Hace unos días se inauguró en el Centro Cultural Ricardo Palma la exposición colectiva “MEMORIA ESCINDIDA-Arqueología de la posmodernidad en ruinas”. Allí se muestran los trabajos de siete artistas mujeres que frontalmente vienen asumiendo un rol responsable a través de sus voces con algo que no debe dejar de ser fundamental en una sociedad que se precie de civilizada: La memoria nacional.
Generalmente el “arte conceptual”
(muletilla inevitable que está de moda desde hace dos décadas) que hoy respira el
establishment limeño se ha erigido
como una condición de rigor a la hora de presentar proyectos que finalmente
terminarán en una sala llámese de arte, so pretexto de empoderar
la idea y/o narrativa de la obra, sobre lo que representa el verdadero rigor
objetual de la misma. Sin duda, aquellos
valores reflejan el creciente poder que hoy ostenta la posmodernidad reinante.
La decepción se ha convertido en una sensación cotidiana cuando habitualmente asistimos a una sala de exposiciones para visualizar y entender las “obras de arte”, porque además de soportar las lecturas de los ploteos convertidos en textos complejos y firmados básicamente por los curadores de turno (no sabemos realmente qué curan, más allá de los males que les trasmiten a los artistas) apena mucho más ver trabajos inconsistentes, carentes de todo sentido, sin ningún oficio ni rigor, y sin un sentido de la estética, porque la enfatización de sus propuestas discursivas más allá de lo objetual, terminan por despeñarse en el vacío de sus proposiciones que de concepto, la verdad no tienen nada.
No así con la muestra MEMORIA ESCINDIDA-Arqueología de la posmodernidad en ruinas, donde el espectador desde que desciende a la sala Porras Barrenechea es testigo de una narrativa articulada que muestra a una sociedad en ruinas, que ha ido degenerándose lentamente a través del tiempo con prácticas sociales como la gentrificación, y la ausencia de integración entre los ciudadanos a pesar que la internet alimenta las comunicaciones a la velocidad de la luz, no obstante la gente sucumbe a la individualización y más prefiere hablar con la pantalla virtual del Smartphone que con su propia especie.
Asimismo, aquella frase del título: Arqueología de la posmodernidad en ruinas se muestra acertada con las propuestas que uno ve, y que van desde el dibujo, escultura, cerámica, grabado sobre acero, impresión digital, e instalación sonora. Aquellos trabajos no solo sobresalen por la contundencia de sus conceptos, pues, además cumplen con el menester de la estética objetual que debe poseer toda obra de arte, lo que en otros términos significa: “No debes hablar, ni dar un discurso sobre tu obra; porque ella debe hablar por sí misma”.
En ese sentido, los trabajos están a la altura de la metodología de la curaduría que fue realizada por Luisa Fernanda Lindo, que por cierto ha sabido empatizar muy bien con cada uno de ellos, a tal punto (y quizás me apresuro en afirmarlo) que ha logrado crear una verdadera sinergia precisamente entre curadura-artistas-espectadores. Asimismo, la crudeza de los temas abordados, si bien manifiestan una especie de indolencia del sistema social, tampoco es menos cierto que la sutileza empleada en los trabajos le da un valor agregado que definitivamente coadyuva a lo que se denomina mirada artística.
Cabe resaltar la instalación sonora RESISTENCIA de Ana Cecilia Farah que está plasmada en un mural a modo de collage que refleja a un olvidado barrio de Santa Cruz en Miraflores que se ha resistido a aquella implacable gentrificación que en los últimos años más se ha dedicado a posicionar al boom gastronómico.
Igualmente, la obra que desde un principio nos inquieta como espectadores es “ARTÍCULO 6” de Lucía Cuba. Aquel trabajo consiste en doce vestibles que simulan ser doce mujeres que llevan un peculiar atuendo algo espeluznante, por el hecho de haber sido vulneradas sobre sus cuerpos con aquella oscura práctica del régimen fujimorista denominada esterilizaciones forzadas. En tanto, el título de aquel proyecto de diseño obedece al sexto artículo de la Ley General de Salud del Perú, cuya literalidad señala: “Todas las personas tienen el derecho a elegir libremente el método anticonceptivo de su preferencia, y a recibir información adecuada sobre los métodos disponibles y su riesgos”. Lo insólito se da, porque a pesar de aquel artículo de la mencionada ley, aquellas mujeres no tuvieron la opción de elegir, y a pesar de haber transcurrido más de veinte años, el Estado peruano tampoco se digna a resarcirlas por los daños ocasionados, que son más que irreversibles.
En suma, la exposición colectiva se muestra acertada e interesante para el público que aún requiere identificarse con la memoria de nuestra sociedad que lamentablemente a través de campañas de desinformación se ha mostrado escindida para confundir a los peruanos que en su mayoría se han entregado al olvido…
El dato:
Nombre de la muestra: MEMORIA ESCINDIDA-Arqueología
de la posmodernidad en ruinas.
Artistas participantes: Lucia Cuba – Ana Cecilia
Farah – Rossana López Guerra – Natalia Revilla – Mariana Riveros – Iliana
Scheggia – Patricia Villanueva.
Lugar: Sala Raúl Porras Barrenechea del
Centro Cultural Ricardo Palma (Av. Larco 770, Miraflores).
Fecha: Del 11 de septiembre al domingo 27
de octubre de 2019 (De lunes a domingo de 10.00 a 22.00 horas)
Actividades
paralelas sobre la muestra colectiva
Sábado 21 de septiembre.- Arte al paso-visita
guiada con los artistas.
Sábado 28 de septiembre.- Conversatorio
“Posmodernidad en ruinas” participan: Lucía Cuba, Rossana López Guerra y
Patricia Villanueva. Modera Luisa Fernanda Lindo/ 10.30 am.
Visitas dialogadas/ Todos los jueves a las
17.00 horas.