Cultura

«Metafísica», un libro especial

El artista plástico y escritor Ladislao Plasencki, reseña el poemario «Metafísica», reciente publicación de Percy Vilchez Salvatierra.

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Por Ladislao Plasencki

El año pasado, en el mes de noviembre, Percy Vílchez organizó un encuentro de poetas trujillanos. Ahí tuve la oportunidad de conocerlo. Desde ese entonces, he seguido atentamente sus entrevistas de radio, con distinguidos intelectuales nacionales, que se refirieron al devenir histórico de nuestra poesía, incluyendo las generaciones del 60, 70 y 80.


Hoy nos entrega su libro de versos Metafísica, en edición elegante, compuesto por 55 poemas, cuya factura varía, desde unas cuantas líneas, hasta verdaderos cantares con veintena de páginas. Su estilo se desborda a lo largo de sus 240 páginas incluyendo líneas desmesuradas y prosas apocalípticas, que revelan toda suerte de pensamientos sociales, artísticos y religiosos, cuya ambivalencia entre creer o no creer, hacen de su propuesta una verdadera zona de combate poético.

El poeta de Metafísica es un observador imperturbable de la realidad, que a veces se torna barroca, por lo intrincado de su visión órfica, dándonos a conocer escenarios donde pululan borrachos, prostitutas, dirigentes políticos, sicarios, fanáticos, torturadores, poetas suicidas, y toda clase de alimañas humanas, procedentes del vicio. Si bien es cierto, que la poesía de Vílchez se nutre de la infausta realidad, también lo hace del estilo fangoso de la poética norteamericana contemporánea, llámese Ginsbers, Keorouac, Chandler, Bukowski, etc., donde encuentra sus más claros resplandores que iluminan sus versos intensos de emociones desmañadas, y prosaísmos perturbadores, atosigantes.

Por otra parte, el autor de Metafísica se dirige al mundo desde su inefable Huanchaco, donde ha construido su bunker poético, para ver los atardeceres plagados de gaviotas, que le recuerdan a la antigua cultura muchic, lo que le permite despejar su mente de la vorágine del tiempo, para volver a la tortuosa escritura, con mayores bríos, y enjuiciar otra vez la extraordinaria verdad de Dios, el amor y la poesía.

Entonces escribe: Escribir es de alguna manera un acto de amor. Lo que le permite pensar que Dios habita en árboles, malecones, precipicios y flores moradas.

Así el libro se convierte en un campus de reflexiones metafísicas, destacando el amor, la poesía y el movimiento social. Sin olvidar las ambiciones políticas del ser gregario, que pugna por hallar un sitio cómodo, donde pueda concretar sus ambiciones oscuras, egoístas, deleznables.
En el poema Breve estudio sobre el amor, Percy nos dice: El amor es atreverse a pasar al otro lado del espejo. Cuánta verdad expone en este texto, que a su vez parece un farallón de aforismos, arrancado a sus propias vivencias, transidas de sensibilidad por el corazón de la vida y el universo flotante. Para el poeta, vivir carece de sentido, si no rompes la barrera del egoísmo y la pones en el lugar del otro, para interpretarlo en toda su dimensión que tiene tantos matices como el trabajo, el hambre, el enamoramiento, la música, los días festivos. Su visión del universo va más lejos de lo meramente objetivo. Traza en cada verso de este poema, las líneas maestras de una profunda filosofía del amor. El amor es el boceto de un autorretrato realizado por las manos compulsivas de un anciano pintor enceguecido. Aquí podemos recordar a Leonardo da Vinci, dibujando su propio retrato en el otoño de su vida. Donde las huellas del tiempo han marcado su rostro, dejándole un aire de sabiduría perdurable. Cómo no pensar en todas las connotaciones que expresa el poema: desde el silencio más profundo, a la misantropía excelsa, para llegar a los orígenes de la creación, procedente de las estrellas.

El otro tópico relevante del libro, se refiere a la poesía. Dice en su Tríptico del vacío: La poesía es un misterio, una gracia y un don. Para el poeta, escribir versos, hacer poesía, es llegar al sumun de la belleza. Aun cuando se tenga que partir en dos el alma, para descubrir, cual artista del Renacimiento los órganos preclaros del cuerpo y el alma. El poeta se asombra ante la majestad de la naturaleza, pero también ante los sucesos que conforman su desarrollo: desde la floración de la sencilla hierba, hasta los bosques de altos árboles con su fauna imprescindible.

Pero la poesía también se halla en la actitud del poeta que escala los más intensos deleites de la vida, como los más terribles sucesos de su propia conciencia, convirtiéndolo en sorprendente suicida. Sin embargo, no sucumbe jamás ante la adversidad, y muere como los árboles de pie, en absoluta contemplación del universo.

Finalmente, otro de los temas fuertes del libro Metafísica, se centra en el espectáculo social de la ciudad capital. En el Nocturno de la avenida Tacna, dice: Lima es un antro de kilómetros perdidos y de sombras. La verdad de esta aseveración no se deja esperar, cuando el poeta pega su mirada ardiente en las calles álgidas del centro histórico.

Parece haber recorrido cientos de veces, tales veredas, para sentirse abrumado por la desolación de sus habitantes, y la pátina brumosa de sus edificios históricos, y sus antros a flor de piel, que llegan precisamente hasta la puerta de un hospital. Cómo se ve que la noche, a veces negra, a veces estrellada, colabora con truhanes, cafichos, vagos de toda especie. Hasta seguirle los pasos a un loco famoso cargado de latas, fungiendo de astronauta rebelde.

Metafísica, es un libro clásico, que todos deberíamos leer para tener una visión especial de la vida, y acercarnos a una interpretación fundamental de los ángeles y demonios del ser humano.

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