Opinión

Ministro MEF sin sensibilidad científica ni social

Al parecer la universidad no entró en él y este sólo pasó por la universidad, ya que lleva 41 años fuera de la PUCP y no puede titularse de economista.

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Por:  Edwin A. Vegas Gallo

El ministro MEF José Arista Arbildo, según su declaración en web MEF y en Registro de Grados y Títulos de la SUNEDU, es bachiller en Ciencias Sociales, con mención en Economía de la PUCP, desde el 27 de abril de 1983 y además ha declarado al asumir el MEF, desde el 14 de febrero pasado, que “cuenta con una maestría en Economía en la Universidad de California EE.UU”, documento que por cierto, no está registrado en la SUNEDU, siendo esto desde ya una falta.

Ahora se entiende, cuando en la Comisión de Ciencia y Tecnología del Congreso de la República, para ampliación de presupuesto, de cara al fortalecimiento de la ciencia y tecnología, señaló: “…a mí no me gustan las investigaciones…posiblemente porque no tengo la sensibilidad científica”. Entonces, este ministro formado en ciencias sociales, reniega de su formación académica y de la utilidad de la investigación científica, para la sociedad.

Al parecer la universidad no entró en él y este sólo pasó por la universidad, ya que lleva 41 años fuera de la PUCP y no puede titularse de economista.

Recuerdo que este ministro MEF, dos veces interpelado, tampoco nos daba presupuesto para las universidades públicas, desde su otrora puesto de Director General de Presupuesto Público del MEF, que después le sirvió de trampolín para su ascenso como gobernador de su Región.

Si bien es cierto las comparaciones son odiosas, no puedo sustraerme a comparar la hoja de vida del señor Arista, con la de sus homólogos de los países vecinos del norte y sur. El MEF del norte es Máster en Apply economics and management por la Universidad de Cornell (Nueva York, forma parte de la Ive League, USA), posee un diplomado en Ingeniería financiera del Tecnológico de Monterrey. El MEF del sur es economista de la Universidad de Pensilvania, académico y político.

Sin duda entre estos y aquél hay una abismal diferencia académica, razón por lo cual los primeros apuestan y aportan por presupuesto fiscal, para la ciencia y tecnología; mientras que el nuestro no lo considera así en su pragmatismo político, ya que su nulo apego a la sensibilidad social, le permite navegar en la comodidad de su vieja escuela de la economía lineal empresarial.

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