I. El reconocimiento de un artista no incumbe recuentos de fin de año, ni premios, ni complacencias de entornos faltos de inteligencia, ni nada de eso. Además, los grandes argolleros de la literatura peruana, esencialmente capitalina, no tienen la obligación de pronunciarse por integrantes de otras argollas, generalmente, provincianas, o por gente que esté libre de las mismas.
II. Así es el sistema y sólo tienes una opción digna, CONFRONTARLO porque la otra opción, la plena de desdichas y frustraciones, es mimetizarte con las miasmas de mediocridad que se han adueñado de ese ambiente en espera de un reconocimiento tan mediocre como tú misma aspiración y eso te haría perder tu brío, la dignidad y la VIDA.
III. Los verdaderos centauros provincianos como Churata o Vallejo destruían a cualquier critico en su momento y en la posteridad, tanto por el poder de su obra estrictamente artística, así como por su escritura de contienda y confrontación y siendo que entre dos escritores sólo puede oponerse una palabra contra otra hay que ser cobarde para quejarse por falta de reconocimiento.
IV. Si quieres reconocimiento, en primer lugar, te falla la autoestima. Si te quejas, te falla la capacidad. Si no les gustas, imponte. Si no te critican, confronta. Si no critican al sistema, confronta. Si no critican la realidad, confronta. Confronta, confronta, confronta. Confrontar debe ser tu lema y tu acción principal.
V. ¿Acaso no es un ambiente mortuorio la literatura en general? CONFRÓNTALA, INYÉCTALE VIDA.
VI. No me imagino a Faulkner preocupado porque no veía reseñas suyas a fin de año, en París o en New York, ni a Melville, ni a Poe ni a ninguno de los otros alegres y grandes muchachos.
VII. La verdad, todo bien con los “reconocimientos”, eso no se le mezquina a nadie, pero estos deberían ir en simultáneo con críticas serias y fundamentadas no sólo con palmadas afeminadas en los hombros, la maldita complacencia de los esnobs sin sesos y las mal anheladas patéticas menciones de dos renglones.
VIII. Cada artista tiene una forma de afrontar la vida, el mundo, la literatura y a uno mismo, pero no todas esas formas son válidas. El escritor de raza intuye bien cuáles son las válidas, cuál es su rol y cuál es su categoría.
IX. En Trujillo pasan cosas terribles- también, en la región, en el país, en el mundo- pero los escritores no se manifiestan de forma alguna en tanto individuos, ciudadanos y hombres.
¿Acaso vale la pena que esta clase de “escritores” exista?
X. Romper el silencio, hablar en voz alta, con la vista fija y con la frente en alto y no sólo escribir delicadas páginas limpísimas es más importante que cualquier fraseo gestual de un crítico “positivo”, un premio o una mención de fin de año.