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Misticismo y religiosidad en Lima

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En la Lima de “todas las sangres”, donde conviven las tendencias más cosmopolitas y tradiciones populares y religiosas ancladas en la herencia de nuestros ancestros prehispánicos, hay un componente transversal a la vida de los limeños: la religiosidad, siempre cargada de misticismo y espiritualidad, con ese ingrediente de sincretismo, mezcla de la herencia hispana y andina.

El ícono por excelencia es el culto al Señor de los Milagros, también llamado Cristo de Pachacamilla, Cristo Moreno y Señor de los Temblores. Como se sabe, su culto se origina hace más de trescientos años, a partir de un mural pintado por un esclavo angoleño en la zona de Pachacamilla, en lo que fueron los alrededores del actual convento de las Nazarenas en el centro de Lima.

Cuentan los cronistas, que esta imagen sobrevivió milagrosamente al terremoto de 1655 y desde entonces fue motivo de veneración, porque se le atribuía ser la verdadera imagen de Jesucristo. Esta imagen, impresionante desde el punto de vista del diseño plástico, así como por la expresión psicológica del dolor y la redención, hoy se puede admirar en el altar mayor de la Iglesia de las Nazarenas. Una verdadera obra de arte, más allá de su valor icónico religioso que une al pueblo limeño.

La historia es harto conocida. En 1687 se confeccionó un enorme lienzo que es una copia fiel de la imagen, y ese año tuvo lugar la primera procesión del Señor de los Milagros, considerada la festividad católica más importante en el Perú y también la procesión más multitudinaria del mundo.

El mes morado hace alusión al color del hábito de las nazarenas, y este a su vez es el color de las llagas y los “moretones” en el cuerpo flagelado de Cristo en la cruz. Si se pide un ícono de Lima que haya sobrevivido a los siglos, es precisamente el Señor de los Milagros, que cada mes de octubre sale en procesión. No hay otra que la supere en todo el orbe y desde hace décadas se replica con el mismo fervor en ciudades como Nueva York y París, y en todas las ciudades peruanas.

La Hermandad del Señor de los Milagros de Nazarenas se encarga de transmitir esta devoción de padres a hijos. Y ahora, fiel a la modernidad, las procesiones se transmiten “on-line”, en tiempo real en internet, y se han creado aplicativos para poder seguir su recorrido vía GPS.

El año pasado se estrenó el excelente documental “El verdadero rostro del Señor de los Milagros”, del periodista Kevin Carbonell, en base a una notable investigación documental que aporta luces sobre los orígenes, historia y restauraciones del lienzo. El año pasado obtuvo el Premio Nacional “Cardenal Juan Landázuri Ricketts” otorgado por la Conferencia Episcopal Peruana. Asimismo, hay una serie de publicaciones e investigaciones dedicadas al Cristo de Pachacamilla. Y sobre los artistas plásticos, muchos pintores peruanos le han dedicado excelentes versiones como los maestros Víctor Humareda, Camilo Blas (José Alfonso Sánchez Urteaga) y Jorge Vinatea Reinoso, entre otros.

Pero si el Señor de los Milagros es un ícono popular, no olvidemos que Lima tiene el honor de haber dado a luz a santos peruanos que se veneran en todo el mundo: Santa Rosa de Lima y San Martín de Porres. Además aquí vivieron y murieron, dándolo todo por la fe y el pueblo, Santo Toribio de Mogrovejo, San Francisco Solano y San Juan Macías. Alrededor de estas devociones se agrupan una serie de cofradías religiosas con varios siglos de antigüedad, instituciones de ayuda, auxilios mutuos y devoción a Dios, con el tradicional rezo del santo rosario, que es una costumbre que todavía persiste silenciosamente en el fervor popular.

Santa Rosa o Rosa de Lima (Lima, 1586 – 1617), Patrona de las Américas y las Islas Filipinas, fue una terciara dominica, primera santa nacida en el Virreinato en alcanzar la canonización por la Iglesia en base a sus méritos. Prácticamente fue una mística, y ahora se ha revelado que también escribió poesía religiosa, según lo ha documentado la historiadora y filóloga Rosa Carrasco Ligarda en su libro Santa Rosa de Lima: escritos de la Santa Limeña (Facultad de Teología Pontificia Civil de Lima, 2016).

“Oh dulce martirio, que con harpón de fuego me ha herido. Corazón herido, con dardo de amor divino, da voces por quién lo hirió, Purifica mi corazón. Recibe centella de amor, para amar a su Creador (…) ¡Oh dichosa unión! ¡Abrazo estrecho con Dios!», expresa uno de los poemas de Santa Rosa publicados en la investigación.

No olvidemos que existe una extensa iconografía sobre Santa Rosa en la pintura peruana, de la mano de maestros como Angelino Medoro, Francisco Laso, y el genial Sérvulo Gutiérrez entre otros en el extranjero. 

Asimismo, San Martín de Porres (Lima, 1579 – 1639), fraile de la orden de los dominicos. Es el primer santo afrodescenciente de América, conocido también como “el santo de la escoba”, símbolo de su humildad. Unió alrededor de un platillo de comida a “perro, pericote y gato”. Es “Santo Patrono de la Justicia Social”, (nombrado así por el papa Juan XXIII en 1962). Además, patrón universal de la paz, patrón de los enfermos, protector de los pobres, patrón de los barberos, patrón de los barrenderos y de la limpieza pública, patrón de la intercesión de los animales, patrón de Caritas (junto con Santa Teresa de Calcuta), Patrón de la Jornada Mundial de la Juventud 2019, junto con otros siete patrones e intercesores).

En 2016 se publicó el libro Los Cinco Santos del Perú. Vida, obra y tiempo. Allí se detalla la vida de otros santos que no nacieron en el Perú pero que se santificaron en nuestra tierra, que recordamos a continuación.

Santo Toribio de Mogrovejo (Mayorga, 1538 – Zaña, 1606), segundo arzobispo de Lima, misionero y organizador de la Iglesia católica en el virreinato del Perú. Su obra es vasta. De acuerdo a Wikipedia: “Durante su trabajo episcopal en Lima, Mogrovejo convocó y presidió el III Concilio Limense (1582-1583), al cual asistieron prelados de toda Hispanoamérica, y en el que se trataron asuntos relativos a la evangelización de los indígenas. De esta asamblea se obtuvieron importantes normas de pastoral, como la predicación en las lenguas nativas, para lo cual fue creada una facultad de lenguas nativas en la Universidad de San Marcos y la catequesis a los esclavos negros, así como la impresión del catecismo en idiomas castellano, quechua y aymara que se constituirían en los primeros textos impresos en Sudamérica”.

Asimismo San Francisco Solano (Montilla, Córdoba, 1549 – Lima, 1610), considerado como el “Taumaturgo de América”, predicó en quechua, aymara y otras lenguas aborígenes, recorriendo el norte de Argentina y prácticamente todo el Perú a pie. Fue constructor del Convento de los Descalzos y su primer padre guardián. Se caracterizó por su humildad y su prédica, acompañado por una especie de violín llamado “rabel”. El Cabildo de Lima declaró el 21 de septiembre de 1715 al Cristo de los Milagros como «Patrono Jurado por la Ciudad de los Reyes contra los temblores que azotan la tierra».

Además, es considerado como patrono de los navegantes, de los toreros y de muchas ciudades peruanas como Huamanga, Chancay, Cusco. Sus restos reposan en la Catacumbas del Convento de San Francisco de Lima, que fue su última morada.

El libro más completo sobre este santo andaluz lo escribió el padre Luis Julián Plandolit OFM, titulado: El apóstol de América, San Francisco Solano. Tal como señala el periodista Nivardo Córdova Salinas en su artículo “El retrato postmortem de San Francisco Solano” (http://rimactampu.blogspot.com/2015/01/el-retrato-post-mortem-de-san-francisco.html).

Allí señala: “El padre Plandolit inició su investigación en 1949 (año del cuarto centenario del nacimiento de San Francisco Solano) bajo la premisa de que al santo Solano más se le conoce por los contornos esfumados y claroscuros de la leyenda, que por los matices precisos de la historia. Plandolit revisó toda la documentación sobre el santo en el Archivo Secreto Vaticano, Biblioteca Vaticana (sección Manuscritos y sección Impresos), Archivo de San Isidoro (padres irlandeses, Roma), Biblioteca Nacional San Isidoro, Biblioteca Nacional de París, Archivo San Francisco de Lima, Archivo de la Curia Arzobispal de Lima, Biblioteca Nacional de Lima (sic), Biblioteca del Convento de Ocopa, Archivo General de Indias (Sevilla) y Archivo de la Embajada Española de Roma”.

Cerramos la lista con San Juan Macías (Ribera del Fresno, Badajoz, Extremadura, 1585 – Lima, 1645) religioso y santo dominico español que evangelizó el Perú a partir de 1620 y canonizado recién en 1975.

Ahora que Lima y la nación entera se desgarra por una apabullante crisis sanitaria, económica y política, hay que volver con fuerza a estos ideales de espiritualidad.

(*) Escritor, poeta, editor y sociólogo. Presidente del Instituto Peruano de la Juventud (IPJ) y director del sello independiente Río Negro.

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