Por Edwin A. Vegas Gallo
Lo que sucede en el Ministerio Público “defensor de la legalidad”, se ha convertido más bien en la “casa de la ilegalidad”, para la caza del poder con componendas o traiciones, no importándoles el daño institucional, ni a la generación de jóvenes fiscales superiores, provinciales o adjuntos provinciales; que hacen su trabajo con grandes dificultades, por falta de ejecución presupuestal.
Lo que ha generado la suspendida Fiscal de la Nación Patricia Benavides, ha superado con creces a Blanca Nélida Colán, protectora del fujimontesinismo y desde luego, a lo hecho por Carlos Ramos, Pedro Chávarry y Zoraida Ávalos, en su momento destituidos por el Congreso, en la década pasada.
La diferencia con aquellos, es que a ella, no la puede destituir el Congreso, por la telaraña de componenda política, incluido el Ejecutivo, fiscales mediáticos e incluso “soplones” con sueldo jugoso en la mismísima JNJ; que se ha tejido en torno a ella, para beneficiarse con favores para el archivo fiscal de sus fechorías políticas criminales.
Este comportamiento conductual aberrante por la caza del poder, es patológico y de las seducciones por aquél, ha pasado a violaciones sin nombre, poniendo en jaque al sistema acusatorio, para beneplácito de la mente criminal que ha tejido esa telaraña de corrupción.
