Todo aquel que tiene o ha tenido un negocio sabe lo difícil que es mantenerlo, significando para ello tener que endeudarse, pedir dinero prestado a los bancos o familiares, o vender algunos bienes para solventar los primeros meses de ese emprendimiento. Muchas veces esos emprendedores son provincianos que llegaron a la capital en la década de los 70 y 80, buscando mejores oportunidades económicas, teniendo que trabajar día y noche para obtener un capital que les permita la formalización que conlleva el alquiler el un puesto, el pago de impuestos, seguridad, y pago de personal si se diera el caso.
Las manifestaciones no solo perjudican a los propietarios de los negocios, sino que de manera colateral también afectan a las personas que dependen que esos negocios se encuentren operativos; significando para ello su única fuente de ingresos, rompiéndose así una cadena en donde todos salen menoscabados.
Aquellos peruanos que apostaron por colocar un negocio en el Centro de Lima ahora se encontrarán en el dilema si continuar o no trabajando ahí, pues las constantes marchas y protestas de toda índole les significan un día perdido, ya que tienen que tener sus negocios con las puertas cerradas.
En particular los que alquilan o tienen locales en la Plaza San Martín que desde hace 5 años se ha convertido en un punto neurálgico de las movilizaciones sociales. Y en igual situación también se encuentran los comercios en la Plaza de Armas y la avenida Abancay, lugares habituales donde la gente va a pasear y realizar compras.
“La venta ha bajado bastante, ya que algunos aeropuertos están cerrados. El día de ayer fue horrible, hubo una marcha tremenda, el humo de los gases lacrimógenos llegaron a la oficina”, explica una trabajadora de una agencia de viajes que también mostró miedo a laborar en la zona por las manifestaciones. Añadió que atendían hasta las 8 de la noche, pero ahora deben cerrar a las 5 de la tarde por la situación.
“Hasta ahora solo hemos tenido a dos clientes, cuando solían llegar de 30 a 40 diariamente”, aseguró la trabajadora quien no supo estimar las pérdidas económicas por esta situación.
Otra situación que llamó la atención es que antes había personal militar resguardando el lugar, pero ahora ya no están. Según la trabajadora, su presencia les daba algo de tranquilidad.