Cine

Memoria, de Apichatpong Weerasethakul (2021)

Lee la crítica de cine de Mario Castro Cobos.

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¿Cómo imaginas el cine del futuro? ¿Predecible y cargado de respuestas tranquilizadoras (pese a las complejidades)? ¿En la superficie y en el fondo desconfiando de la experiencia intensificada de los sentidos, es decir, sin un sentido agudo e inmediato de la exploración necesaria en cada circunstancia (instante, plano, escena)? ¿Adicto y funcional a los hábitos de la lógica occidental y a la exacta medida de la versión del mundo que articulan los grandes poderes? En fin, ¿imaginas un cine del futuro que no busque continuamente (y casi de manera obsesiva) otras formas de sentir y percibir, de repensar todo?

¿Imagino (o ya no tengo que imaginarlo sino que ya puedo verlo), con Memoria, un cine donde lo que llaman trance, o inmersión en la corriente profunda del tiempo, no sea la excepción —exótica, al margen— sino la nueva norma, el ‘nuevo sentido común’, o la vuelta exaltante y feliz al principio mítico-mágico-natural-primitivo-original del mundo? Porque en esta película no sentimos que el mundo ya se acaba o se hunde sino —muy por el contrario— que (eso sí, misteriosamente) apenas empieza.

…Trance (‘simple’, genial, fascinante) inducido por la tranquilidad con la que están hechos los planos (¿de dónde viene esa tranquilidad? ¿cómo se llega a ella?), por la seguridad de la composición en cada encuadre (casi todos fijos y casi todos fluyen), por la absoluta claridad expositiva (aunque su construcción no sea lo que esperas), por su minimalismo exquisito, me atrevo a decir que tiene mucho del sueño cumplido de la vanguardia, los surrealistas y los místicos: las manifestaciones de ‘lo otro’ presentes (sobre)naturalmente casi en cada momento y casi por todas partes.

Hay una capa de conciencia o de experiencia en la que nos movemos… donde no vemos ni escuchamos ni sentimos y no vivimos (bloqueo, represión, censura, alienación, automatización). Pero películas como Memoria nos invitan hacia otras dimensiones: misteriosas, pero reales y (aunque no lo creas) siempre presentes.

Para entrar hay que empezar de nuevo (sin apuro, ya estás, no ha que ir): no solo pero sí en gran parte, gracias a un sonido: sucede que un sonido ‘suena’, verdaderamente ‘te toca’, no es un sonido ‘sin cuerpo’ sino una suerte de estruendo, ‘significa algo más’, ¿una puerta a qué? Al recuperarlo en un estudio de grabación… será el comienzo, llegaremos a lugares borgianos, fantásticos… Llegaremos al futuro, porque volveremos al principio.

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