Opinión

MINCUL: la oferta de Valencia

Lee la columna de Edwin Cavello

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La política peruana tiene una habilidad asombrosa para convertir lo sagrado en negociable. Y esta vez, el altar profanado han sido las milenarias Líneas de Nasca y Palpa. Detrás del recorte exprés de su polígono de protección —42% menos de territorio preservado— no solo hay ignorancia o torpeza. Hay algo más siniestro: tráfico de influencias, promesas rotas y el viejo arte de eliminar a los incómodos.

El ministro de Cultura, Fabricio Valencia, recibió una orden desde Palacio: recortar el polígono. Pero se topó con un obstáculo: Alberto Martorell, entonces director de Cultura en Ica, defensor acérrimo del patrimonio. ¿Solución? Sacarlo. Y no de cualquier manera, sino con una maniobra que parece salida de una tragicomedia nacional: se le ofrece un nuevo cargo —en el Qhapaq Ñan— a cambio de su renuncia. Una oferta hecha primero en voz baja, luego por WhatsApp, y que nunca se cumplió.

Los mensajes filtrados, enviados por Martorell, revelan a un hombre traicionado, impaciente, pero aun apelando a la ética. “Piensa con una mano en el corazón”, escribe. ¿Último intento de salvación? Lo cierto es que el ministro jamás cumplió su palabra. Martorell se fue, pero la promesa quedó flotando en el aire como el polvo sobre las Líneas de Nasca.

¿Y qué hizo el ministro? Cumplió con palacio. Recortó el polígono. Solo cuando el escándalo estalló, cuando las movilizaciones amenazaban con tomar las calles, cuando Lima Gris mostró los chats, se pausó la resolución ministerial. Pero no por convicción, sino por miedo. No por cultura, sino por cálculo.

El ministro, según fuentes, se habría negado a renunciar. Y habría dicho: “Si me sacan, yo hablo”. Así se escribe la tragicomedia de nuestros tiempos. Ministros que callan con el fin de atornillarse en el cargo. Silencios que se compran con embajadas. Patrimonio que se mutila por negocios. Cultura como botín.

Mientras tanto, las Líneas de Nasca, herencia de un pueblo que supo dibujar en el desierto para hablar con los dioses, hoy son testigo de otra forma de escritura: la del poder que borra, manipula y negocia.

Y eso, señores, es lo que más debería indignarnos. La Fiscalía Anticorrupción en Nasca debe actuar con celeridad y no dormirse en sus laureles. Aquí hay responsabilidad de varias autoridades y políticos, pero también del Gobierno Regional de Ica.

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