Opinión

Mascotas literarias

Lee la columna de Rodolfo Ybarra

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Los animales han sido parte del mundo literario. Desde Platero y yo, de Ramón Jiménez y más antes con textos del Ramayana cuando Rama forma una alianza con los monos; o de la biblia y todos los pasajes donde aparece el cordero, el asno o los cerdos, etc.; el mundo de los animales ha sido adaptado e incluido en la creatio humana ya sea como parte o como personaje en las fábulas con características impuestas: el zorro, la astucia; el león, la fuerza; el perro, la fidelidad; la hiena, el salvajismo; la paloma, la espiritualidad, etc.

Por estos lares, ante el decline y desgaste de textos como Coquito, Carlitos, Cholito, etc., hay una efervescencia de textos infantiles y juveniles, que han encontrado en los animales, poderosos alter egos o doppelgangers que nos hablan, nos cuentan sus historias demasiado humanas: El gallito que leía periódicos, de Jack Flores que nos trae a la memoria a Los Músicos de Bremen (hermanos Grimm), y esos animales que espantan a los cacos como el gallito travestido de fantasma. Chimpamono, de Manuel Raya, que sueña con viajar por el mundo y conocer la torre Eiffel, las pirámides egipcias o Machu Picchu. Chocodrilo (excelente título minimalista), de Santiago Risso que sublima a un predador y lo convierte en “amigo” casi una mascota que se alimenta de chocolates. Rum Rum, un lugar mejor, de Juan José Cavero que narra una historia real, la del zorro que fue confundido como perro y que roba gallinas, patos y cuyes. Otros títulos interesantes serían ¡Guau, guau! patita de perro, de Baldomero Hernández; y Rubia y Rayo, de Miriam López que narra una amistad entre una cerdita, un perro y una niña que dialoga desde la nostalgia.

Aunque hay poetas como Arturo Corcuera que nos han ilustrado en este mundo mágico vía su Noé Delirante; este desarrollo narrativo fabulesco está cada día más compacto y diverso. Quizás si se afina (o refina) un poco más podríamos revivir al perro que sueña en Niebla, de Unamuno que, salvando distancias, podría ser casi la misma visión de MVLL sobre los hipopótamos cuando este dice en una entrevista, que son animales pacíficos, que practican el sexo por horas y que no hacen daño a nadie. No obstante, la realidad nos dice que este herbívoro es el que más humanos mata. Y quizás la fantasía no debería ser antítesis de la realidad.

(Columna publicada en Diario UNO)

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