijo un campesino de aspecto cansado- porque es sabido por todos que con paciencia se comió al elefante.

-Yo admiro al oso hormiguero – interrumpió un hombre de bolsillos llenos y sonrisa de vampiro- por todo lo que tuvo que esperar para comerse a la hormiga.

Jorge Chávez Álvarez (¿Lima? Edad desconocida), es un economista y hombre de bien desde hace años concentrado en la redacción de poemas hasta hace poco inéditos. Reino de lo inútil, sacado con Hipocampo editores en 2018 es un deshuesamiento de sentimientos enterrados en papel como un instante de muerte.

Nací encallado

Entre cuatro paredes de agua

En inhóspita y lejana cabeza

O este otro, mi favorito,

Las palabras nunca mueren

Hierba mala florecida

En tenaz cuna de silencio

Mueren sí

Las sintaxis arcaicas

       Las cuartillas rutilantes

                                Las ráfagas de niebla

                                          Los histriones del habla

                                         Cuervos de la guerra

                               Con sus yelmos arneses y espadas

                           Se deshacen en espuma amarga

        De un torrente derramado sobre el llano

Mientras la palabra persevera desbocada en su montura

Armada de sepulcros.

En fin, poetas nuevos, dos que peinan canas y una que rasca los 25 años. Y se me ha metido un siglo al ojo jónico. Y hay mucho más que descubrir,

Cómo el silbido de un tren vacío a la Siberia.

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