Mientras Dina “no entiendo lo que pasa” Boluarte y los congresistas intentan blindarse con leguleyadas, antes de salir expectorados; sus esbirros llevan adelante una maquinaria eficaz que sigue generado heridos y más de 40 muertes en 35 días. Una maquinaria que es el sueño húmedo de los nostálgicos del pinochetismo y el franquismo. Aún así la prensa concentrada sigue llamando democracia a este insulto de democracia, mientras las porquerías de “influencers” limeños y un gran sector de “intelectuales” doblan la cerviz y hunden el pico como las grullas. Con ellos no es: los primeros continúan con sus podcasts, sus entrevistas callejeras y sus retos cojudos; los otros prefieren ocultarse bajo el polvo de sus bibliotecas.
Y es que la postura debería ser clara: este gobierno no se sostiene más. Es una dictadura cívico – militar que avanza sin miramientos en contra de la democracia.
Es democrático reconocer que la entrada de Dina Boluarte, después del golpe más cojudo de la historia republicana, fue legal. Le guste o no a la izquierda, al centro o la derecha. Y las protestas inflamadas (cierre del congreso) absurdas (que regrese Castillo) razonables (adelanto de elecciones) fueron legítimas. Legítimas y por ello, atendibles. Pero el tándem conformado por el Ejecutivo – legislativo midió su fuerza, se empoderó y ordenó patear el tablero. Y mandó al carajo todo intento de diálogo.
Luego vino la voz contrita de Dina, su falso quechua y la blanqueada de los medios dominicales. Y la lógica binaria que, desde el centro del poder, se busca imponer: hay vándalos y hay autoridad. Y la autoridad lucha contra los vándalos para buscar la paz. Una vez así, divididos, escindidos, puestos en lógica de guerra, los nadies se convierten en victimarios y deben ser reprimidos. Y en un giro perverso, digno del gabinete del Dr. Caligari, estos mismos nadies son responsables de las muertes.
Sin embargo, la verdad no es reduccionista: existen los vándalos, los intereses de grupos ilegales y también existen ciudadanos que tienen protestas legítimas, entendibles, necesarias. El gobierno no ha querido identificar ni procesar a los vándalos, porque, al fin y al cabo, en su lógica de guerra, todos los que protestan lo son.
El gobierno se ha vuelto un gobierno vandálico, contra los nadies, contra la democracia y contra el país; que, como los nadies, ya no existe tampoco: un país con más de 40 muertos por legítimas protestas, no es país. No jodan.