Actualidad

NO TODAS LAS FAMILIAS FELICES

Published

on

Foto: Mendigo en esquina. Tomada de El País Digital

Un tipo se acerca al taxi a pedir limosna. El chofer esconde el teléfono celular, la chica que me acompaña esconde su bolso bajo las piernas, yo alcanzo a esconder un sobre con documentos nada importantes para un ladrón o un adicto, y el tipo ve al chofer cerrando la ventanilla con prisa y rodea el auto, va hacia mi ventana y, antes de intentar cualquier cosa, me mira directamente a los ojos, y por unos poquísimos segundos busca en su memoria, dos, tres segundos tal vez, retrocede un paso, pregunta: ¿Gabriel? ¿Gabriel Rimachi?

La luz del semáforo cambia a verde, empiezan a sonar los claxon y todo se pone nuevamente en marcha. La chica que me acompaña gira la cabeza mientras vamos dejando atrás al muchacho y pregunta “¿De dónde lo conoces?”. No quiero recordar toda la historia, al menos no en ese momento, pero ella insiste, y yo solo recuerdo lo que contaban de su madre, que le entraba mucho a la vaina, que estando embarazada de él le daba duro al pay y al terokal, que luego le quitaron al hijo y que lo crió la abuela, el colegio fue un infierno porque no rendía lo que el resto, que la universidad fue otro purgatorio donde su madre se aparecía a pedirle dinero de sus pasajes universitarios para seguir comprando vaina, terrible, hasta que explotó. Nadie sabe exactamente cómo, pero alguien dijo haberlo visto durmiendo entre los fumones que habitaban lo alto de una huaca en Pueblo Libre. Todo eso recuerdo entre ver sus ojos y la luz verde y la pregunta de la chica que me acompaña. El temblor de su mano, lo difícil que pareció ser recordar mi nombre. Recuerdo un párrafo de una novela de Carlos Fuentes, “Todas las familias felices”, creo que se llama, dice así:

“La niña parió en la calle. La mitad de las niñas de la calle están embarazadas, ellas tienen entre doce y quince años. Sus bebés tienen entre cero y seis años. Muchas tienen suerte y abortan porque les dan una madriza, que el feto sale chillando del miedo. Es mejor estar adentro que afuera… yo no quiero estar aquí, mamacita, échame mejor al basurero, madre, no quiero, al nacer y crecer cada día más pendejo, sin baño, madrecita, sin comida, madre, sin más alimento que el alcohol, madre, marihuana, madre, thiner, madre, resistol, madre, cemento, madre, cocaína, madre, gasolina, madre, tus tetas rebosantes de gasolina, madre, hecho llamaradas por la boca que mamé, madre, unos centavos, madre, en los cruceros, madre, con la boca llena de la gasolina que mamé, madre, la boca ardiendo y quemada, los labios hechos ceniza, madre, y todo eso a los diez años, madre…. Cómo quieres que me quiera, madre… no te odio a ti, me odio yo, no valgo una mierda de perro, madre, solo valgo lo que mis puños manden, puños de pleito, puños de robo, puños de puñales, madre, si todavía vives, madre, si todavía me quieres tantito, ordéname por favor que me quiera tantito a mí mismo… palabra que me odio… soy menos que un vómito de perro, una cagada de mula, un pelo del culo, un huarache abandonado, un durazno podrido, una cáscara negra de plátano, menos que un eructo de borracho, menos que un pedo de policía, menos que un pollo sin cabeza, menos que la pinga chora de un ruco, menos que las nalgas aguadas de una puta jayna, menos que el escupitajo de un camillero, menos que el culo rapado de un vagón del sur, menos que menos, mamacita, no dejes que me mate yo solito, dime algo que me haga sentirme chingoncísimo, chingón valedero a toda madre, madre, dame una manita nomás pa salirme de esto, condenado siempre, pa siempre a esto, madre, mira mis uñas negras hasta la raíz, mira mis ojos pegados por las lagañas, mira mis labios descascarados, mira la baba negra de mi lengua, mira la baba amarilla de mis orejas, mira mi ombligo verde y espeso, madre, ¡sácame de aquí! ¡Sácame de aquí! ¡Qué hice para acabar aquí! Escarbando, royendo, rascando, llorando… ¡qué hice para acabar aquí!”

Imagino que tal vez, en algún momento, este  muchacho que ahora está pidiendo limosna o robando entre los autos se ha puesto a pensar qué cosa hizo para vivir tal destino, qué hizo mal para caer al abismo, qué culpas ajenas debe pagar para agotar y eliminar el karma. Cuántas veces debe morir alguien para poder empezar a vivir…

 

.

Comentarios

Trending

Exit mobile version