Opinión

MUNA: patrimonio cultural en riesgo

Lee la columna de Edwin Cavello

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Desde que se destapó las irregularidades que vienen ocurriendo en el Museo Nacional del Perú (MUNA), funcionarios del Ministerio de Cultura (MINCUL) comenzaron a realizar llamadas para intentar solucionar los graves problemas eléctricos que arrastra el elefante blanco ubicado en Pachacámac. Si bien la construcción del museo bordea los 600 millones de soles, esta millonaria suma podría convertirse en el gasto público más absurdo de la historia del Perú, debido a la mediocre administración por parte del MINCUL.

Todo el patrimonio que se encuentra actualmente en las salas y almacenes del MUNA están grave riesgo, un riesgo que es provocado por la inoperancia de los funcionarios y por un fallo de energía que no está permitiendo la adecuada climatización. Hay que entender que lo que más daña el patrimonio cultural es el cambio de las condiciones climatológicas que genera una severa afectación a todo bien cultural que deriva de lo biológico: cuadros, textiles, restos óseos, etc. Hay que dejar en claro que el MINCUL según la ley 28296 es la entidad competente en lo que respecta a la protección del material arqueológico, y esa responsabilidad no la está cumpliendo.

El sábado 29 se apareció en el MUNA Carlos del Águila, Director General de Museos del MINCUL, su presencia no fue para solucionar el grave problema, sino, para tomar fotos y filmar con gente del área de comunicaciones parte del museo. Imaginamos que pretenden presentar un informe maquillando la situación. Por otro lado, resulta inaudito el silencio actual de los exministros Luis Jaime Castillo, Diana Álvarez-Calderón y el abogado Juan Pablo de la Puente Brunke, quienes aclamaban el MUNA como la salvación de los museos.

En el expediente MUNA, realizado por la historiadora e investigadora Mariana Mould, ya se había informado que la construcción del Museo Nacional del Perú fue hecho al caballazo. Además, esta obra no fue licitada directamente por el Estado, sino por la UNOPS, y esto es porque con la intervención de la UNOPS los sistemas de control, fiscalización y transparencia del Estado no pueden intervenir. ¡Qué gran negocio!

Al final en este elefante blanco mal gestionado por el MINCUL, han llegado personajes como Gabriela Eguren y Rossana Acuña Delgado, parte del séquito de la ministra de Cultura Leslie Urteaga. Dios los cría y el Diablo los junta.

(Columna publicada en Diario UNO)

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