Política
Mientras 3 «Cholos» con rasgos indígenas se pudren en barbadillo, el gringo PPK con privilegios, intenta fugar
El Privilegio en la Justicia Peruana. Mientras los agentes y fiscales escoltaban a PPK de vuelta a su residencia de San Isidro, donde cumple arresto domiciliario por lavado de activos vinculado a Odebrecht, tres hombres de raíz indígena y andina respiran el aire viciado del Penal Barbadillo. Ollanta Humala, Alejandro Toledo y Pedro Castillo: «los tres del Fundo Barbadillo», encarcelados en la misma prisión diseñada para expresidentes, pero en celdas muy distintas a la suite de PPK.
Por Jorge Paredes Terry
La madrugada del 7 de junio de 2025, el aeropuerto Jorge Chávez se convirtió en el escenario silencioso de una fuga frustrada. Pedro Pablo Kuczynski, el expresidente de 86 años conocido como «PPK», fue interceptado por la fiscalía cuando intentaba abandonar el Perú, aprovechando la caducidad de la comparecencia con restricciones aplicando la Ley 32130 aprobada por el Congreso y promulgada por Dina Boluarte. Según información no confirmada sugieren que llevaba maletas llenas de pertenencias esenciales, y un billete de primera clase con destino a un país sin extradición. Su abogado argumentó «trámites médicos», pero el fiscal detectó el patrón clásico de la huida: un hombre blanco, educado en Oxford y Princeton, ciudadano norteamericano, convencido de que las reglas no aplican para su estirpe . Mientras agentes lo escoltaban de vuelta a su residencia de San Isidro donde cumple arresto domiciliario por lavado de activos vinculado a Odebrecht, tres hombres de raíz indígena y andina respiraban el aire viciado del Penal Barbadillo. Ollanta Humala, Alejandro Toledo y Pedro Castillo: «los tres del Fundo», encarcelados en la misma prisión diseñada para expresidentes, pero en celdas muy distintas a la suite de PPK.
Los 3 del fundo Bardadillo
Ollanta Humala atraviesa su hora más oscura. El 15 de abril, el Tercer Juzgado Penal Colegiado Nacional lo condenó a 15 años de prisión por lavado de activos. La sentencia, fría y contundente, detalló cómo recibió dinero del fallecido Hugo Chávez para su campaña de 2006 (cerca de un millón y medio de soles) y de Odebrecht en 2011 (3 millones de dólares). Su esposa, Nadine Heredia, recibió igual pena. Mientras Humala era esposado en la sala, Heredia, hospitalizada según sus abogados, solicitaba asilo político en la Embajada de Brasil. El expresidente militar, de rasgos y ascendencia indígena, fue trasladado al Barbadillo sin contemplaciones. Su futuro pende de un hilo: la Fiscalía investiga otro caso que podría sumarle 30 años más.
Alejandro Toledo, el economista de Cabana que pasó de vender periódicos en Chimbote a gobernar el Perú, cumple 20 años y 6 meses en Barbadillo. Condenado en octubre de 2024 por recibir 35 millones de dólares en sobornos de Odebrecht, su actitud en el juicio fue un vaivén entre el cinismo y la súplica. Durante las audiencias, sonreía burlón al escuchar cifras millonarias. Pero en su declaración final, con la voz quebrada, imploró: «Por favor, déjenme sanar o morir en mi casa», alegando cáncer y problemas cardíacos. La jueza Inés Rojas fue implacable: «Defraudó al Estado». Hoy, a sus 79 años, llora entre rejas, lejos de Elian, su esposa, y de California, donde vivió años como profesor emérito fugitivo .
Pedro Castillo, el maestro rural de Chota, enfrenta un destino aún incierto. Encarcelado desde diciembre de 2022 por intentar disolver el Congreso, su encierro en Barbadillo es una batalla política continua. En marzo de 2025 inició una huelga de hambre contra lo que llama un «juicio pantomima». «Contra el juicio oral politizado y su condena anunciada, me declaró en HUELGA DE HAMBRE», escribió en una carta dirigida al país. Tres días después, deshidratado y débil, fue hospitalizado de emergencia. Regresó a prisión con visitas suspendidas y aislamiento. La Fiscalía pide 34 años por rebelión. Castillo insiste: «Solo di un discurso político»
PPK: El Privilegiado
Mientras Humala, Toledo y Castillo los «tres cholos» como los estigmatiza la élite limeña habitan celdas de 8 metros cuadrados, Pedro Pablo Kuczynski navega una justicia paralela. La Fiscalía lo acusa de lavado de activos por recibir US$ 4.8 millones de Odebrecht a través de sus empresas Westfield Capital y First Capital. En mayo de 2023, el fiscal José Domingo Pérez solicitó 35 años de prisión contra él . Pero PPK, ciudadano estadounidense, exbanquero de Wall Street y miembro de la oligarquía limeña, no ha pisado una celda. Desde 2019 cumple arresto domiciliario en su casa de San Isidro, con restricciones de salida que, como demostró el intento de fuga, son fácilmente eludibles .
Su historial de escándalos los pagos de Odebrecht, las transferencias sospechosas a su chofer (US$602,000), los «Kenjivideos» donde se intentaba comprar votos para evitar su vacancia no han quebrado su aura de impunidad . Su defensa es técnica, fría, administrativa: «Westfield realizó consultorías legítimas», dice. Mientras Toledo llora y Castillo se desvanece de hambre, PPK negocia con abogados de alto perfil y presenta certificados médicos de clínicas privadas. El contraste es un mapa del racismo estructural peruano: el «gringo» blanco y angloparlante versus el cholo, el serrano, el indígena. PPK no evade la cárcel por inocente, sino porque el sistema protege a los suyos: la élite que aún controla bancos, medios y jueces
Barbadillo: El Mausoleo de un país Fracturado
El penal de Ate, bautizado «Fundo Barbadillo», es hoy un símbolo grotesco. Diseñado para albergar a Alberto Fujimori, hoy acoge a tres expresidentes vivos: Toledo, Castillo y Humala. Pero también es un espejo de las fracturas peruanas . Las celdas son iguales, pero los destinos no: Toledo suplica piedad médica; Castillo alza la voz como mártir político; Humala calla, consciente de que su condena es también el fin definitivo de su proyecto nacionalista. Mientras, en San Isidro, PPK toma whisky en su jardín, esperando que el tiempo o un juez compasivo lo absuelva. Su intento de fuga no fue un acto de desesperación, sino de arrogancia: la creencia de que su pasaporte azul y su apellido europeo lo ponen por encima de la ley que aplasta a los otros.
El Perú tiene hoy cuatro expresidentes encarcelados o procesados (incluido Martín Vizcarra, por cohecho en Moquegua), y uno bajo arresto domiciliario . Pero la justicia que los persigue es selectiva: lenta y decorosa para el blanco; veloz y brutal para el cholo. Mientras el Penal de Barbadillo se llena de huellas andinas, la fuga de PPK frustrada en el aeropuerto nos recuerda que algunas celdas tienen vista al mar, aire acondicionado, y puertas que siempre se abren hacia fuera.