Nacimiento electrónico en San Juan de Lurigancho cumple 53 años

Por Emilia Figueroa

El nacimiento del niño Jesús en Belén es recreado en la cochera de Mario Dávila, en el distrito de San Juan de Lurigancho. Como en un teatro, se corren las cortinas para que los asistentes puedan disfrutar, durante ocho minutos, de la composición del nacimiento: cientos de piezas que ocupan calles en miniatura, que destacan por el realismo de las casas, puentes, arroyos y columnas romanas. La iluminación y las proyecciones permiten mostrar el cambio de la luz y los astros, desde el amanecer hasta el recorrido de la Estrella de Belén en la noche.

Mario Dávila (61) recuerda que su padre inició esta tradición hace 53 años, cuando le llevó un nacimiento hecho a mano al hospital San Juan de Dios. “Era diciembre y yo estaba internado porque me iban a operar por la polio. Al siguiente año hicimos un nacimiento en nuestra sala, pequeño, con dos foquitos de carro y un transformador”.

Su padre, Alejandro Dávila, fue el gran impulsor de esta tradición hasta que falleció en el 2019. Incluso durante sus últimos años intervino en la creación de piezas con material reciclado como papel, madera, cartón y otros elementos. Ahora, su hijo continúa la tradición con la ayuda de familiares y amigos. “Mi sobrino programó una computadora para automatizar todos los movimientos, proyecciones, iluminación y sonido. Hace diez años funciona así”, comenta.

Él ya ha perdido la cuenta de las piezas que conforman el nacimiento y las que tiene guardadas, calcula que son entre 200 y 300. Las más grandes van en primera fila junto al Misterio (María, José y el niño), luego siguen las medianas y las pequeñas van detrás, para generar perspectiva. Llama la atención el detalle del cielo que se hizo con una plancha de lata soldada, se le dio curvatura como la cúpula de una iglesia y se pintó de celeste.

Durante la muestra del nacimiento se escucha la música de las películas Ben-Hur, Éxodo, Rey de reyes y algunos villancicos andinos. Cada año, esta música varía, así como la distribución de las piezas y los efectos visuales. La planificación es una tarea de siempre para Mario Dávila y el armado le toma aproximadamente tres meses.

Mario cuenta que muchas familias vienen a ver este nacimiento de generación en generación. “Hay gente que se va llorando, a veces los adultos son más niños que los mismos niños, se acuerdan de cuando sus padres los trajeron aquí a ver el nacimiento y eso los conmueve”, es una reflexión que hace mientras piensa en quién seguirá la tradición en su familia si a él le pasara algo.

El día en el que recibe más visitas y las colas dan la vuelta a la manzana es el 25 de diciembre. Para conocer el nacimiento no hace falta pagar entrada, es de ingreso libre, de lunes a domingo, de 4:00 a 8:00 p.m. en calle Los Amautas 1190, urbanización Zárate (a la altura de la cuadra 11 de la avenida Gran Chimú). La exhibición inició el pasado 8 de diciembre y continuará hasta el 7 de enero del 2024.