El programa Meridiano, es el espacio al aire más antiguo dedicado a la difusión de las artes y la cultura en el Perú.
Comenzó a transmitirse un primero de agosto de 1988, cuando radio Filarmonía estaba en un edificio de la calle Uruguay, en el centro de la ciudad. El formato y el horario eran de otro programa cultural pero el nuevo estilo y conducción rápidamente marcó sus diferencias. Meridiano nació en plena época de apagones, coches bombas, hiperinflación y una escaza actividad cultural, convirtiéndose así en una flor azul en el desierto de Lima.
Andando el tiempo, el programa tuvo cambios, mudanzas y sobre todo miles de invitados; un cuarto de siglo después su locutor, productor general y fundador, Carlos Fernández Loayza, nos dice que la única forma de celebrar como se merece es seguir transmitiendo.
¿Cómo empezó el programa, qué los motivo a crear un espacio en esa época?
— La idea de tener un informativo cultural al mediodía era de Alejandro Miró Quesada, y la radio la tuvo desde sus inicios. Ese segmento anterior se llamaba Cultura Viva. Cuando en 1988 llegué yo, cambio el nombre y le doy otro estilo al formato. Desde allí hasta aquí han pasado 25 años.
Todos estos años siendo testigo vital, ¿cómo percibes el cambio del ambiente cultural limeño?
— A mí me parece muy interesante lo que ha pasado los últimos años. Para comenzar, cuando empezó el programa estaba en plena época de apagones, debido al terrorismo. Había actividad cultural en Lima pero siempre era poca y la gente iba un tanto asustada. Muchas cosas han cambiado, cuando comencé no habían celulares, se utilizaba grabadoras de carrete abierto o tocacassette; no había computadoras, de hecho, cuando comienzan a parecer en Lima las primeras computadoras personales, nosotros tuvimos un espacio en el programa para promover su uso. Y después de las computadoras aparece Internet, al Perú llegó a través de la Red Científica Peruana, y eso también lo promovimos en Meridiano. Nos ha interesado mucho el tema de la ciencia y tecnología. En general ha ido cambiando el país, ha ido creciendo la población de Lima, se han multiplicado las actividades culturales. No solo aumentando en número sino también en calidad. Hace algunos años era impensable pagar sesenta o setenta soles por una entrada al teatro, ahora, no digo que se normal, pero se puede pagar. Hay un público para esos espectáculos. Difícilmente antes un actor podía vivir del teatro, tenía que hacer otras actividades. Ahora se han profesionalizado.
Otra cosa es que antes había mucha actividad de cineclub, ahora prácticamente ha desaparecido. El cineclub, tal y como era concebido antes, con un presentador y con un debate posterior, ya prácticamente ha desaparecido. Ahora hay circuitos alternativos de películas antiguas, pero no son un cineclub.
Por eso, una de las características es que en el Perú, donde no hay mucho apoyo del sector privado o del Estado, la gente siempre ha sabido salir adelante. Con mucho ingenio, creatividad y persistencia.
¿Qué esperas aún del programa?
— Una de las cosas que me fascina del programa es que nunca es igual. Es decir, aunque el formato es el mismo, como hay una actividad cultural permanente y siempre cosas nuevas en la ciudad, es interesante descubrir las novedades. De alguna manera, me parece fantástico ser testigo de eso.
¿Cambiarías la plataforma, llevarías el programa a la televisión, a las redes?
— De hecho el programa sale por Internet (me parece una excelente alternativa), alguna vez pensé en hacerlo para televisión pero ahora no veo ninguna posibilidad. Quizá en una canal privado, dirigido a un público específico. Por ahora estoy cómodo en la radio. El programa me permite dar un toque personal, no solo hablamos de cultura (me refiero a las bellas artes), sino de otras cosas que son también cultura pero que no tienen cabida en otros medios: medicina, antropología, historia y otras ciencias.
«Escúchalo lunes, martes, jueves y viernes en radio Filarmonía 102.7 F.M a las 12 del medio día.