Opinión

No seas ladrón, no seas mentiroso, no seas ocioso

Ya no se les llaman inca, ni emperador, ni rey, y menos virrey, ahora los llamamos presidentes y la estructura consiste en tres Poderes del Estado: Poder Ejecutivo, Poder Legislativo y Poder Judicial.

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Por: Maruja Valcárcel

«Ama sua, ama llulla, ama quella». Sí, así de fácil, nada más esas tres normas éticas, y esto porque eran situaciones y actos que afectaban a la sociedad en su conjunto. Un daño que sufrirían todos. ¿Qué pasó desde esos tiempos donde el Inca gobernaba? Si hacemos cuentas estas leyes empezaron a desobedecerse desde que llegó Francisco Pizarro, personaje que hizo lo que se hacía entonces y se sigue haciendo hoy.

Esto es incorporar más tierras al imperio. Y para recordar el contexto de esos tiempos, el Inca también lo hacía. Tanto así, que cuando llegaron los españoles los primeros que los recibieron con sus mejores bailes fueron los diferentes pueblos anexados al inmenso Imperio Incaico. Claro, tenían que sacarse de encima al inca con esas tres leyes restrictivas que les impedían ser y hacer lo que les mandaba como consigna un endemoniado ADN, porque nadie les iba a prohibir lo que no era su costumbre. De esa manera, se llega a la conclusión de que parte de sus hábitos era tomar lo ajeno, mentir y no dedicarse a trabajar.

Pero … ¿cómo se vincula todo este retazo de nuestra historia con los habitantes de hoy?

No es tan complicado, echemos una mirada a cómo funciona un sistema que se entroniza en lo que llamamos Estado. Ya no se les llaman inca, ni emperador, ni rey, y menos virrey. Ahora los llamamos presidentes y la estructura consiste en tres Poderes del Estado. Poder Ejecutivo, Poder Legislativo y Poder Judicial. O sea, todo se complicó más. Ya no es uno el que manda sino ‘tres’, y se tienen que poner de acuerdo para llevar adelante sus propios proyectos, que en realidad no tienen relación entre ellos.

Claro está, que cuando aparecen cada cinco años (porque el reparto entre hermanitos y el beneficio tiene que compartirse) cambian de personajes. Además, inventaron una serie de instituciones supuestamente para controlarse entre ellos, porque vaya que traen un apetito voraz.

Es muy largo explicar ¿qué quiere decir Estado? ¿cómo nació? y ¿cómo funciona? Por lo pronto, el pueblo, el de verdad, sabe de qué se trata y está muy enojado. Hasta el punto de que, si las autoridades llegan para los discursos de rigor a las diferentes poblaciones donde les ofrecen el oro y el moro (cuidado con lo del oro que se les está escapando de las manos…) simplemente ya no los reciben de rodillas y con flores, sino, con piedras. Y quien se supone, que es algo así como un antiguo mandatario, hoy debe hasta esconderse, porque lo podrían convertir en una Chullpa.

Pero hay más, no sólo tenemos a todos estos “personajes” que mandan de diferente manera, pero mandan. Está también otra repartición del poder, porque todos quieren un pedazo del pastel… ¡los alcaldes!, Ahhh, ellos están en esos cargos y ‘encargos’ bajo el mismo sistema (llamado lo mejor de lo peor) de democracia. O sea, a usted le preparan una relación en una lista muy bien elaborada con muchos nombres, y cada quién se encarga de mostrarse como el salvador de todas las tragedias y, ¡fácil, muchachos! Un día con mucha fiesta tienen que elegir a uno, colocando en una linda cajita el nombre de quien se ve más apetitoso.

Y para que usted se sienta parte de la fiesta, esta vez nos tocó un glotón que por su apariencia llamaron Porky, el cerdito de los cuentos infantiles, y quien, como en esas historietas para niños hace lo mismo. Veamos: él no dice la verdad desnuda (no le mencionemos esa palabra porque luego se azota por pensar cosas horribles), y más bien, la viste con ropas que lo tranquilizan.

Se manda sin permiso a una fábrica de trenes para que se los den sin pagar (supuestamente se los han donado… aunque luego sus propios súbditos tendremos que pagarlo) porque algo de ese ADN debe tener. Él no ha tenido que mover un solo músculo, lo sentimos, pero no se lo encontrarían, los músculos digo, porque nuestro marranito, con todo cariño, nuestro Porky, así le gusta que lo llamen en inglés, está rebosante en grasa.

Lástima que con esa especial clase de grasa no pueda hacer deslizar el tren por donde quiere, pues ahora, mal o bien, se le ha interpuesto sorpresivamente enfrente, algo que no se veía muy a menudo: la inteligencia y la razón.

Con todo mi afecto… Maruja Valcárcel.

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