Escribe: Luis Felipe Alpaca
Melisa González Gagliuffi recibió ayer
cuatro meses de prisión preventiva por haber atropellado y causado la muerte de
dos jóvenes en la avenida Javier Prado Oeste el pasado 11 de octubre. La medida
fue resuelta por la jueza del Segundo Juzgado de Tránsito de la Corte Superior
de Justicia de Lima Liliana Chávez Berríos, porque existiría peligro procesal y
un arraigo incierto de parte de la imputada.
Si bien la medida es excepcional,
puesto que la investigación y el proceso penal se desarrollarán durante tres
meses y concluirá con una sentencia condenatoria por los delitos de homicidio
culposo agravado y lesiones culposas agravadas, claro está luego de haber
actuado y corroborado todos los medios probatorios que son más que
contundentes, lo que podría enviar hasta por doce años a la cárcel a Melisa González
Gagliuffi por haber concurso de delitos.
El hecho es que desde aquel dia
fatídico del accidente las cosas y diligencias no se desarrollaron como
debieron ser; es decir, desde la intervención de las ambulancias del SAMU y
donde una de ellas trasladó de emergencia en plena hora punta al agonizante Joseph
Huashuayo Tenorio hasta el hospital Loayza y que por la lejana distancia llegó
cadáver; hasta la insólita acción del fiscal de turno de la jurisdicción donde
sucedieron los hechos.
A pesar de que el atestado policial
fue contundente al señalar en sus conclusiones que el factor determinante del
penoso evento fue la acción imprudente de Melisa González Gagiuffi por haber
realizado en su conducción una velocidad excesiva a lo razonable y por tanto una
maniobra brusca que no le permitió controlar su vehículo, superando así el
total dominio del mismo, el fiscal de la Segunda Fiscalía Provincial Penal de
San Isidro Mario Concepción Barrón Cerna ordenó su libertad luego de haber estado
detenida 48 horas, y se abstuvo de formalizar la denuncia penal respectiva y de
manera extraña extendió la investigación preliminar por 15 dias más pese a la
flagrancia de los hechos, en lugar de iniciar un proceso inmediato dadas las irrefutables y evidentes pruebas (dos
fallecidos, un herido, los testigos y principalmente un video que habla por sí
solo de cómo sucedieron los hechos).
En tanto, aquel fiscal ya fue
cuestionado por la Oficina Desconcentrada de Control Interno de Lima del
Ministerio Público, y le abrió un proceso disciplinario por haber liberado a la
conductora imputada, y cuyo desenlace lo haría responsable de una presunta
infracción administrativa considerada como muy grave en la Ley de la Carrera
Fiscal.
Precisamente a raíz de la pésima
actuación de Barrón Cerna la investigación fue asumida por la titular de la
Segunda Fiscalía Provincial de Tránsito y Seguridad Vial de Lima, María Isabel
Rabines, quien ya formuló denuncia penal contra González Gagliuffi.
Sin embargo, este caso no ha sido el
primero ni será el último que se vea en las pistas de nuestra ciudad y en el
resto del pais, porque en lo que va del año ya van 350 muertes causadas
precisamente por accidentes de tránsito gracias a tres factores principales y
que son recurrentes: imprudencias temerarias-estados etílicos-excesos de
velocidad. Pero lo más frustrante es ver a los propios causantes de los daños
salirse con la suya al no afrontar a la justicia, como en algunas ocasiones
donde huyen de la escena de los hechos para evadir los exámenes de alcoholemia
y/o para salir raudamente del pais para nunca más volver. No obstante, resulta más
patético ver a esta señorita González Gagliuffi contradecirse en sus
afirmaciones desde que salió en los medios con el único afán de justificar su
imprudente acción cuando responsabiliza a un conductor fantasma porque dizque
todo el tiempo la acechó, a pesar de que las imágenes del video propalado por
las cámaras del distrito son contundentes (en ningún momento se ve a un
vehículo invadir el carril central donde iba la camioneta Kia de la imputada
segundos antes del atropello; solo se ve a un vehículo que circula velozmente
por el carril izquierdo hasta perderse).
Ella tampoco ha sido empática y consecuente de la gravedad de los hechos, porque nunca tomó en cuenta que gracias a su imprudencia e impericia la vida de dos jóvenes ingenieros se vio truncada para siempre, y desde el principio no se dignó en pedir perdón a los deudos de las víctimas, y no por ser joven (aunque ya tiene 33 años) está excluida de ser reflexiva y responsable, aunque ayer haya dicho en la audiencia: que es una chica culta con valores y profesional porque tiene estudios universitarios. En principio ¿quién le responde a esta millennial que la cultura y los valores no se aprenden en la universidad?
También es verdad que en las redes
sociales miles de personas la condenan a la
hoguera, en tanto la violencia y el odio están dando rienda suelta a límites
insospechados y eso también es desfasado, grotesco e inadmisible; no obstante, toda
causa tiene su efecto; y no lo digo porque el accidente acontecido sea la
causa, sino, por la actitud embustera que ella mostró desde un principio,
cuando trató de confundir a la opinión pública con la tesis contradictoria del supuesto
taxista que desde prolongación Arenales la cerró y que luego en Javier Prado le
rozó el auto primero por atrás y luego por el costado, en todo caso el “efecto” ante su prolongada evasión de
actos al justificarse en todo momento: es la indignación nacional que no debe
ser ignorada ni tomada como una cacería de brujas, porque la gente ya está
cansada de ver antihéroes que se convierten en héroes, así como magistrados y
presidentes corruptos que se venden como los probos, y delincuentes extranjeros
que perpetran a compatriotas; ergo,
Melisa González Gagliuffi si bien bajo el principio de presunción de inocencia
todavía no es declarada culpable por los delitos imputados, aún está a tiempo
de reivindicarse consigo misma, si es que en algún momento decide reflexionar y
asume su responsabilidad moral más allá de la penal, porque ella insiste en
afirmar que ya no puede dormir, empero, si logra asumir lo esgrimido en líneas
anteriores, es más que seguro que encontrará la paz espiritual que tanto
necesita.