Tenía la mirada de Humphrey Bogart, pero le decíamos Humphry Burga. Y parecía que todo los días era su cumpleaños aunque hoy es el día central.
Han pasado 45 años desde el día que lo conocí en el Tívoli del centro de Lima, donde desde arranque me hizo reir. Desde ese día tuve el privilegio de conocer al hombre más generoso sobre la tierra, al hombre sin egoísmos, al hombre sin envidias, al hombre sin rencores. Al escritor, al solidario, al hombre sensible, al hombre maravilloso; sibarita, gran conversador, alegre, ingenioso, inteligente, elegante, encantador, de una vasta cultural, narrador notable, proyectista y valiente, todo eso y más era Miguel Burga.
En Hora Zero, fue fundamental. Hizo de la Casona Hotel, nuestro refugio – menús, camas, pasajes, teléfono abierto, cervezas, rones y rines.
Fue nuestro castillo inexpugnable durante años. Miguel participó en nuestros recitales y fue pieza clave en el recital mayor en jirón Moquegua – más de 600 personas-. Viajó con nosotros a provincias a dar recitales en una época muy crucial y difícil. En la Casona Hotel se redactaron manifiestos, donde la participación intelectual de Miguel fue fundamental. Miguel también fue pieza fundamental en la creación del diario “Marcha” donde participó Hora Zero.
2.
Miguel Burga Vergara durante 45 años pagó, invitó y no dejó que nadie nos humille por dinero. Pregunto,¿puede alguien defender a sus hermanos horazerianos durante 45 años?
Para terminar una anécdota, de las millones de anécdotas con Miguel. En una de las peores crisis económicas del Perú, me llamó Miguel por teléfono y me dijo: “Georgio, espérame a las 3 pm. En la puerta de la Casona. Fui puntual y cuando Miguel salió me dijo, “no se han vendido muchos menús” y seguimos caminando por el jirón Moquegua a la avenida Tacna. Paró en un kiosko de periódicos y con una china, se compró el diario Extra. Solo lo compraba para leer su horóscopo. Le leí su horóscopo: Escorpio “Su hermano llegará de Estados Unidos y le quitará su auto”. Dicho y hecho, su hermano llegó de Estados Unidos y no sé qué paso con el auto.
Como estábamos misios, llegamos al cine Tacna, a la matiné. No había para cerveza, ceviche, ni nada. Compramos 2 entradas para ver – Oh, maravillosa sorpresa- “El extranjero” de Albert Camus, interpretada por – Oh, maravillosa sorpresa- Marcelo Mastroiani y para rematar la faena, alcanzaba, sólo para un chocolate sublime. Lo partimos, mitad y mitad y vimos esa extraordinaria película.
A la salida, 6 de la tarde, hora gris en Lima, Miguel juntó el sencillo y me dijo: esto es para tu combi y esto es para el mío. Miguel en esa época vivía en Pueblo Libre. A lo lejos se apareció la combi y Miguelito subió a la volada y vi al gran Miguel Burga, subiéndose a la volada a su combi sonriendo; con esa sonrisa tierna, victoriosa, que durante 45 años nos envolvió con su manto protector, con su calle y con su inteligencia, con su ausencia termina una época.
Miguel, tú sabes que fuiste lo máximo, genio, irrepetible. Ahora eres una estrella iluminando nuestra soledad.