Si te has topado con Mapi sabes que es Bizarro, en el sentido anglosajón de la palabra. Como si de las profundidades mismas del backroom o de un creepypasta se tratase, Mapi, la mascota de RTVE, apareció hace una semana como el fenómeno turbio de ese intento desesperado por resucitar ese cadáver de la sala llamado televisión. Y por supuesto los internautas, especialmente centenialls, han reaccionado viralizándola.
Si has estado muchas horas en tiktok esta última semana lo más seguro es que haciendo scroll te la encontraras. Mapi, se supone, es una niña de 5 años, con humor de treintañera, una mochila en la espalda, una especie de cruce entre Pocoyó y Dora la exploradora, pero creada en CGI. Es la mascota de la televisión pública española, y desde agosto co-conduce, junto con Jandro (de El Hormiguero), un programa de concurso familiar. La idea no es ciertamente original, está adaptada del programa japonés Chiko’s Challenge, sin embargo, nos muestra para donde apunta la televisión hoy.
Aparentemente es un personaje infantil para un público infantil, pero desde una lógica de padre de familia que lo ve, es que Mapi no es ejemplo para ningún niño en el mundo. ¿Esto es de niños? Claro que no. Mapi juega al bullying llamando calvo al presentador calvo del programa, pero también recibe hate de sus cada vez más números seguidores, que no son precisamente fans sino trolls que le son sus mayores difusores en las redes. Si Rosalía hizo de sus fans un ejército de nimions que viraliza sus contenidos, Mapi lo hace con sus haters. Si el hate puede ser una nueva forma de admiración o amor, Mapi lo ha inaugurado.
Cómo todo producto de la tecnología CGI, Mapi está mal hecha, pero eso mismo suma a su atractivo. Los comentarios en redes sociales de usuarios repiten con frecuencia un tópico en son de broma que dibuja lo turbio que se ve y se siente Mapi. Un usuario comenta: “Mapi ya te di todo mi dinero, devuélveme a mi familia por favor”, otro más irónico comenta “jajaja, ¡Me encanta Mapi! (devolverme a mi familia por favor)”. La mejor manera de describir a Mapi sería como otro comentario de redes la define: “Gracioso, pero no gracioso de risa, gracioso de raro”.
Algunos creen ver en Mapi una estrategia para atraer público infantil a los noticiarios, el principal fuerte hoy en día de la parrilla de contenidos de televisión. Muchos otros solo ven un gasto de dinero público en un programa así, al ser este un programa producido por ser un canal del Estado. Lo cierto es que la gente no deja de hablar de Mapi, a su vez que aparecen memes entre los INTERNAUTAS con solo una semana de existencia del personaje. La recepción del odio no podría serle mejor. Un usuario comenta: “Lo peor es que en realidad los del publico ven una persona con un objeto que capta expresiones con sensores XD”, u otro que escribe: “mapi es como esos emojis de apple pero en cutre”. Hay algunos muy ingeniosos que mandan mensajes subliminales en los comentarios de los vídeos a Mapi: “a mí me gusta Mapi Ya que me parece muy Divertida y original” o esta otra: “a mí me gusta mucho Mapi, soy su fan”.
Como sea, el éxito en redes es innegable. Un éxito publicitario que la publicidad no puede comprar. En solo una semana hay cientos de videos criticando a la mascota de un canal de televisión… ¡¡¡pública!!!
Da hasta ganas de prender la televisión solo para tener pesadillas de día. Y eso mismo es un logro de Mapi: converger la televisión con el internet. Es la conclusión natural que sacamos, porque Mapi no es una mascota, sino que es un nuevo y desesperado estilo de hacer televisión para redes sociales.
Y su atractivo es que es algo muy terrorífico, algo que nos dice a dónde estamos yendo. Lo más frecuente de los INTERNAUTAS cómo primera reacción ante Mapi, es el miedo que les produce.
Lo que parece una adaptación de un programa japonés, tomó los contornos de una pesadilla. El efecto inmediato es que no ha dejado a nadie indiferente. Como dice el tiktoker @viplajo , Mapi es “contenido de pesadillas”.
Carla Pulpón, es la chica real detrás de Mapi. Con sus cincuenta kilos se pone el disfraz, que principalmente consiste en una enorme cabeza con sensores. Su cara no la vemos, solo a su avatar de la pantalla. Carla comenta: “Estar dentro de Mapi es fuerte. Es como estar como en una especie de metaverso. Yo me entero de todo. Yo voy dentro del traje y lo sé todo”.
A través de tecnología de sensores el disfraz, que es la cosa más rara de verse en el plano real, se convierte en la pantalla en un avatar. Y es ese el camino al que van los medios: ya no imagen de personas de carne y hueso sino avatares. En la era de la inteligencia artificial y el trashumanismo estos sutiles cambios de entretenimiento en una sociedad de consumo como la nuestra son serios indicadores de cambios mucho más profundos. Bienvenidos a la posthumanidad. Bienvenidos a la era de Mapi.