Nadie moverá un dedo por estas mujeres. Nadie hará marchas ni plantones ni quejas por las redes sociales. Nadie se amarrará a un poste para reclamar justicia. Nadie llamará a sus amigas para calatearse por estas madres de familia y jóvenes veinteañeras o treintañeras. Y saben por qué. Porque son pobres, porque son cholas, porque bailan perreo, porque no son como las chicas regias que iban a “Utopía”, porque nadie al fin y al cabo, se preocupó por darles educación. Porque nadie invirtió un solo céntimo en cambiar su realidad o hacerla más amable. Y todos estos años seguro vivieron o sobrevivieron en un mundo hostil que no fue hecho a su medida, un mundo de miserables y de políticos malnacidos que les robaron el futuro.
El gobierno solo se llenó la boca diciendo que eran «prontuariados», igual dijo la policía y muchos comentaristas y haters profesionales se encargaron de enterrar con bilis a estas mujeres. Mujeres fallecidas que ya no podían defenderse. Nadie se preocupó si había universitarias como Fiorella Rioja o si alguna de estas mujeres estaba embarazada. Si alguna de estas mujeres era viuda como Liz Melosevich. Si alguna de estas mujeres mantenía a su familia como Alison Montañez. O se recurseaba para salir adelante vendiendo lo que sea como Sandra Peña Osco que ofrecía ropa en Gamarra. O más aún si había alguna mujer que era activista y se dedicaba a socorrer a otras mujeres en peores condiciones que ella como hacía Cinthya Salazar Cántaro, conocida como “Corazón de niña” porque tenía sensibilidad social y muchas veces dejó de llevarse un pan a la boca por dárselo a alguien del asentamiento humano San Juan de Amancaes.
Digan lo que digan, las autoridades y el pueblo envilecido e ignaro, esta es la triste realidad que da vergüenza ajena, que nos pone peor que Haití (que al fin y al cabo está controlando mejor la peste que nosotros) o de cualquier país del África subsahariana. Y que nos pone de cabeza en ese mundo oscuro de la barbarie ni siquiera el medioevo, donde mejor sería vivir arriba de los árboles o retornar a las cavernas.
Ahora, sí, pueden dejar los comentarios que quieran. Seguro sus hijos o sus nietos leerán mañana cuanta humanidad hubo en el alma de cada uno y cuánto de la miseria que pasa en este mundo fue responsabilidad de ustedes. Solo de ustedes y de nadie más.