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Mick Jagger / CÓMO LE GUSTABA EL ROMPE CALZÓN

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Ya faltan horas para ver y oír por primera vez al Perú de los Rolling Stones este 6 de marzo. Debo, reconocer que su líder, el predestinado Mick Jagger es un ser más que especial. Lleno de historias y de leyendas, lo he perseguido y desandado sus pasos. Aquí contaré de sus tres viajes al Perú, donde en ciudades como Iquitos, Cusco y Lima no solo dejó huellas imborrables sino la firma de ser un chonguerista de primera.

1.

En el restaurante Fitzcarraldo en el malecón de Iquitos a la vera del río Amazonas, Lucho Valcárcel está recordando a Mick Jagger, la vez que estuvo en su ciudad y no dejó buena espina. Valcárcel era barman del hotel Holiday Inn y el Stone no le cayó bien al principio. “Era bien loco y malcriado”, cuenta que era peor, luego sonríe y dice que al final se hicieron amigos.

Jagger pedía los tragos menos frecuentes y combinada vodkas con cervezas y jerez. Pero una noche, el barman lo invitó con un coctel a base de “RC”, el famoso trago loretano. Jagger se puso bravo e ipso facto buscó mujer. Al día siguiente regresó contento. ¿Qué me diste anoche?, preguntó en su español infeliz. Entonces Valcárcel le explicó qué era “RC” con jugo de cocona. El “RC” era el mítico brebaje conocido también como el “Rompe calzón”, una pócima afrodisiaca. Jagger desde esa vez se hizo fanático de ese bebedizo y dejó registrado su sello de tener un apetito sexual descomunal y ser voraz en las camas.

A Mick Jagger (Kent, Inglaterra, 26 de julio de 1943) se le perdona todo. Cuando se pone serio dice que tiene un pacto con Satanás y que su alma vive en el fuego eterno. Sea como sea,  el Lucifer del rock, encabeza el mayor espectáculo artístico del mundo. Jagger en todo caso es un ícono posmoderno de la música, la moda, el arte y hasta de una filosofía de vida. Él es la figura visible de estos Rolling Stones quienes hoy resultan arqueólogos de sí mismos y entusiastas desenterradores de sus propias ruinas. Inmortales y vigentes, siempre están de gira. Y ahora al fin llegan al Perú. Un retardo que hizo ahorrar a sus fans para que puedan adquirir las entradas más caras de concierto alguno en nuestros pagos. Jagger dice que es socio del demonio, yo le creo y también pago.

En todo caso, los Rolling Stones ya no es una banda de rock. No. Es una provocación estética más que contemporánea. Un conjunto en una exigente muestra de arte. Una página gloriosa de la música popular en todo el universo. En el rock y el pop, todavía atraen a millones de personas y su valor les permite llevar a cualquier rincón de la tierra espectáculos con una producción espectacular y de una calidad superlativa. Esta vez emprenden su enésima gira “América Latina Olé” desde el 3 de febrero del 2016 a Chile, Argentina, Uruguay, Brasil, para luego pasar por el Perú, Colombia y finalizar en México. Hay razones entonces para descifrar su enigma.

Los Stones son como la materia. Siempre existieron y son perdurables porque se modificaron desde aquella canción ‘Rolling Stones’ que interpretaba el bluesman norteamericano Muddy Waters de la que raptaron su nombre.  ¿Desde cuándo? Nadie lo sabe. Keith Richards dice que recién son Stones cuando llegó al grupo el baterista Charlie Watts, es decir, el 12 de enero de 1963. Sin embargo, las páginas oficiales señalan que la fecha de fundación es el 12 de julio de 1962 desde aquel día que Mick Jagger Keith Richards y Brian Jones –el desaparecido músico hallado muerto en la piscina de su casa en 1969– tocaron juntos en el desaparecido Marquee Club, de Londres. Seis meses luego, Charlie Watts, un dibujante publicitario al que siempre le ha gustado más el jazz que el rock and roll, se vinculó como baterista y ese es uno de los orígenes del mito.

JAGGER EN EL PERÚ

Las crónicas de la época cuentan que Mick Jagger, estuvo en el Perú hasta en tres oportunidades. En 1969, cuando llegó a Lima acompañado de Keith Richards. Aquella fue la vez año en que conoció al grupo peruano Los Mads, quedando a tal punto impresionado con ellos que se los llevó a Inglaterra. La segunda vez fue en 1981, invitado por el director alemán Werner Herzog para ser uno de los actores del film “Fitzcarraldo” que se iba a rodar en parajes de Iquitos; lamentablemente surgieron algunos inconvenientes que demoraron el rodaje de la película y Jagger tuvo que irse para grabar un nuevo disco. En su tercera visita, Jagger vino de turista a conocer unos albergues en la Amazonía y recorrer el Cusco.

En 1969, Mick Jagger y Keith Richards acompañados de Anita Pallenberg llegaron a Lima en viaje privado. De estas andanzas dan cuenta Sergio Galarza y Cucho Peñaloza en el libro “Los Rolling Stones en Perú”, un libro que repasa aquellos días, tratando de buscar, en algunas ocasiones en vano, a aquellos que estuvieron cerca de la pareja de rockeros. Porque dieron algunas entrevistas, se dejaron fotografiar e incluso escandalizaron un poco a la sociedad de la época paseando “sus intimidades” por el balneario Ancón, donde tuvo que intervenir la policía.

El grueso del libro, se completa con la segunda visita de Jagger a Perú, en 1981 para actuar en el rodaje de Fitzcarraldo, la película de Werner Herzog. Aunque su papel fue suprimido en el montaje final al no poder incorporarse el Stone a la segunda parte del abrupto rodaje. El propósito era buscar a quienes conocieron o intimaron con Mick y se trata de relatar sus andanzas en aquellas semanas en las que, parece ser, Jagger disfrutó del anonimato y del país. Luego, el mismo Sergio Galarza escribió para la revista Etiqueta Negra un texto que llamó “El Rolling Stones y la vedette y otras historietas en el país de los Incas”. La crónica recrea la visita de Jagger a Iquitos en la selva peruana y su encuentro con Monique Pardo, cotizada artista peruana que era conocida por sus desnudos y danzas sensuales.

De ese tiempo, entre otros peruanos que alcanzaron a conocer a Jagger están Martín Berninzon, Carlos Troncoso, Paul Hurtado de Mendoza y Eddy Wenzara, quienes tenían una banda de jóvenes fanáticos y militantes de la movida del rock, y que abordaron a Mick Jagger en el estacionamiento del Country Club de Lima a su regreso de Iquitos. Todos ellos confirman la versión de un Jagger amable y dispuesto a la conversa.

LA PRESA DE MONIQUE

Pero fue Monique Pardo quien le daría mayores detalles a Sergio Galarza de cómo era Jagger en esos días: Monique Pardo cuenta que en la época que conoció a Jagger ya era toda una modelo, pero que por un malentendido la llamaban vedete, que en el Perú es alguien exhibiendo sobre todo su trasero, y que así la devaluaron de por vida. A la vez se jacta de haber coleccionado entre sus amistades al paso a cantantes como Julio Iglesias, Dany Daniel, Celia Cruz y Rubén Blades, pero también a aquel revolucionario nicaragüense que fue el Comandante Cero.

Y cuenta Monique que Mick Jagger estaba ahí, en la piscina del hotel Holiday Inn de Iquitos donde lucía más delgado de lo que ella creía que era. “Parecía casi un niño de la selva, un niño con la melena desatada, avejentado y salvaje. Llevaba una ropa de baño turquesa, no sudaba y su piel estaba seca. Cualquiera hubiera pensado que se trataba del cadáver más musculoso que jamás se haya visto, el más famoso”, recuerda Galarza el testimonio.

Mick Jagger esta vez, recordará sus hazañas y pendejadas. Sus adeptos, no obstante, siempre se acordarán de su encamada con Monique Pardo, de lo excelso del trago “Rompe calzón” y de que anduvo por estas tierras pero hizo de todo menos cantar. Y esa es la deuda que nos tiene que pagar. La vedette Pardo cuenta por ejemplo que Jagger se desvistió, tiró la bata de felpa azul sobre una silla y se recostó en una de las colchonetas que había al borde de la piscina del hotel Holiday Inn. Buscaba relajarse luego de una semana de intenso rodaje de Fitzcarraldo.. Pues Mick Jagger estaba ahí mismo, un siglo después, sin que nadie le rogara que cante. Lucía más delgado de lo que Monique Pardo creía que era. “Parecía casi un niño de la selva, un niño con la melena desatada, avejentado y salvaje. Llevaba una ropa de baño turquesa, no sudaba y su piel estaba seca. Cualquiera hubiera pensado que se trataba del cadáver más musculoso que jamás se haya visto, el más famoso”.

“Yo lo vi y me dije, nooo, Mick Jagger”, suspira la vedete. No quería, no debía, mostrarse tan vulnerable frente a un Rolling Stone. “Era bien dotado, y lo sé porque se notaba”, recuerda y calla. Sabe que voy a preguntarle por lo que se le notaba y que lo único que le apetece a todo el mundo es saber si ella de verdad se acostó con un Rolling Stone. Monique dice que se acercó a tomarle una fotografía con una Nikon gris casera que le había arrebatado a su novio, quien permanecía callado durante toda la escena como si fuera un extra, y que pidió a su ídolo que posara como si estuviera leyendo. Mick abrió un libro de bolsillo que llevaba consigo y ensayó algo de poesía amanerada en sus movimientos.

La Pardo recuerda haber sentido como si un ratón se alborotara de miedo en su estómago. Al fin disparó la cámara como pudo, en un intento inútil por hacerlo suyo aunque fuese un instante. Luego, Monique calla pícara y todos sospechamos por qué. : “Si hay alguna experiencia, me pertenece sólo a mí”…A sabiendas del currículum sexual de Jagger, lo más probable es que en Iquitos no sólo los mosquitos la hayan picado. Finalmente, es curioso darse cuenta que el Rolling Stone no aparece ni un segundo en Fitzcarraldo, pero sí en dos documentales que incluyen el detrás de cámaras de la película: Herzog eliminó su papel del guión final.

CON EL POETA LEONCIO BUENO

Leoncio Bueno, poeta de fuste y viejo luchador social, también conoció a Jagger esa vez en Iquitos. Bueno trabajó en el filme de Werner Herzog junto a actores como Claudia Cardinale, Jason Robards y Klaus Kinski entre otros. La película Fitzcarraldo fue rodada en 1981 y estrenada al año siguiente contando con Klaus Kinski como el personaje principal.

La historia retrata a uno de los “Barones del caucho”, Brian Sweeney Fitzgerald, un irlandés a quien lo en la Amazonía peruana llamaban Fitzcarraldo. La trama principal del film es cuando Fitzcarraldo tiene que trasladar su barco de vapor por tierra y subirlo por una empinada colina para acceder a un territorio rico en caucho. Mick Jagger fue originalmente elegido para el papel del asistente de Fitzcarraldo, pero la fecha de la filmación expiró y se tuvo que ir de gira con los Rolling Stones. Herzog entonces abandonó el personaje de Jagger del guión y tuvo que comenzar la filmación desde el principio pero con otra historia.

El director alemán Herzog tuvo la virtud de reunir en la Amazonía peruana un grupo de personajes, todos locos de atar. Leoncio Bueno bien pudo haber sido cantante de rock igual que Jagger pero no, él es poeta y fue trotskista por estar contra el stalinismo agresivo que se había instalado en los partidos comunistas latinoamericanos. De pronto por ello se vinculó a poetas tan disímiles como Emilio Adolfo Westphalen, Xavier Abril y César Moro con quien pergeñó el Grupo Obrero Marxista y con Víctor Mazzi, Eliseo García Lazo, José Guerra Peñaloza y Carlos Gómez Loayza con quien funda el Grupo Primero de Mayo. Y tuvo militancia proba en el Partido Comunista Peruano y luego de un choque con la cúpula en la huelga general de 1944 fue expulsado para coincidir luego en cuanto paro, huelgas o activismo político.

Y cuando uno  le pregunta a Leoncio Bueno, poeta de fuste, el viejo maestro se sonríe y levanta la ceja: “Werner Herzog me dio el papel de capitán de la policía. Ahí me vi con Mike Jagger, charlé con Klaus Kinski y tomaba lonche con la mamacita de Claudia Cardinale, ya madurona. Bacán, ¿no?”. Pero cuando habla de Jagger se pone serio. Dice que de no haber sido tan mataperros hubiese llegado a ser un gran poeta.

Sergio Galarza en su libro sostiene que las drogas son una leyenda que nadie puede dejar atrás y menos aún Jagger. Y cuenta que la cantante peruana  Elsa María Elejalde le había confesado que estuvo una noche en la discoteca Mediterráneo de Lima, cuya dueña era la modelo Susy Dyson. La cantante había ido con su hermana Lucrecia cuando vio que él estaba sentado a una mesa. “Lo que más me llamó la atención fue ver una montaña blanca encima, y que con una cucharita Mick le regalara a todo el mundo”. En un momento de la noche, alguien empezó a pedir una guitarra. Al líder de los Stones se le había antojado tocar. Elsa María y Lucrecia, que vivían cerca, corrieron a su casa a traer una. Jagger improvisó un unplugged de canciones que nadie conocía, si es que eran canciones.

Esa noche, en el Mediterráneo, dice la Elejalde, estaba también gente como Augusta Barreda, Lotta Burenius y Peter Koechlin. Ante la insistencia de Lucrecia porque le firmara la guitarra, el Rolling Stone agarró una navaja y talló en ella su nombre y un corazón. “La malogró todita”, recuerda Koechlin, compinche de Jagger en aquellas andanzas nocturnas. Le pregunto a Elsa María qué fue de la guitarra y ella se queda pensativa, tratando de rastrear su destino tras el humo que exhala a bocanadas.

LOS MUCHACHOS DE ANTES

La primera vez que Jagger llegó al Perú fue en enero de 1969. Lima ya respiraba los hervores de un rock combustible y adictivo. De pronto, los jóvenes limeños se sorprendieron cuando los diarios capitalinos informaron de la llegada de Mick Jagger, quien además llegaba acompañado de otra leyenda como Keith Richards, y éste con su novia Anita Pallenberg. Cuenta Fernando Alayo Orbegozo en Dedomedio.com que la cobertura periodística de los llamados diarios serios (El Comercio y La Prensa) resultó insuficiente para una muchachada ávida de noticias frescas sobre sus ídolos. Aunque por aquellos años existían revistas dedicadas a la juventud como “Cancionísima”, “Ecran” y “Ritmolandia”. Una particular edición de esta última publicación —que documenta con precisión el recorrido limeño de estos célebres músicos— fue rescatada por Andrés Tapia (del sello Repsychled Records) y contiene fotos y datos interesantes que seguramente pocos recuerdan.

La revista “Ritmolandia” del 6 de febrero de 1969. El artículo no está firmado pero registra el paso de los dos Rolling Stones durante su estadía en el hotel Playa Hermosa de Ancón. También da cuenta de que los músicos estaban acompañados del baterista norteamericano Anthony Foutz y del hijo del cónsul general de Perú en Londres, José Varela. Resulta peculiar la óptica del redactor, quien los aborda directamente con preguntas sobre qué drogas consumían y con cuánta frecuencia lo hacían. Curiosamente, llama “Mickey” a Jagger, mientras describe lo “extravagantes”, “raros” y “exóticos”, que le resultaban estas celebridades.

Leamos lo que cuenta “Ritmolandia”: “Mientras paseábamos por el hotel “Playa Hermosa” de Ancón, me preguntaba constantemente si Keith Richards y Mickey Jagger eran o no los dos fabulosos drogadictos descritos como “oprobiosos y falsos” por una revista puritana de Inglaterra. No aguanté más y les pregunté a boca de jarro qué droga usaban. Ellos no se molestaron. Miraron cansadamente y Keith dijo: “¿Drogas?….. Hemos probado varias, pero ahora las hemos dejado definitivamente. Realmente empezamos a usarlas porque creímos que eran una forma de liberarse. Y eso es lo que uno siente al principio”.

Y termina diciendo: “Después de oír eso, llegué a la conclusión de que estos dos “Rolling Stones” no son esos degenerados sibaritas que pueden parecer en un momento. Reanudamos el paso, acompañados de Anthony Foutz, el baterista norteamericano que los acompañaba, y de José Varela, hijo del cónsul general del Perú en Londres. Keith y Mickey pateaban piedrecitas o chapas de Coca-Cola al andar y las miradas se abalanzaban sobre ellos. Eran miradas filudas, escudriñadoras, moralistas, prejuiciosas”.

La periodista española Laura Sanz-Cruzado de la agencia EFE publicó hace un tiempo el épico viaje de Jagger al Perú. Dice que a finales de 1968, Mick Jagger y Keith Richards decidieron huir del acoso mediático y policial que vivían en el Reino Unido y partir a Sudamérica en un viaje del que se detalla en el libro “Los Rolling Stones en Perú” de Galarza y Peñaloza: “El viaje a Perú supuso un respiro para ellos, ya que entonces se encontraban en un momento muy crítico tras varios arrestos por posesión y tráfico de drogas en el Reino Unido y después de que el guitarrista Brian Jones hubiese sido prácticamente separado del grupo”, dice al información. Pero es más. Sanz-Cruzado explica que con el propósito de encontrar un poco de calma para pensar en la continuidad del grupo en un lugar donde no fuesen reconocidos, Jagger y Richards, en compañía de sus novias de entonces, Marianne Faithfull y Anita Pallenberg, aterrizaron a finales de 1968 en Suramérica, donde primero pasaron unos días en Brasil y después, ya sin Marianne, partieron a Perú.

Seguro que ellos no tenían ni idea de donde estaban, sostiene la española. Se encontraban desesperados por abandonar el Reino Unido y optaron por Sudamérica porque era un lugar que sonaba exótico y en el que pensaban que pasarían desapercibidos, y es probable que en ningún lugar del mundo se hayan sentido más tranquilos. Esa visita dejó una serie de escándalos y leyendas como sus expulsiones de los lujosos hoteles Crillón y Bolívar, acusados de hippies, y sus supuestos paseos semidesnudos por el entonces exclusivo balneario limeño de Ancón. Pero también dejó la canción Honky Tonk Women, la última que grabaron con Brian Jones.

EN EL HOTEL CRILLÓN

En 1969, cuando llegó a Lima acompañado del guitarrista Keith Richards, a pocos les agradó esa visita. Primero se alojaron en el Hotel Crillón de donde los sacaron por escandalosos y luego se mudaron al Bolívar donde corrieron la misma suerte. Sin embargo, algunos peruanos supieron de ese vendaval de energía que eran los Stones. La banda de rock psicodélico Los Mads (Manolo y Álex Ventura, Fernando Gadea y Toño Zarza), del barrio de Lince a quienes conocieron en el Club Tiffany y luego los llevaron a Londres para grabar en el estudio de Stargroves de los propios Stones, y los jóvenes periodistas de la revista Caretas, Mirko Lauer (sí señora, el mismo columnista de La República) y el diseñador Jesús Ruiz Durand que esa vez fungió de fotógrafo.

Otro de los periodista que los siguió ne Lima fue el todavía joven Manuel Robles quien fue a buscarlos al hotel Crillón ese 1969.  “Solo encontró a Keith, con quien conversó por media hora. Jagger seguía resaqueado. Luego, un despierto editor “mejoró” el material, añadiendo la parte de la marihuana y el LSD y las declaraciones de Mick: “Yo recuerdo a un tipo muy amable, correcto, sencillo y educado”, nos contó hace poco don Manuel”. (Fuente Sótano Beat).

Jagger y Richards acompañados de Anita Pallenberg habían llegado a Lima en viaje privado. De estas andanzas dan cuenta Sergio Galarza y Cucho Peñaloza en el libro “Los Rolling Stones en Perú” un repaso de aquellos días. En el texto se cuenta de la andanza de los tres en el balneario de Ancón donde se dejaron fotografiar e incluso escandalizaron a la sociedad de la época. Jagger una mañana se paseaba por el malecón del atildado Ancón completamente calato solo cubierto por una túnica hasta que vino la policía y los metió presos. Es cierto, Jagger disfrutó del anonimato y del país. Luego, el mismo Sergio Galarza escribió para la revista Etiqueta Negra un texto que llamó “El Rolling Stones y la vedette y otras historietas en el país de los Incas”. La crónica recrea la visita de Jagger a Iquitos en la selva peruana y su encuentro con la vedete Monique Pardo, cotizada artista peruana que era conocida por sus desnudos y danzas sensuales.

EN PALACIO DE GOBIERNO

 

En octubre del 2011. Jagger vino de turista a conocer unos albergues en Puerto Maldonado y recorrer el Cusco. Esa vez no paró hasta visitar  al presidente Ollanta Humala y su esposa Nadine Heredia y fue recibido en el mismo Palacio de Gobierno. Jagger estaba acompañado de su novia, la diseñadora norteamericana  Lauren Scott quien se suicidaría en el 2014 en Nueva York. Ya en el Cusco, Jagger volvió al valle de Urubamba y recorrió los pueblos del mismo Urubamba, Yucay y Ollantaytambo. Jagger y su novia esta vez se hospedó en el hotel Inkaterra para luego tomar el tren para Machu Picchu.

Lo curioso es que Jagger ya había estado en el Urubamba en 1969 poco antes del lanzamiento del “Let It Bleed”, y quería regresar para recordar un hecho que lo había marcado. En aquel viaje vino acompañado de Keith Richards y de la novia d este, la modelo alemana Anita Pallenberg. En su libro “Life” publicado en el 2010, Keith Richard recuerda ese viaje lleno de accidentes y anécdotas. Según su relato, durante los días que estuvieron en el Cusco, se movieron en un automóvil por todos los recovecos de la ciudad. Así llegarían a un lugar que, por esas fechas, estaba fuera del mapa de los turistas: Urubamba.

Aunque la aventura le resultó agradable a los Rolling Stones, la tensión llegaría cuando se dieron cuenta que el auto se había perdido con sus valijas y que no sabían cómo regresar al Cusco y no había un hotel cerca para pasar la noche. Por la carretera encontraron un bar que resultó su salvación. Allí comieron e intentaron pedir hospedaje con el poco español que sabían. Como esto no resultó, Richard, que llevaba su guitarra consigo, ofreció un recital de canciones españolas junto a Mick para convencer al dueño del lugar de que los deje quedarse. “No debimos de hacerlo del todo mal: les ofrecimos un poco de ‘Malagueña’ y otras canciones vagamente españolas”. Lo cierto es que al final el dueño del bar nos dejó quedarnos en un par de habitaciones que tenía en los altos. “Es la única vez que Mick y yo hemos cantado a cambio de una cama”, contó Richards sobre esta experiencia.

CON BAR LIBRE

Los Rolling Stones se presentan este domingo 6 de marzo en el Estadio Monumental (capacidad: de 60 mil personas). Las entradas han costado, la más barata 322 soles y la más cara 2,415 respectivamente. A pesar de que todos tienen más de setenta años, lejos de la jubilación, cada vez son más exigentes. El contrato que mostraron los organizadores consta de 160 páginas, mientras que el reiden (requerimientos de la banda) de 300 folios, se dice explícitamente que exigen que en el hotel el bar abierto las 24 horas. El documento prohíbe que se filtre un rayo de sol por las ventanas, un mayordomo extra al servicio de habitaciones, un servicio de lavandería las 24 horas, reserva suficiente de cigarrillos Marlboro e instrucciones escritas para manipular todos los artefactos electrónicos de los cuartos.

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