Opinión

Notas sobre “Hogar”, de Jano Burmester

Lee la columna de Mario Castro Cobos

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¿Y si tu hogar es el agujero negro? Eso pensaba dialogando internamente con esta película. El esfuerzo por negar algo muy simple, lo cerca que estamos de la nada… de las pérdidas parciales y totales… sería más conmovedor si no fuera tan ingenuo… aunque no dudo que sea sincero.

Beckett diría: “Yo no existo. El hecho es evidente”. La idea matriz (y motriz) del yo (contra la orfandad ontológica), esa bella idea occidental de que somos alguien y algo, nos ha construido y destruido con tanta maniática minuciosidad que no está como para dejar de examinarla. Somos… ¿Una memoria? Sí… ¡Pero olvidamos constantemente! Y como no somos Funes el memorioso vivimos o nos des-vivimos en lo que nos falta. Pero entre tanto olvido hace falta que recordar que esa falta es esencial, es lo que nos constituye, lo que nos hace vivir.

¿Qué hacer con las neuronas perdidas, con los hermanitos perdidos, con la armonía perdida antes de…? Paseando por continentes y ciudades, interrogando a personas cercanas, se aclara algo, pero la insatisfacción básica curiosamente sigue intacta. ¿Qué buscas en realidad?  

Me gusta en principio que alguien tenga el valor de hablar de su yo, de lo que siente suyo. De su tema. De su problema. De su obsesión. Sin pedir permiso a nadie para bucear y dar cuenta de lo que sea que con lo que se encuentre. Por otra parte, somos tan parecidos en eso de creernos tan únicos… Y más aún si nos envolvemos en el halo mágico de artistas… 

El protagonista necesita una mínima base —digamos arqueológica de sí— para reinventarse desde ahí, porque sabe que el pasado lo espera en cada paso del presente y del futuro. Y además se siente culpable, cuando el quid del asunto es no serlo, es decir, ‘ser uno mismo’, y dar testimonio de cómo es uno y de cómo siente y ve las cosas.

Cual sería entonces la raíz de la cuestión en esta indagación íntima. Cómo soy yo mismo, cómo busco mi propio camino y no me convierto en mero reflejo de los valores sociales que amenazan mi ser. Incluso, en nombre del hogar. No hay origen sin creación, sin reinvención, y reinvención constante. Y esa voluntad, contra viento y marea, debe seguir siendo expresada. Es nuestra función. 

(Columna publicada en Diario UNO)

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