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Marta González Alturo y el ocaso de sus muñecas

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Esclavas del deseo

Alguien le dijo una vez que sus textos son piezas artísticas mejor logradas que sus pinturas y dibujos. Cuestión difícil de afirmar o refutar. Existe una íntima relación –muchas veces deliberada, en ocasiones involuntaria- entre sus imágenes y las prosas (algunas de ellas auténticos poemas de extraordinaria potencia) que las acompañan, formando un perfecto binomio.

Marta González Alturo (Baracaldo, España, 1966) es una artista visual cuya formación académica empezó a la edad de 27 años, de modo autodidacta, visitando frecuentemente las bibliotecas de su ciudad. Fue entonces cuando, en el fondo de su subconsciente, sus primeras experiencias de pequeña jugando con materiales plásticos junto a sus hermanas, al compás de sinfonías clásicas elegidas por su padre, empezaron a dar fruto.

“La música fue un recurso para dejar libre mi mente y una fuente de escape a mi alma afligida”, declara. Hoy en día la música contemporánea (Phil Collins, Michael Jackson y Bunbury entre sus favoritos) sigue siendo un estímulo importante para remover sus sentimientos e iniciar su proceso creativo, pero una vez embarcada en él pasa a un segundo plano y en ese momento sólo escucha a su corazón.

Asegura que carece de maestros específicos, aunque Goya y Velásquez han tocado sin duda su fibra. Cada pintor que ha conocido y admirado la ha inspirado de una manera diferente. Su propósito al pintar o dibujar no es buscar una identidad como artista sino más bien una manera de realizarse como persona y sentirse auténtica. Los impresionistas –Van Gogh a la cabeza- han sido siempre un fuerte impacto e influencia en su trabajo, especialmente por la intensidad de sus colores y la fuerza de sus trazos. Entre los poetas que impulsan sus versos y prosas, Lorca destaca como ícono indiscutible.

“Pintar muchas veces no me tranquiliza”, asevera. “Más bien me excita. Pero la mayor parte del tiempo es una actividad de puro placer”.

No sigue horarios rígidos. Su método de trabajo responde fielmente a su personalidad, a menudo imprevisible. No le interesan tanto las formas como los resultados. Lo principal para ella es compartir su libertad de pensamiento y desnudar su alma al mundo, presentando sus heridas de forma gráfica, sin tapujos ni miedos, sin pretensiones ni preocupaciones por complacer a nadie.

Mariposa Azul.

Madre de cuatro hijos (uno de 26 años, otro de 19 y 2 mellizos de 27 meses), suele pintar en un trozo madera que mantiene al lado de la chimenea de su casa. Desde ese lugar puede vigilar a sus niños y fluir en su trabajo entre pinceladas y cocina, cambio de pañales, biberones y llantos. Pese a la tensión que implica, sostiene que precisamente debido a ella logra crear un equilibrio perfecto, una magia que surge espontánea en sus imágenes.

Pinta y dibuja empleando materiales secos y húmedos. La mezcla de acrílicos, bolígrafos y pastel, los cuales aplica sobre cartulinas, hojas de árboles y verduras, así como papel periódico y cáscaras de huevo, confiere a sus obras –a las que ella denomina boliART- una variedad de texturas, algunas intensas, de colores exuberantes, otras con tonalidades más suaves y aire sereno, permitiéndole a la vez conseguir el efecto que desea: hallar y rescatar el alma en el cuerpo inerte de las cosas.

A través de sus pinturas surrealistas, Marta expresa sus miedos, sus ocultos sentimientos y los simbolismos que le permiten exponerse a la realidad circundante sin dejarse ver del todo. La vena y el genio de Dalí poseen una inocultable presencia en ellas.

Sus cuadros eróticos, compuestos por vívidas escenas cargadas de una sensualidad perturbadora manifiestan una inquietante energía, pletórica en agresividad y atrevimiento. Representan de manera natural el dolor y el éxtasis asociados al amor y el sexo. Los rodea un espíritu lúdico que es influenciado asimismo por su apasionada y sincera rebeldía contra el sistema.

Sus retratos evidencian el conflicto y la soledad de la existencia humana, no sólo en los personajes anónimos cuyas facciones y gestos reproduce con nostalgia sino incluso en figuras tan populares como Jimmy Hendrix y Bob Marley o Marylin Monroe, resaltando en ambos grupos su obsesión por los ojos, inicio del viaje interior que intenta explorar.

Gracias al continuo apoyo de Ramón, su pareja -que la ha motivado incesantemente desde el inicio a compartir su talento y trabajo con el público-, a partir Mayo de este año participa en exposiciones individuales y colectivas, las cuales constituyen un síntoma del despegue que está tomando su carrera. Publicita sus obras a través de la plataforma de Facebook, y aunque para ella pintar es una necesidad más fuerte que cualquier otra cosa en su vida –un fuego interno que la devora, según sus propias palabras- por ahora mantiene inactivo un Blog de su propiedad por internet.

Sin embargo, con apenas doce meses de dedicación a tiempo completo a la actividad artística, Marta demuestra una versatilidad y un dominio de la técnica en franco proceso de crecimiento que le augura un futuro promisorio en el campo de las artes plásticas.

Aquí un extracto de sus textos:

“Gotas de pecado”

Así es el amor y el deseo,

Juntos jugaremos al pecado por un tiempo,

Soy nube de vapor y tú mil gotas de deseo.

“Esclavas del deseo”

Cuan ambiguas son las trenzas del destino, por que sé que terminaré herida y ella también, el amor hacia otros sobrepasa nuestro deseo, y sufriremos encadenadas hasta el fin.

 

Para conocer más sobre su producción se puede visitar: https://www.facebook.com/MartaALTURO

 

 

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