Opinión

Nolan y su Oppenheimer

Lee la columna de Mario Castro Cobos

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El tema de una película como esta… es más bien quiénes son o qué es lo que piensan los que planean y mueven la monstruosa maquinaria de propaganda que va con ella (lo mismo se podría decir de los inventores o comercializadores de esa otra bomba llamada Barbie).

Para hacer el gran negocio, qué necesitas: en este caso, no a una muñeca; sí a un personaje histórico importante (un héroe, un hombre ambiguo que es del sistema o que acabó siéndolo aunque estuvo contra él). Que puedas tratar como si fuese una muñeca.

Eso hace la película. Es lo que le hicieron a Oppenheimer en la realidad. Usado, en tanto necesario. Aquí puedes darte cuenta de que la película no reflexiona sobre la verdadera naturaleza del poder. Se desvía, concentrándose por ejemplo en la venganza de un personaje ofendido por el genio. Pero un enano no es el dueño del circo.

Sí, Oppenheimer es un genio y la historia que se cuenta es estremecedora de por sí; pero los dilemas éticos no importan tanto si funcionan más bien como situaciones dramáticas. Nolan… juega con y es parte del sistema. Queda lejos el hombre que filmó esa película inolvidable llamada Memento.

La función castradora y domesticadora del biopic con respecto al homenajeado / víctima / artículo a la venta, y a los amplios públicos (no por vocación democrática sino porque quieres más compradores) es harto conocida como para que cualquiera se haga el idiota. Se trata bien simplemente de embrujar a la gente haciéndola partícipe, con gran superficialidad, y a toda velocidad, de la vida y pasión de nuestro santo personaje, empaquetado como fast food audiovisual (aunque la película no sea corta). 

Hubiera sido más inteligente que la película tratara de la locura de los poderosos y (tanto o más) del misterio de la realidad que escapa a la comprensión humana y que nos pone en nuestro lugar… Pero para las élites y sus bracitos a lo Kali, da lo mismo vender pop corn, gaseosa y entradas para Oppenheimer que armas para la guerra en Ucrania. Algo más fácil de entender que la física cuántica. Cosa que por supuesto el propio sistema se tratará de oscurecer. El cine es más que este desfile de miseria. 

(Columna publicada en Diario UNO)

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