Mamerto Henry Florián López, más conocido como el “cojo Mame”, fue un pirañita que, a mediados de los ochentas, robaba frutas por los alrededores de San Borja. Su mamá vivía en un corralón donde cuidaba carros y donde jugaban sus otras hermanitas menores. Ellos habían venido huyendo de la pobreza extrema desde su natal Paiján, pequeño pueblo ubicado a unos 50 kilómetros al norte de Trujillo.
Un día, Mame le robó un reloj a un señor de terno y corbata y un policía que estaba por la zona lo persiguió de cerca, pero Mame era delgado y escurridizo, no se dejaría atrapar fácilmente. Entonces el policía sacó su arma, le gritó “alto” y dio el tiro reglamentario al aire, aún así el joven delincuente no se detuvo porque, como él mismo dijo en una entrevista, no sabía qué significaba eso y le descerrajaron un balazo en la pierna. Pero el “Cojo Mame” no quería ir a Maranguita y herido y arrastrándose logró escapar por una calle aledaña.
Al poco tiempo, como no le extrajeron la bala, la pierna se le gangrenó y tuvieron que apuntarle desde la ingle. A partir de ese día y para compensar su cojera se dedicó a robar autos de lujo. La policía lo consideraba la antítesis de “Calígula”, pues no era alto, no andaba con mujeres bellas y, encima, era discapacitado. Sin embargo, su mote se haría conocido en los bajos fondos del hampa y la rabia del “cojo Mame” hacia las autoridades y la gente de dinero o poder se manifestaría de forma desatada.
Así participó en más de una veintena de secuestros a personas poderosas de este país, tuvo más de treinta robos a mano armada y quince homicidios verificados, aparte de otros que no se le pudieron probar. Cabe resaltar, entre sus víctimas, al funcionario del Banco de Boston Walter Alcántara Villanueva o César Rudas Chara, sobrino de una acaudalada comerciante de abarrotes de Caquetá, así como el asesinato del director del penal Castro Castro, Manuel Vásquez Coronado, a quien los presos comunes y por terrorismo acusaban de crueldad, graves maltratos y abuso de autoridad. Se dice que Karina Florián López, hermana menor del “Cojo Mame”, habría participado en este último crimen, así como toda su familia incluso su madre.
Una de sus últimas fechorías fue el secuestro del millonario Mirko Víctor Vidal Barrueta, a quien mantuvo escondido durante once días en Los Barracones del Callao, en una cuadra de la conocida calle Loreto, y por quien había pedido nada menos que un millón de dólares. El Poder Judicial por esta razón lo condena a 30 años de cárcel sin beneficios en diciembre de 2013.
El último sábado, durante el horario de visita en el penal de Challapalca de Tacna, en una inusitada gresca, el “Cojo Mame” fue agarrado a golpes por una turba. Mame se defendió con sus muletas, peleó como una fiera, mientras, como un viejo pirata, se cogía de su pierna ortopédica, pero estaba solo sin su guardia personal; situación que aprovechó el avezado delincuente condenado a cadena perpetua, Manuel Nuera Morales apodado “Rata” quien lo agarró por la espalda y estrelló su cabeza contra las paredes hasta abrirle el cráneo como una sandía y, para asegurarlo, le metió un cuchillazo en el cuello. Así se habría ajustado una antigua cuenta pendiente por el preso asesinado, en enero, Alex Walter Valderrama Gamarra a quien, según se rumorea, el cojo Mame habría dado muerte para imponer su autoridad en el penal y seguir recibiendo los 400 mil soles que recolectaba por el control de las mafias dentro de Challapalca y en el norte, en ciudades como Ascope y Chocope en La Libertad, cuyos comerciantes y buses interprovinciales tenían que pagar peaje y por seguridad otorgándoseles un stickers con un ave fénix y dos “M”, caso contrario eran condenados a la “ley del plomo”.
Finalmente, cuando la policía revisó la pierna ortopédica que usaba el “Cojo Mame” encontró que estaba llena de cocaína, PBC, mariguana, balas y hasta tenía un arma de grueso calibre que fungía de muslo. En los cochambrosos pabellones de Challapalca, donde los presos todavía gritan a voz en cuello: “Mataron al ‘cojo Mame’”, se cuenta que su madre y sus hermanas menores, que veneraban y celebraban las ocurrencias de Mame desde que eran niños y cuando jugaban en las calles, han jurado venganza. Mientras tanto, periódicos encendidos caen desde las celdas de Challapalca en señal de respeto al temido “Cojo Mame”. Aquí nadie encenderá una vela.