Un hombre sencillo, que en su juventud gustaba por la música folk y las letras de Bob Dylan, y que de vez en cuando se ponía a tocar sus canciones en un bar lleno de humo sin que la gente le preste la mayor atención; ese mismo hombre, años después, a miles de kilómetros, fue forjando un nombre sin querer al punto de ser considerado más grande que Elvis Presley.
Luego de haber sacado dos álbumes sin mucho éxito comercial (Cold Fact, en 1970, y Coming from Reality, en 1971) se dio cuenta que sus letras jamás iban a tener acogida en los Estados Unidos, renunciando a su carrera musical unos años después. Con tres menores hijas que cuidar y muchas cuentas por pagar se dedicó a diversos oficios como obrero y oficinista en Detroit, tentando en algún momento a un cargo público, pero nuevamente sin mucho éxito.
Así pasó largo tiempo apartado de la vida musical, haciendo una vida ordinaria, hasta que por una casualidad de la vida una mujer estadounidense se fue de viaje a Sudáfrica llevando uno de sus discos bajo el brazo. Ahí empezó la inusitada fama de Sixto Rodriguez o el ‘Sugar Man’.
Su disco ‘Cold Fact’, que tiene canciones sobre la lucha social, poco a poco fue reproduciéndose de manera clandestina en distintas emisoras radiales, conectando inmediatamente con los sudafricanos que buscaban una voz que hablara por ellos. Así su fama fue creciendo de boca en boca, sin embargo, nadie sabía de él ni cómo era su rostro, solo lo conocían por su voz.
Muchos creían que había muerto prendiéndose fuego en un escenario o que se había quitado la vida tocando su más hermoso acorde, hasta que el periodista y fanático del ‘Sugar Man’ Craig Bartholomew-Strydom se metió a fondo por encontrar a aquel que fue la voz de la resistencia de toda una nación.
Ya en 1998 se había anunciado que lo habían encontrado y que ofrecería un concierto. La gente, aún incrédula, había agotado las entradas para su función en tiempo récord. El coliseo estaba abarrotado y el público eufórico, cuando de pronto las primeras notas de su canción ‘I wonder’ empezaron a sonar: “Gracias por mantenerme vivo”, fue lo primero que dijo y luego empezó a cantar.