El 4 de noviembre de 1780, en Tinta Cusco, estalló una revolución que trastornó las causas virreinales en lo que hoy es Perú. Y como si fuera el preludio de una de las revoluciones más trascendentes de la historia universal, (la Revolución Francesa, 1789), aquella rebelión puesta en marcha por José Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru II, marcó el destino de nuestras tierras, de nuestros habitantes y de una gesta libertadora que reivindicó al indio y que puso en vereda a un sistema colonial que con feroz despotismo implantó un yugo que luego fue desapareciendo, gracias a una fraterna incorporación de muchísimos precursores de la libertad, que incluso con el costo de sus vidas supieron poner los pilares de la ansiada independencia… pero eso es otra historia.
El curaca de Tungasuca y Pampamarca, Túpac Amaru II, fue el pionero de la gesta emancipadora. Este enraizado descendiente de la nobleza inca, vivía bien y gozaba de bonanza económica, como un prominente comerciante de transportes, tuvo una niñez privilegiada a base de una buena educación. El padre Antonio López de Sosa, le inculcó predilección por lo criollo; pero el niño Gabriel aprendió a hablar latín y dominaba el castellano y el quechua. También manejó a la perfección, protocolos españoles que sabía complementar con glamorosos vestidos ibéricos y estudió en la universidad de San Marcos. Sin embargo, las autoridades españolas vigilaron sus prósperos negocios y con afán de angurria lo presionaron a través del incremento de los pagos de rentas. Entonces, el corregidor Antonio de Arriaga le cerró los conductos legales, ante sus reclamos, por las alzas de alcabalas y por el abuso hacia los indios, debido a sus trabajos forzados en las minas.
Ante la indolencia del implacable corregidor, el 4 de noviembre de 1780, Túpac Amaru ordena ajusticiarlo, a través de la horca. Su esposa Micaela Bastidas tuvo una notable participación en la rebelión de su esposo; sin embargo, ambos fueron capturados y ejecutados el 18 de mayo de 1781 en la Plaza de Armas de Cusco, en presencia de una muchedumbre.
Sin embargo, su heroica muerte fue un gran aliciente y una gran inspiración para los próximos precursores que no desfallecieron hasta erradicar del todo, el régimen virreinal… pero eso es otra historia.