Hace 20 años ocurrió una de las tragedias más grandes en la historia de Lima: el incendio de Mesa Redonda, donde murieron más de 400 personas calcinadas por culpa de un pirotécnico. El día de ayer, unos niños encendieron un globo de Cantoya en las inmediaciones de Mesa Redonda, que fue a parar a un almacén de plásticos donde se inició un incendio que ha durado más de trece horas y ha requerido de casi todos los Cuerpos de Bomberos de Lima para poder controlarlo.
Esos almacenes eran ilegales y fueron sancionados con una multa y una advertencia por parte de la Municipalidad de Lima. Así funciona el municipio de nuestra ciudad, y así es como la maneja nuestro alcalde.
Jorge Muñoz llegó a la alcaldía de Lima con una frase absurda pero que a sus votantes les pareció ideal: convertir a Lima en Limaflores, es decir: transformar una ciudad caótica y difícil en una prolongación del distrito de Miraflores, caracterizado por pertenecer a una clase media alta a donde van los adolescentes enamorados de toda la ciudad a declararse cada 14 de febrero mientras miran el sunset desde el Parque del Amor. Aquella promesa de transformación que llevó a Muñoz a la alcaldía, convirtió en alcaldes a decenas de postulantes de su partido político de otros distritos: el arrastre en aquella votación hizo que postulantes con opciones nulas de acceder a dicho cargo se despertaran convertidos en alcaldes. Como el despertar de varios Gregorio Samsa.
20 años han pasado desde la espantosa tragedia de Mesa Redonda, y poco o nada se ha hecho desde la Municipalidad de Lima para desarrollar planes de contención o prevención de siniestros como el de anoche. Y a eso se suma, además, la nula presencia del alcalde Muñoz y la absoluta falta de responsabilidad en su pésima gestión. Lo vimos cuando el niño de 4 años murió ahogado al caer en un buzón sin tapa en un parque del Cercado de Lima, un parque que tenía la hierba tan crecida por la falta de atención, que el niño no pudo ver jamás el hueco por el que cayó y por el que sus padres lo vieron salir, horas después, atado a una cuerda, ya muerto.
Consultado por la prensa sobre el porqué funcionan ahí depósitos ilegales, Muñoz Wells respondió: “No es que no tenía autorización, tenía autorización para comercio […] De todas maneras vamos a hacer un esfuerzo adicional, se está haciendo el trabajo con Fiscalización”. Consultado por la prensa sobre porqué llegó tres horas después al lugar de los hechos, respondió: “Yo no soy bombero”.
Consultado por la prensa sobre la situación precaria en que se halla esa parte del Centro Histórico de Lima y el funcionamiento de estos espacios a todas luces peligrosos, respondió: “Como alcalde, no soy el que fiscaliza, a mí se me dan informes”. La culpa como ven, es de los niños que lanzaron el globo, de los comerciantes informales, de los bomberos que no llegaron a tiempo, del zorrito Runrún, de la pena de Robotín, la culpa es de que en Lima no llueve, de la falta de solidaridad de la gente, de los que filman con sus celulares en lugar de alcanzar una olla con agua: la culpa es del planeta entero, menos de él.
Muñoz Wells es un experto en lavarse las manos ante cualquier siniestro que suceda en la ciudad: él no es responsable de la seguridad ciudadana, del control de las calles, de la planificación de la seguridad, no es culpable de absolutamente nada. Entonces ¿para qué lo tenemos sentado en el municipio llenándose los bolsillos con su sueldo de funcionario si no es responsable de nada? Ya va siendo hora de que ese señor deje el cargo. Por el bien de la ciudad y de las posibles víctimas mortales, sería lo mejor.