Opinión

Nefasto: López Aliaga utilizó a la MML para su campaña presidencial

El poder como trampolín: López Aliaga repite el patrón del político peruano que abandona su cargo para perseguir la presidencia. Como Forsyth que abandonó La Victoria, él prioriza la ambición sobre el deber, y ahora lanzará una nueva frase: ‘Perú Potencia Mundial’.

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¡Crónica de una ambición anunciada! Rafael López Aliaga no llegó a la Municipalidad Metropolitana de Lima para gobernar la ciudad. Llegó para construir una plataforma, una tribuna. Un trampolín hacia su verdadera obsesión: la presidencia del Perú. Desde el día uno, el sillón municipal fue un escalón más en su larguísima escalera hacia el poder absoluto.

No es un secreto ni una sospecha: es una estrategia. En las elecciones generales de 2021, el empresario y dueño de Renovación Popular quedó rezagado en la contienda presidencial, sin pena ni gloria, con la frustración todavía marcada en el rostro. Entonces, recurrió a un plan B con sabor a revancha: Lima. Una ciudad manejada desde lo simbólico y lo mediático. Un escenario ideal para proyectar su figura como «el salvador de la patria». Lo demás, ha sido puro decorado.

Prometió convertir Lima en una “potencia mundial”. Lo dijo con solemnidad y sin sonrojarse. Lo repitió en mítines, entrevistas y en cada paseo teatral por las calles. Pero pronto las promesas se disolvieron como espuma. En su lugar, llegaron obras ridículas y propuestas absurdas: playas artificiales que terminaron clausuradas por Digesa, carruajes coloniales para el transporte público por los que se destinaron S/13 millones, y motocicletas policiales sobrevaloradas en casi S/18 millones. Mientras tanto, la delincuencia seguía creciendo, los canillitas y emolienteros eran desalojados sin alternativa, y los vecinos de Barrios Altos eran invitados —¡sí, invitados! — a dejar sus puertas abiertas como parte de un delirante “plan piloto”.

Todo esto mientras su desaprobación escalaba del 61% al 69%, según Datum. Pero a Rafael López Aliaga eso poco le importa. Su brújula no apunta a la satisfacción ciudadana, sino a las encuestas nacionales. Él no gobierna la comuna edil: hace campaña.

Y ahora, en un acto de falsa modestia, anuncia que se retirará temporalmente de la MML en octubre para “reflexionar” sobre una eventual candidatura presidencial. ¿Reflexionar? Nadie le cree. No tiene la valentía, ni la honestidad de admitir que ya tomó la decisión. Que está en campaña presidencial desde que puso un pie en el Palacio Municipal. Su renuncia será un trámite, no una epifanía.

Alcalde López Aliaga, en 2024 realizaba campaña desde red social de la MML.

Y así se repite el ciclo vicioso del político peruano que usa el cargo como catapulta. Como George Forsyth, quien dejó La Victoria a medio terminar para lanzarse, también, a la presidencia en 2021. O como otros alcaldes actuales —Bruce en Surco, Allison en Magdalena— que ya evalúan dar el salto en Lima Metropolitana, abandonando a sus vecinos a mitad del camino. Porque la ley electoral se los permite. Pero lo que la ley permite, no siempre lo justifica la ética.

López Aliaga argumentará, sin rubor, que cumple con los plazos del JNE. Que no hay ilegalidad en su proceder. Pero no se trata de lo legal: se trata de lo moral. ¿Dónde quedó su compromiso con los limeños? ¿Dónde está la “potencia mundial” que prometió construir? Hoy, ya nadie habla de ello, porque nunca fue real. Fue una farsa, una mentira cuidadosamente diseñada para ganar tiempo, exposición mediática y réditos políticos.

Y eso explica por qué la maquinaria de Renovación Popular no ha dejado de moverse desde el primer día, con los colores celestes inundando las calles y los mensajes en redes sociales que simulan un gran respaldo ciudadano, pero que provienen de un ejército de troles. ¿Cuánto cuesta sostener un “troll center”? Eso no es nuevo. Ya lo hizo el procesado PPK, cuando le acuñaron el título de “presidente de lujo”. Y también lo hicieron otros. López Aliaga solo perfeccionó el método. Y al parecer, lo hace con los recursos del Estado.

En julio de 2024 el alcalde López Aliaga impulsó campaña presidencial en el Callao.

No es casualidad que haya endeudado a Lima por S/4 mil millones, una deuda que pagarán los próximos cinco alcaldes durante las siguientes dos décadas. Es el precio de su ego. Y mientras tanto, se lava las manos con frases efectistas, como cuando defendía al exanimador Chibolín, implicado en casos de lavado de activos, o cuando atacaba a los “rojos y mermeleros” por no aplaudirle sus disparates.

López Aliaga no está solo. Tiene una corte de aduladores y medios aliados —como ese canal televisivo —“que nadie ve”— que le ofrece el primetime cada semana para autopromocionarse—, y operadores digitales que fabrican una popularidad inexistente a golpe de billetera. ¿Eso también es gratis? ¿También es legal?

En medio de este tragicómico espectáculo, el ciudadano peruano queda reducido al papel de espectador confundido, desinformado, amnésico y adormecido. Que vota con el corazón roto y emocionado, con la memoria corta y con la esperanza manipulada. Por eso tuvimos a los Fujimori, Toledo, Humala, PPK, Castillo y Boluarte. Porque se elige creyendo que “esta vez será diferente”. Pero no lo es. Y no lo será mientras premiemos al oportunista con el voto, al mentiroso con el aplauso y al vendedor de humo con el poder.

Esto no es una cuestión de ideologías. En la derecha y en la izquierda hay corrupción, cinismo y ambición sin límites. López Aliaga lo sabe; lo ha estudiado, lo ha interiorizado y sobre todo lo ha capitalizado. Y por eso jugará con las reglas de siempre: abandonará la alcaldía, se vestirá de candidato mesiánico y prometerá, otra vez, salvar al Perú del caos. Pero esta vez desde Palacio y lanzará una nueva frase, que ya no será ‘Lima Potencia Mundial’. Esta vez será ‘Perú Potencia Mundial’.

La “puerta giratoria” de la política peruana se vuelve a abrir. Y Rafael López Aliaga ya tiene un pie afuera de la MML. Solo espera el momento justo para dar el salto. Un salto que no sorprenderá a nadie. Porque estaba anunciado desde el principio.

Después no digan que no se les advirtió.

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